Se estaba convirtiendo en desgastante. Sólo habían pasado tres meses. Había pasado la primera camada de exámenes con éxitos, pero se venía la segunda y yo me sentía agotado.
El trabajo no estaba ayudando tampoco. Por alguna razón la gente estaba comprando más y más cada día y se estaba volviendo muy duro. Habían sumado gente también y eso había reducido mucho mi espacio personal.
Alex y yo no habíamos vuelto a tocar el tema. Él seguía pasando tiempo conmigo, me seguía enseñando o simplemente compartiendo algún momento en el que yo estudiaba y él lo hacía también. Pero no había indicios de querer acercarse más de lo necesario, no por lo menos sin mi permiso. Fue como si la charla en su automóvil no había cambiado nada.
Aunque sí lo había hecho. Milagrosamente León se había dejado caer en los lugares que yo frecuentaba con bastante regularidad. Incluso se había ganado la confianza del a bibliotecaria y había días que simplemente ingresaba a mi exsolitario lugar con toda impunidad.
León se había comenzado a llevar demasiado bien con Victoria y también con Alex; incluso Victoria y él había organizado una salida para ese fin de semana. Obviamente yo estaba invitado. Obviamente yo no iría. Alex también estaba invitado, pero a diferencia de mí, él dijo que iría, necesitaba distraerse.
—Tengo que trabajar más tarde —dije cuando León me preguntó, el sábado a las nueve de la noche, por qué no estaba arreglado y listo para salir. "Nos" veríamos a las diez con los muchachos.
—Pero dijiste que irías.
—Me llamaron hace un momento. No puedo ir si tengo que trabajar León, tú sabes que necesitamos el dinero —mentí. Yo era bueno mintiendo. Sobre todo a mi hermano.
—Ahora parecerá que quiero robar tus amigos —lo miré y me tragué la respuesta antes de volver mis ojos a mi celular. —¿No puede reemplazarte alguien más?
—No.
—Gael.
—Se está haciendo tarde León —suspiré mirando el reloj. Había oído que Alex pasaría por él en unos minutos. —Ya habrán más salidas.
—Bueno, como sea. Tú te lo pierdes —dijo de mala gana tomando su campera y su billetera. —Diviértete.
—Tú también —dije abriendo el mensaje de un compañero de grupo. Él y yo no nos hablábamos y el mensaje no era estrictamente para mí, sino para el grupo en general. Pero estaba invitándonos a una fiesta.
Miré la hora una vez más. Yo no tenía que reemplazar a nadie, pero no quería quedarme pensando en cómo había dejado que León robara a las únicas dos personas a las que habían llegado a llamar amigos por el corto periodo de dos meses. Patético.
Yo voy. Escribí recibiendo emoticones de fiestas de los otros sujetos. Otra vez. Ellos y yo no éramos amigos. Pero realmente ¿Para qué quería de esos si finalmente alguien más los robaría? Podía tener compañeros, podía seguir teniendo conocidos con los que salir. No necesitaba más que relaciones superficiales. Yo no quería nada más que relaciones superficiales.
Me vestí rápido, pero elegí mi mejor ropa. Bueno, no es que tuviera "una mejor ropa", pero elegí la que se viera menos mal en mí. Arreglé mi cabello y salí al frío exterior con dirección a la improvisada fiesta de Lalo, el muchacho con el que apenas había cruzado dos palabras. La única consigna era llevar algo para beber.
Pasé por una tienda a comprar dos six packs y continué mi camino. También compré cigarrillos, no es que yo fumara, pero sabía hacerlo y de vez en cuando estaba bien. Esa noche quería encajar, aunque sólo fuera un poco. Esa noche quería dejar de pensar en cómo ellos serían tomados por León luego. Disfrutaría esa noche, sólo eso.
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MIO
Roman pour AdolescentsEs fácil acostumbrarse a no esperar nada, a no querer nada, a dejar que las cosas simplemente pasen. Lo difícil es querer, esperar y luchar por algo... o alguien.