Besé con fuerzas, con ganas y Gael me lo permitió. Pero no lo marqué, no podía... no era mío, nunca lo había sido.
—Tenemos que cenar —gimió exponiendo su cuello.
—Dilo con más convicción —me reí abandonando su piel para buscar sus labios. Él se movió más rápido y me besó, devoró mi boca mientras sus manos tiraban suavemente de mi cabello. Su respiración estaba agitada, sus manos temblaban mientras intentaba acercarme más.
—Tenemos que cenar —lo intentó otra vez. Se separó poniendo su frente sobre la mía, limpió mi boca con sus pulgares y sonrió. Sus mejillas se veían bien sonrojadas, sus ojos brillaban de deseo, sus manos temblaban con anticipación. —Tenemos que cenar.
—Bien —dije soltando su trasero, pero aun manteniendo el contacto. —Tienes razón, sería una lástima que se enfriara.
—Sí... —se alejó un paso y me observó otra vez. —Estás cambiado ahora Alex.
—¿Cambiado?
—¿Te volviste más pequeño? —bromeó dándome la espalda para ir por la cena. Sonrió cuando se encontró con mi mirada seria.
—Tú creciste Gael, tú estás cambiado. Ahora estás más feo incluso.
—Mientras tu cuerpo reaccione a mí, "feo" no es un insulto.
No quise seguir con aquello. Decirle que no era necesario que fuera "guapo" para excitarme no era algo que me gustaría decirle, aunque fuera en parte verdad, en parte mentira.
Nos sentamos en silencio y comimos de esa manera también, la película que yo había elegido fue la encargada de ocupar nuestra atención. La hora de dormir llegó más rápido de lo que esperaba. Gael se dio una ducha primero y yo lo hice después... podríamos haber ido juntos, pero eso era algo que harían las parejas, y nosotros en ese momento sólo éramos amantes.
Cuando llegué a acostarme Gael ya estaba descansando. No dormido, pero sí acostado y con la luz apagada.
—Mañana debo irme muy temprano.
—¿Qué tan temprano?
—Salgo a las cinco para poder llegar a horario. Pero tú puedes quedarte y dejarme la llave bajo alguna planta.
—No hace falta. Nos vamos juntos... otra recomendación sería que no dejes a cualquiera en tu casa. Podrían robarte.
—Primero que nada, no tengo nada que puedas robarme Alex —rió girándose para mirarme. Yo estaba de cara al techo. —Y segundo, tú no eres cualquiera y lo sabes.
—Podríamos irnos más tarde, sin embargo —continué ignorándolo. Seductor. Gael era un maldito seductor nato. —En quince minutos estaríamos en tu trabajo, así que yo te llevo.
—¿No te importa lo que pueden llegar a decir?
—Serán las seis de la mañana Gael, nadie nos verá.
Me equivoqué, por supuesto que me equivoqué.
Cuando estacioné frente a la panadería porque llovía a cántaros, no sólo sus compañeros que ingresaban me vieron. Ian también estaba allí, dejando a Polo.
Mierda. Mierda. Y más mierda.
Polo me observó alzando sus cejas y miró a Gael que se apresuraba dentro, pero era detenido por otro sujeto que comenzaba a llenarlo de preguntas, incluso se inclinó sobre él buscando alguna marca. El novio de mi amigo se movió rápido y los apartó, pero era más o menos demasiado tarde. Claramente ese sujeto era uno de los amantes de Gael.
ESTÁS LEYENDO
MIO
Teen FictionEs fácil acostumbrarse a no esperar nada, a no querer nada, a dejar que las cosas simplemente pasen. Lo difícil es querer, esperar y luchar por algo... o alguien.