Odié a mis jefes cuando no me dieron el día libre, yo quería y necesitaba estar con Alex cuando defendiera su tesis. Pero ellos habían hablado conmigo para darme las dos semanas de las fiestas y dos semanas más, “eso era más de lo que mereces”, habían dicho. Yo no quería un mes de vacaciones, no lo aprovecharía de todos modos. Tenía pensado ir a pasar las fiestas con mi familia y luego regresar para estar con Alex, ahora, menos que antes, no quería estar separado de él.
Sin embargo, no escucharon mis ruegos por darme la tarde libre. En serio me replantearía con seriedad regresar a trabajar allí luego de las fiestas. Estaba enfurecido por no tener consideración y dejarme compartir ese importante momento con mi novio.
Novio… me había acostumbrado a llamarlo así en mis pensamientos y frente a mis hermanos. Incluso frente a Catalina lo llamaba así pero aún no estaba tan seguro de si éramos o no formalmente novios. Yo no lo había preguntado nunca, ni él tampoco. Él me gustaba y yo le gustaba. Él me quería y yo lo quería. Yo… probablemente estaba muy enamorado de él para esas alturas, pero otra vez, nunca había sido claro.
Quería ser claro con mis sentimientos pero tenía miedo que él me rechazara, aunque las probabilidades eran casi nulas. Yo no era idiota y veía como me observaba, cómo me tocaba, como me besaba. Él me quería un poco más de como a un amigo con beneficios. Yo estaba seguro y esperaba eso.
Cuando Alex llamó para decirme que había aprobado ni siquiera pude contener la felicidad. Estaba tan orgulloso de él, estaba seguro que lo lograría, él era un excelente estudiante.
Salí al exterior tomándome “mis diez minutos de descanso” y hablé unos minutos con él que parecía completo. Se escuchaba tan bien que quería correr a él y abrazarlo, quería tanto estar a su lado en ese momento.
Suspiré de mala gana antes de ingresar y mi compañero de cocina me observó curioso.
—¿Algo anda mal?
—No —respondí de mala gana. No es que fuera muy amable de todas maneras.
Claro que luego de un rato y tras varios suspiros molestos más, él insistió más curioso que antes.
—Mi novio se acaba de recibir. Presentó su tesis, aprobó y yo quería estar con él. Quiero estar con él, pero no me dieron el día libre.
—¿Tú tienes novio? —consultó el hombre más que sorprendido.
—¿Tú eres gay? —consultó una chica, la que se encargaba del mostrador, un poco más lejos.
—Sí —dije sintiendo el calor invadir mis mejillas.
—Wow… —dijo el hombre sonriéndome con amabilidad. —No… no me lo hubiera esperado. No que seas gay, quiero decir, que tuvieras una relación. Tú te ves tan… ¿Serio? ¿Tímido? Ni siquiera sé cómo describirte —rió y otro de los muchachos, el de la ventanilla asintió en acuerdo.
—Ve Gael, podremos arreglarnos sin ti una noche —dijo el chico de la ventanilla. —En serio, nadie tiene por qué enterarse.
—¿De verdad? —quise saber casi saltando de alegría. Todos los presentes asintieron en acuerdo y casi corrí a cambiarme. Casi eran las nueve, nada tarde para una sorpresa.
Pasé por la cocina para agradecerles una vez más y volé al bar donde Alex me había informado que estarían celebrando, aunque no había aclarado con quien.
Afuera hacía frío a pesar de estar transitando los primeros días de diciembre. Parecía que iba a llover aunque no había oído nada. De todas maneras, eso no era lo que importaba, yo quería y necesitaba apresurarme para abrazar y felicitar a Alex con fuerza. Quizás él no lo necesitaba tanto como yo, pero no me importaba mucho en ese momento, quería ser egoísta por una vez y poner mis sentimientos por encima de los suyos.
Daniel Benet y el profesor Villegas estaban de espaldas a la entrada de lugar. Me alegré por eso, no sabía si Alex les había contado que yo iría, de hecho, yo no estaba en total conocimiento que ellos estarían allí, pero podía suponerlo porque sabía que tenían gran aprecio por Alex.
—En realidad no fue una sorpresa —dijo Benet relajadamente. Él no llevaba corbata y se veía extrañamente amable así. —Deberías haber visto a Alex cómo no podía quitar sus ojos de él desde el primer día de clases —se rió fuerte y sentí el calor subir a mis mejillas: estaban hablando de mí. —El chico Iniestra parece un buen muchacho.
—No lo conozco, sinceramente entre tanto alumno nunca resaltó —opinó Villegas con tono aburrido. Él siempre tenía ese tono aburrido. —Pero Alex se ve contento.
Subí un poco más la capucha de mi campera y pasé de ellos en busca del festejado. Respiré un par de veces mirando alrededor, pero él no estaba por allí. Pensé que estaba fumando afuera por lo que salí al patio externo y busqué detenidamente también, pero no había nada… ¿Ya se había ido?
Miré mi teléfono y no tenía ningún mensaje de él. Alex no se iría sin escribirme antes, aunque estuviera tan borracho como suponía que estaba.
Giré sobre mis talones para regresar y preguntarles directamente a los profesores cuando lo vi un poco alejado, él estaba hablando alegremente con alguien. Me acerqué con calma, quizás por fin conocería al famoso Josh, digo que él era su amigo, seguramente estaría presente en ese festejo.
Pero no. No era Josh.
Cuando el reconocimiento cayó sobre mí, mi estómago se revolvió.
