14. Algo más.

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La casa de la familia de Alex era gigantesca. No creía haber estado en una casa tan grande alguna vez.

En cuanto estacionamos en la entrada yo ya quería irme. Eso no iba a funcionar, ellos eran personas demasiado bien. Bueno, yo debería haberlo supuesto cuando Alex dijo que su departamento en realidad era suyo, pero no lo hice y ya era demasiado tarde.

—Luces aterrado —observó apagando el motor.

—Yo, por si no sabías, no tengo muchos "modales".

—Oh, vamos, no es como si comiéramos con muchos cubiertos y esas cosas. Sólo tienen una casa grande, nada más —dijo relajado. —Además sólo estaremos un rato, yo no los frecuento mucho de todos modos. Nosotros no tenemos una buena relación.

—Quizás no deberíamos haber venido...

—Estaremos bien —sonrió acercándose para besarme amablemente. —Y ellos dejarán de molestar por un tiempo. Fue lo mismo con Max.

—¿Quién es Max?

—Oh, el chico que te dije que le pedí que se hiciera pasar por mi novio.

—¿Él era un chico bien? —consulté tímido. Alex sonrió.

—Sí, pero tú eres más bonito y me gustas más.

—Eso no es una buena respuesta —me lamenté mirando la entrada por la que salía una distinguida mujer y saludaba en nuestra dirección animadamente.

—Vamos —suspiró malhumorado. Él realmente no quería estar allí.

Descendimos y miré a la mujer que esperaban pacientemente. Ella estaba vestida como si fuera a ir a una maldita reunión de negocios; lucía joven y bonita.

—¿Tenemos que tomarnos de la mano? —susurré mientras me paraba a su lado para comenzar a avanzar. La entrada de la casa tenía una puta escalera.

—No, no es necesario —dijo amable. Asentí, no era necesario. —Tranquilo...

—Es fácil para ti decirlo.

—Oye, yo salí a saludar a tu hermano.

—Antes de que supiera que "éramos algo más" —protesté. —La próxima vez no estarás tan tranquilo.

—Me subestimas —susurró antes de levantar sus ojos a la mujer. —Rita, qué gusto de verte.

—Cariño —dijo ella acercándose para envolverlo en un abrazo. —Cada día estás más guapo Alex.

—Gracias —se separó de ella y tiró suavemente de mi brazo para acercarme. —Él es Gael.

—Mucho gusto —dije tendiendo mi mano a la suya. No iría por un abrazo, no con una desconocida que me observaba como si fuera de otro planeta.

—El gusto es mío —sonrió y miró a Alex con complicidad. —Es muy mono.

Alex se carcajeó pero no dijo nada más. Ella se adentró y nos invitó a pasar a su lujoso hogar.

Monito —dijo Alex divertido inclinándose secretamente a mí para dejar un beso en la comisura de mis labios.

—Deberías saber que no me gustan los sobrenombres.

—Oh... es demasiado tarde para decirlo —aseguró poniendo su mano en mi espalda baja para dirigirme a la sala. Esa sala era más grande que la casa de mis padres. Malditos afortunados.

Allí nos esperaba un hombre mayor con aspecto severo. Tenía sus ojos tan grises como los de Alex y su cabello era blanco. Elevó una sonrisa y tendió su mano primero a su hijo luego a mí presentándose como Pepe.

MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora