75. Familia.

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Casi me atraganté con la comida cuando los vi moverse impunemente hacia el lugar, como si fuera una maldita reunión familiar. Gael apenas los miró, su pizza de pepperoni era mucho más interesante para él en ese momento.

Sumaron unas sillas y se sentaron en silencio, con sus ojos fijos en Gael y en mí.

—Justo a tiempo —dijo León con una sonrisa socarrona en sus labios. Lo odiaba. Tanto.

Miró lo que su hermano había elegido y fue por el mismo gusto, agradecí que no tomara la porción de Gael porque sino eso hubiera terminado en una guerra, una guerra muy sangrienta.

No lo había notado antes, pero la comida era demasiada, me sentía casi estúpido al no darme cuenta que estábamos esperando a más personas.

—¿Cómo estás Gael? —consultó Nano. —Ha pasado un tiempo.

—Estoy bien —dijo, haciéndose pequeño otra vez. En serio, odiaba a esos sujetos.

—No te ves bien —ese fue León. —Estás más delgado —observó provocando que todos miraran y algunos asintieran en acuerdo.

—Gael está un poco más fornido, de hecho —dije siendo esa, quizás, mi primera oración de la tarde. —Se ejercita bastante en la panadería, y ha sacado músculos. No se preocupen por la comida, cocina exquisito y nutritivo, soy quien degusta su comida todos los días.

—¿Tú que haces aquí? —consultó Nano mirándome de una horrible manera.

—Alex es el novio de Gael cariño —dijo Lorena con una nota de advertencia en su voz. —Por supuesto está invitado.

—La última vez que lo chequeé estaba en el extranjero, en pareja con otro hombre.

La mano de Gael se apretó en la mía y yo me tensé a su lado. Me gustaría tanto golpear a esos dos sujetos. En serio, se lo merecían.

—Gael y yo estuvimos un poco distanciados por unos sucesos de los que claramente estás al tanto y fuiste parte Nano, así que no intentes sacara a relucir hechos dolorosos para tu hermano y para mí —dije lo más cordial que pude. Miré a León a punto de abrir su boca y negué con mi cabeza. —No lograran separarnos esta vez.

—¡Nosotros no

—Fernando —cortó Ignacio al chico cuando comenzaba a alzar la voz. Amelia también lo miraba con sus ojos grandes y cautelosos. —Basta.

Nano respiró un par de veces para calmarse y luego simplemente se sirvió una porción de comida.

—Gael nos estaba poniendo al tanto de su trabajo —dijo la mujer simulando alegría. Todo allí era muy incómodo.

Gael se llenó la boca para no hablar, era un puto genio.

—¿Ustedes cómo han estado ustedes? —consulté yo dirigiéndome a la mujer.

La madre me miró un poco sorprendida y luego comenzó hablar sobre cómo le faltaba menos para jubilarse, pero cómo aún pensaba seguir trabajando para poder ayudar a Abril a terminar sus estudios. Gastón habló menos, pero, ante una pregunta de Ignacio, dijo que ya no podía hacer ningún trabajo porque los dolores eran terribles y mantenerse en pie durante algunos minutos era una tortura.

La charla giró en torno a lo que Abril estaba estudiando y agradecí que ella pusiera especial énfasis en cada detalle.

Cuando las pizzas se terminaron y estaba por pedir más, Gael se puso de pie.

—Nosotros nos vamos a ir. Tenemos un compromiso con unos amigos —dijo tirando su mano a la mía. Sonreí a la multitud y me puse de pie a su lado.

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