26. Fantasma

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Afortunadamente no volvimos a pelear de esa manera otra vez. Ni siquiera estaba seguro si se podía llamar a eso una pelea. Ni siquiera fue una discusión, pero de todas maneras no volvió a pasar algo así.
Con León era otro tema. El hermano de mi-no-novio-exnovio-falso o lo que fuera que fuéramos, estaba un poco pegajoso con nosotros. No en mi casa, por supuesto, él tenía prohibido visitarnos allí a pesar de que él lo había sugerido abiertamente muchas veces. Pero sí en los mensajes y en las llamadas. O cuando estábamos fuera y él nos veía, se acercaba y se mostraba muy amistoso y Gael se volvía absolutamente irritable, no con él claro y no en ese momento, pero sí después, como si fuera yo el culpable.
Yo no me metía mucho en aquello, lo dejaba descargarse conmigo y luego aceptaba sus disculpas bañadas en inseguridades. Odiaba que se sintiera así de inseguro, pero no había nada que yo pudiera hacer para que apartar ese fantasma de que León algún día me apartaría de su lado.
Gael estaba seguro que estaba tramando algo. León había dejado de quejarse de mí, me había acepado como el “novio” de su hermano, pero en vez de interpretarlo como una buena señal, Gael lo tomaba como una amenaza. No quería pensar mucho en eso, y además yo no pondría mis manos sobre León, nunca, él ni siquiera me agradaba. Yo era amable con él porque Gael se había enojado la vez que le había hablado bastante mal, cuando llamó mientras nosotros intentábamos tener sexo. Esa había sido una mala noche que se arregló en la mañana cuando pedí disculpas y besé todo su cuerpo a pedido de Gael.