León estaba allí, apoyado sobre una pared, oculto de la multitud. Tenía su cabello atado en una corta coleta y su ropa no se parecía a nada que usaría habitualmente. Las manos de Alex estaban apoyadas en los costados de su cintura.
Me congelé a unos pasos y observé, casi atónito la situación. ¿Qué demonios?
Cuando pude reaccionar me moví más cerca, ninguno de los dos podía verme desde mi posición, pero yo sí los veía y sí podía oírlos con claridad a pesar de la música que ambientaba el lugar.
—En serio estoy orgulloso de ti —dijo León con voz suave. Sus manos se encontraban posadas en los antebrazos de Alex. —Estaba seguro que lo lograrías.
—Esperaba que dijeras eso —sonrió Alex mientras sentía un ácido subiendo por mi garganta. ¿Él en realidad sabía que era León o…? No había manera que nos confundiera, no Alex.
—Alex —dijo León coqueto, mirándolo entre sus pestañas y deslizando sus manos a su cintura baja para llevarlo más cerca de él, sus cuerpos casi se estaban tocando. —Quiero estar contigo… Quiero ser tuyo.
Abrí mi boca para gritarle, quise mover mis pies e ir allí para apartarlos, pero confiaba, muy en el fondo de mi corazón que Alex se daría cuenta. Yo nunca le diría algo así, él sabía que yo no estaba preparado para eso, él lo sabía…
Alex sonrió grande y aplastó sus labios contra los de León que lo recibió feliz deslizando sus manos a su cintura para apretar con fuerza. Él se daría cuenta, Alex sabría que yo no lo tocaría tan descuidadamente en público, yo no era así. Él lo apartaría y lo miraría espantando.
—Me haces tan feliz gatito —dijo apoyando su frente sobre la de León.
¿Feliz?
¿Acaso no era feliz con lo que yo le daba? ¿Tan importante era el sexo para él? ¿Porque ni siquiera no lo había mencionado antes?
Lo observó intensamente unos segundos y sonrío más grande.
—Te amo.
Alex bajó su boca a la de mi hermano y besó con ganas.
Alex había dicho “Te amo”.
Él nunca me había dicho eso a mí.
Sentía mi corazón ir lento en mi pecho, casi lo sentía en mi garganta, quemándome, rompiéndome, matándome. Me ardían los ojos y mi estómago se apretaba con fuerza lastimándome mientras sus labios continuaban moviéndose a un compás que nunca habíamos alcanzado cuando nosotros nos besábamos. ¿Cómo demonios no podía notar que él no era yo? No… ¿Cómo demonios había pensado yo que él era mío?
Alex dirigió sus labios a su cuello y un gemido salió de entre los labios de León convirtiéndose en un incentivo para Alex para presionarse más sobre su cuerpo fundiéndose compatiblemente con él.
Reaccioné cuando el líquido en mi garganta empujó más fuerte obligándome a contener una arcada.
Giré sobre mis talones y corrí dentro. Choqué con algunas personas que me maldijeron mientras huía del lugar. Como si eso me importara. Yo ya estaba maldito desde el día de mi nacimiento. Yo nunca podría tener nada para mí, yo no podría ser feliz, nunca.
Logré alcanzar el exterior y caminé apresuradamente a un callejón para largar el contenido de mi estómago. Me sentía asqueroso, sucio, quería y necesitaba sacarlo de mi sistema, fuera lo que fuera, quería sacarlo, necesitaba hacerlo para poder respirar con normalidad una vez más.
Alguien me preguntó si me encontraba bien, una chica. Se posó al lado mío y acarició mi espalda mientras sus amigas le pedían que regrese con ellas y le decían que deje al borracho solo. Esa noche yo no había tomado ni una gota de alcohol.
—¿Estás bien? —consultó la chica una vez que ya no hubo nada más para sacar. La miré de reojo y asentí. Ella tenía una sonrisa amable en sus labios. —¿Necesitas que llame a alguien?
Volví mis ojos al suelo.
¿A quién?
Yo no tenía a nadie.
—Toma… —otra chica, amiga de la que aún acariciaba mi espalda, me tendió una botella de agua.
Me reincorporé y las miré agradecido abriendo el envase y bebiendo con ganas.
—Lo lamento —dije con voz débil. Con voz rota.
Respiré hondo tragándome el dolor e hice una reverencia con mi cabeza antes de alejarme de ellas, de ese lugar, de Alex y de León.
Llevé mi mano a mi boca cuando un sonido horrible y desconocido salió por ella. Sentí las lágrimas abandonar mis ojos y pronto estuve llorando como nunca antes lo había hecho. No recordaba haber llorado así, León siempre decía que los valientes no lloran, que yo no debía hacerlo, sólo los perdedores lo hacían.
Pues bien León, ganaste.
Otra vez.
El portero del edificio me dejó pasar. No sé por qué lo hizo, yo no lo hubiera hecho, pero quizás me reconoció, no lo sé. Corrí al ascensor y esperé hasta que me llevara al piso correcto. Caminé tratando de calmarme hasta llegar a la puerta y toqué. Pero yo no estaba calmado, apenas podía pensar, como cuando estaba con Alex, pero ahora era doloroso, demasiado doloroso.
Nano abrió los ojos grandes cuando se encontró con mi persona. Pero yo no quería a Nano, él era de León también.
Corrí cuando lo vi ponerse de pie y enterré mi rostro en su pecho. Me desarmé sobre Ignacio que no dudó ni un segundo en responder el gesto.
ESTÁS LEYENDO
MIO
Teen FictionEs fácil acostumbrarse a no esperar nada, a no querer nada, a dejar que las cosas simplemente pasen. Lo difícil es querer, esperar y luchar por algo... o alguien.