8. Sorprendente.

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La cara de Alex fue para pagarla. No podía decir si era de asombro, desconcierto o admiración. Él sólo me miraba con sus enormes ojos grises y su boca ligeramente abierta.

Mis manos estaban aún a los costados de su cara y estaban temblando. Ese había sido, en teoría, mi primer beso.

—Di algo —pedí sintiéndome ridículamente expuesto.

—Tú estás loco gatito, realmente loco —rió dejando caer su frente en mi abdomen. —Y estás tenso... relájate, fuiste tú quien me besó a mí ¿No?

—Estoy tratando, con mucha fuerza, no estar nervioso —susurré apretando, suavemente, mis manos en su cabello.

—¿Tú eres gay Gael?

—No que yo sepa —respondí sincero. —Pero no es algo que me haya preguntado antes, así que no lo sé.

—Yo creo que tus hermanos se darán cuenta de que es una mentira Gael, me parece que será en vano.

—Mis hermanos apenas saben cómo soy —aseguré empujando por sus hombros para mirarlo. —Ni siquiera yo sé cómo soy realmente. Porque recién ahora me estoy descubriendo... pero otra vez, si tú no quieres está bien. Me ayudarás a relacionarme con otra gente y luego le pediré a alguien más.

—¿Por qué es tan importante apartarte de ellos?

—Porque quiero vivir —respondí encogiéndome de hombros. —Quiero ser yo.

No pediría que lo entienda. Alex evidentemente había sido quien quería ser desde hacía muchos años, por eso había tenido problemas con su familia, por decir quién realmente era. Así que no, no entendería ni comprendería lo que era estar en mi lugar.

Me separé definitivamente de él para ir por la comida.

—Está bien —dijo cuando le pasé su plato. Lo observé dudoso. —Lo haremos. Pero no será fácil y no podrás abandonar en la mitad ¿De acuerdo?

—¿Cómo sería eso? —consulté enterrando mi tenedor en la comida y esta vez sí llevándolo a mi boca.

—Tú no puedes arrepentirte en seguida. Mínimamente debes durar 3 meses conmigo. Papá y Rita no creerán que fuimos reales si es menos que eso. Tus hermanos sabrán que es mentira si es así.

—De acuerdo. Tres meses no es mucho —acredité. —¿Qué más?

—Es mejor que no se confirme nada en la facultad —se encogió de hombros. —Si alguien te pregunta, incluso Victoria, debes sostener que somos solo amigos. Si alguien nos ve, no importa, pero lo sostendremos lo que más podamos ¿Sí? No quiero que tengas problemas por mi culpa.

—Está bien.

—Por eso ya no nos reuniremos en la biblioteca o la cafetería. Vendremos a mi casa o iremos a la tuya.

—Preferiría la tuya, tú sabes.

—Yo no tengo problema, no me gusta estar sólo así que —se encogió de hombros. —Pero de vez en cuando tenemos que aparecernos por allí, sería sospechoso —asentí. —Y ahí será cuando deberás tomar mi mano y soportar algunos besos ¿De acuerdo?

—Sí —bajé mi mirada. —Lamento lo de recién, quería mostrarte que sí puedo.

—Está bien —sonrió largando una carcajada. —Sólo me tomaste desprevenido, nunca pensé que harías semejante movimiento.

—¿Lo ves? Puedo ser sorprendente cuando quiero —sonreí y él rió. Pero lo dejamos de hacer cuando mi teléfono volvió a sonar. Rodé los ojos. Sabía, sin siquiera mirar, que era León. —¿Qué? —saludé.

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