Los meses se nos escaparon de las manos. De pronto estábamos a principio de diciembre. Gael había aprobado sus materias, todas y cada una de ellas, y yo había aprobado mi tesis pero aún faltaba la defensa y eso era lo que más me asustaba. Quería hacerlo bien, terminar de una vez, festejar con Gael y poder empezar una nueva etapa de mi vida junto a él.
Ese día, el día de la defensa, Gael se lamentó de no poder acompañarme. La mesa de examen era tarde y él tenía que trabajar. Había negociado otro mes de vacaciones, pero debía cumplir los horarios sin falta. Me lamenté, pero le hice prometer que iría al bar donde el profesor Benet y el profesor Villegas me habían invitado a brindar, precipitadamente, mi triunfo.
Tuve que defender la tesis frente a 8 profesores, entre ellos Villegas. No fue fácil, ellos fueron muy estrictos, puntillosos e incisivos, pero terminé ganándome un hermoso 8. No cabía de felicidad, en serio no recordaba haberme sentido así de feliz por haber aprobado algo, nunca antes. Finalmente mi vida de estudiante había acabado.
Salí e inmediatamente llamé a Gael. Él me felicitó con una dulzura que nunca antes había oído en su voz. Quería y necesitaba abrazarlo de inmediato, pero otra vez me repitió que no podría hacerlo hasta después de su turno. Así que me conformé con sus suaves y amorosas palabras. En serio amaba a ese chico y tenía que decírselo. Quería hacerlo para saber si él se sentía igual.
Hacía tiempo me había dado cuento de aquello pero estaba aterrado de hacerlo. Gael me hacía feliz, lo amaba como nunca pensé volver a amar y yo estaba casi convencido que él se sentía de la misma manera. Deseaba con todo mi corazón que lo hiciera.
Llamé a Josh y a Ian para avisarles de lo acontecido. Ambos se enojaron por no haberles avisado antes. Josh se disculpó conmigo por no poder asistir al brindis, tenía un compromiso con Tiziano y los amigos de éste para esa noche. Ian dijo que me alcanzaría más tarde, no estaba en su casa y quería ir a cambiarse. Le dije que lo esperaría, sin problema. Yo por mi parte me reuní con mis dos profesores y amigos y fuimos a brindar.
—Deberían saber que invité a mí… —me detuve. ¿Qué éramos? ¿Éramos efectivamente novios o aún no? ¿Era necesario preguntarlo o se había establecido implícitamente entre nosotros? —Invité a la persona a la que amo a compartir con nosotros.
Ambos hombres me miraron con sus ojos grandes. Ninguno sabía de mi relación con Gael, quizás Benet lo sospechaba, pero yo había dicho que lo amaba y eso debió haber sido bastante sorprendente.
—Oh, eso es fantástico —Miguel fue el primero en reaccionar. Levantó su vaso y lo chocó con el mío. Para ese momento ya habíamos bebido mucho. Ni siquiera podía decir cuánto. —Por fin conoceremos al hombre que trae así de idiota a este chico.
—Bueno, pero ha logrado cosas que nadie había logrado antes ¿No? —continuó Daniel con complicidad. —Este muchacho finalmente terminó su Tesis, yo digo que él tuvo algo que ver.
—¿Tú crees? —consulté curioso. No lo había pensado, pero quizás sí tuviera razón. Otra razón para amarlo más. Sonreí y volví a brindar con ellos.
Aún no alcanzaban las nueve de la noche cuando una mano suave se apoyó en mi hombro. Para ese momento apenas era consciente de mi estado de ebriedad, al igual que los otros dos hombres.
Me giré encontrándome con la amable mirada de Gael. De inmediato me puse torpemente de pie y lo abracé con fuerza a mi cuerpo. Yo quería besarlo, en serio mis labios ardían por un beso, pero no podía porque sabía que él aún no estaba preparado para ese tipo de demostraciones públicas.
—Viniste antes —dije con alegría separándome de él para observarlo. Asintió y miró a los otros dos hombres que nos observaban curiosos. Benet casi espantado. —Él es la persona de la que les había hablado anteriormente, Gael.
—Es casi una sorpresa Iniestra —dijo Benet teniendo su mano a la suya. —Casi…
—Casi —sonrió Gale dándole un apretón. Movió su mano al otro hombre que simplemente lo inspeccionó. Yo no estaba seguro que él supiera de quién se trataba.
—Iniestra es uno de tus estudiantes Miguel —dijo Benet con suavidad. El hombre en cuestión alzó sus cejas, pero se reservó opiniones. —El responsable de que finalmente Alex ya no sea más un estudiante.
—No me avergüences Daniel —pedí aplastando mi mano en el hombro de Gael que me observaba de reojo y me daba una sonrisa.
—¿Vamos afuera? —consultó con suavidad. Observé sus hipnotizantes ojos antes de asentir e indicarle el patio exterior.
Él caminó delante de mí y me abstuve de abrazarlo con la espalda como lo hacía cada vez que él se encontraba frente a mí.
Gael me dirigió a un lugar apartado de la multitud y me observó coqueto durante unos segundos antes de tirar sus manos a los costados de mi cintura.
—Te esperaba más tarde —dije acariciando suavemente su mejilla. Él se apoyó en mi mano y sonrío.
—Te quería sorprender —confesó mordiendo su labio inferior. —Funcionó.
—Claro que funcionó, y te lo agradezco…—suspiré acercándome un paso más cerca, yo quería y necesitaba abrazarlo aunque hubieran muchos ojos mirando. —Creo que no debería beber más.
—No deberías, estás bastante borracho.
—Lo sé.
Gael me miró entre sus pestañas y se atrevió a acariciar suavemente mis antebrazos. Sonreí. Él se veía tan lindo, era tan hermoso.
—En serio estoy orgulloso de ti —sonrió amable. —Estaba seguro que lo lograrías.
—Esperaba que dijeras eso —dije terminando la distancia entre nosotros. Yo sabía que estábamos en público y que quizás Gael no se sintiera demasiado cómodo, pero él estaba tan relajado que parecía estar dándome permiso de estar más cerca. 
—Alex —me llamó moviendo sus pestañas lentamente, el movimiento era casi hipnotizante. Deslizó sus manos a mi cintura y las dejó tímidamente allí, y lo observé un poco, bastante sorprendido. Levantó sus labios en una sonrisa y susurró. —¿No deberíamos festejarlo de una manera diferente?—abrí mi boca imposibilitado de creerlo que quizás él estaba insinuando lo que yo quería que estuviera insinuando. Simplemente esperé. Había esperado meses, podía esperar unos segundos más sin emocionarme innecesariamente. — Quiero estar contigo… Quiero ser tuyo.
La felicidad me invadió por completo. Había deseado hacerlo mío desde el principio, quería y deseaba convertirme en uno con él, lo deseaba incluso más que respirar.
Sin poder pensar demasiado dónde estábamos aplasté mis labios contra los suyos y presioné mi cuerpo contra el de él. Gael me tiró aún más cerca y sus manos afirmaron con fuerza en los costados de mi cuerpo.
Me separé y lo observé a sus ojos. Él sonreía, grande, brillante, bonito.
—Me haces tan feliz gatito —confesé apoyando mi frente contra la suya. Sonreí grande rozando nuestras narices. Ese momento era todo lo que yo había deseado desde el principio, estaba feliz, Gael estaba conmigo, en mis brazos. No podía pedir absolutamente nada más. —Te amo.
Gael me miró un poco desconcertado por unos segundos y, lo entendí, yo debería haber esperado estar un poco más sobrio para decirlo, pero era la verdad y quería que él supiera la verdad.
No esperé una respuesta, no quería que él lo dijera porque yo lo había dicho. Quería que lo dijera porque en realidad lo sentía. Podía esperar más por eso, podía esperar años si era necesario. Yo solo quería decirlo y ser claro. Quería que supiera que era y sería la persona más importante de mi vida, pasara lo que pasara.
Bajé mis labios a los suyos y acepté su respuesta sin poder evitar descender mis besos a su cuello a pesar de que quizás habían personas viendo, a pesar de que Gael estaría avergonzado hasta la muerte después de eso, a pesar de que no todos entendieran que mi felicidad era completa y que tenía todo lo que quería entre mis brazos. A ese hermoso chico llamado Gael Iniestra.

MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora