Especial Ignacio 2/2
Conduje rápido de regreso a casa. Nano tendría muchas preguntas y debía darle aunque fuera escuetas respuestas, era su hermano y era lógico que estuviera preocupado.
Claro que cuando ingresé en mi casa y vi a ese sujeto allí, todos mis planes cambiaron en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Dónde está Gael? —consultó León en cuanto me vio cruzar la puerta, con preocupación.
Idiota.
Me acerqué a él con grandes zancadas y extendí mi mano abierta a su rostro.
El silencio se perdió tras el sonido de mi piel contra la suya. Observé a Tiziano perderse por el pasillo con Amelia entre sus brazos, Josh con sus manos en su boca y Nano estupefacto tras León.
León bajó su mirada y apretó su mandíbula. Sus manos, a los costados de su cuerpo, estaban apretadas con fuerzas. Yo rogaba porque él devolviera el golpe, quería una excusa para pegarle más fuerte. Pero no lo hizo.
—Está es la última vez que tomas algo que es de él ¿Escuchaste? —consulté terminando con el espacio entre nosotros. Mi mano se dirigió al cuello de su camisa y tiré cerca de él hasta que nuestras narices chocaron. El cuerpo de León estaba tenso, su respiración pesada y sus ojos entrecerrados, con notable frustración.
En su cuello se podía apreciar una gran y reluciente marca de un beso. Apreté más fuerte.
—“León tomó lo único que me importaba. Lo único que quería. Otra vez, él ganó.” eso dijo Gael —susurré. Respiré un par de veces con dificultad y lo solté dándole un fuerte empujón. —Si yo me entero que tú te atreves a tomar otra vez algo de él, aunque sea una mísera migaja de pan, no será mi mano abierta con la que te encuentres ¿Entendiste?
Sentí la mano de Nano en mi pecho, pero no lo miré. Yo había hecho una pregunta y quería una respuesta.
—Te hice una maldita pregunta. ¿Entendiste? —insistí apretando mis manos, me ardían por arrebatar contra él.
—Sí —respondió sin poder mirarme.
Respiré un par de veces más hasta que las manos de Nano en mi rostro me hicieron mirarlo. Él tenía un gesto preocupado. Yo sabía por qué. Nunca antes había golpeado a alguien, yo no era una persona violenta, eso era extremadamente extraño viendo de mí.
—¿Ignacio? —consultó mientras veía de reojo a Josh llevarse a León a la cocina. Observé lo ojos de Nano y llevé mi frente a la suya.
—Lo lamento —dije tragando saliva. Deposité un beso en sus labios y me alejé. —Iré por cigarrillos, vuelvo en unos minutos.
Salí apresuradamente del lugar hasta que estuve fuera y pude respirar la brisa de la noche. Yo no necesitaba cigarrillos, necesitaba alejarme de ese horrible sujeto antes de hacer algo más innecesario que abofetearlo.
Me subí al vehículo y me dirigí a un drugstore. Compré los cigarrillos de todas maneras y fumé uno a pesar de que tenía una seria regla de no fumar dentro del vehículo, pero lo hice porque necesitaba calmarme. Fue en ese momento en que oí un pequeño pitido dentro de la cabina. Y otro. Y otro.
Busqué hasta que encontré el celular de Gael entre la puerta y el asiento. Tenía código de bloqueo así que no pude abrir los mensajes, pero en la vista previa pude ver que había muchos mensajes, de una tal Catalina, de un grupo de estudio y de León. El muy maldito había, incluso, enviado muchos textos a su hermano después de semejanza hazaña. Ese muchacho era realmente horrible.
Cuando regresé a casa León ya no estaba allí. Tiziano y Josh tampoco. Amelia dormía y Nano me esperaba con un café en la mesa.
Apreté el celular en de Gael en mi bolsillo y pensé en entregarlo, pero no lo hice porque sabía que Nano intentaría revisarlo.
—¿Dónde está mi hermano? —fue su primera pregunta.
Me senté en la mesa y le di un trago de mi café. Había prometido a Gael que no diría más de lo necesario.
—Fue a casa.
—León llamó y Gael no está en el departamento —negué con mi cabeza.
—No. Él me pidió que lo lleve al terminal de ómnibus. Él quería ir a casa de tus padres —dije tranquilo. Nano parecía más confundido que enojado y eso era bueno.
—¿Lo dejaste ir solo?
—Gael es un adulto Nano.
—¿Acaso no viste cómo estaba? —consultó exaltado.
—Lo vi —dije. —Pero también lo escuché y él pidió tiempo y espacio. Gael había terminado con sus exámenes, sólo estaba retrasando su viaje para poder ir con León y para poder estar unos días más con Alex. Visto y considerando que por el momento no quiere saber nada de ninguno de ellos me pareció correcto que pudiera viajar ahora.
Nano escuchó con atención, analizó la información durante unos segundos y asintió una vez.
—¿Me vas a decir que pasó? —continuó con cuidado. —Nunca había visto a mi hermano así, yo no sabía que él siquiera podía llorar, mucho menos de esa manera.
—No corresponde que sea yo quien te diga qué paso —dije a modo de disculpa. Le di unos sorbos a mi café y agregué. —Puedes esperar a que Gael te diga o tú puedes simplemente preguntarle a León. Él te lo puede decir, incluso mejor que Gael. Aunque claro —lo miré fijamente durante unos segundos —yo creo que ya te has dado una idea.
Bajó su mirada a la mesa y la dejó allí unos segundos. Yo se lo había advertido, muchas veces. Alex sólo era lo próximo a tomar, como si fuera algo natural, como si no importara. Pero él no me había oído, ninguna de las veces “´León no es así, no sé por qué insistes. Nunca le haría algo semejante a Gael. Él lo quiere”, eso había dicho cuando decidí darme por vencido.
—Yo aún no puedo creerlo —murmuró apenas audible. —¿Estás seguro que
—Yo no quiero pelear contigo en este momento. Tú viste a tu hermano —dije poniéndome de pie. —Ahora iré a descansar. No es contra ti, pero si seguimos hablando lo único que pasará será que yo golpee nuevamente a León la próxima vez que lo vea.
—De acuerdo, lo lamento —dijo poniéndose de pie para abrazarme. —No voy a decir nada más, lo lamento.
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MIO
Teen FictionEs fácil acostumbrarse a no esperar nada, a no querer nada, a dejar que las cosas simplemente pasen. Lo difícil es querer, esperar y luchar por algo... o alguien.