41. Injusto

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—Me dejó —dije a Ian quién me observó con sorpresa. —Mi chico me dejó.

—Bienvenido al club —respondió levantado su cerveza para chocar la mía.

Luego bebimos hasta perder la conciencia. Dejamos la cerveza y la reemplazamos por tragos más fuertes mientras Ian decía que el destino nos había unido, que nosotros estábamos felices y tristes en los mismos momentos, que eso era el poder de la amistad.

Quise reírme de eso, pero no tenía fuerzas, lo único que quería hacer era beber hasta olvidar. Y así lo hice.

Ian se fue en algún momento. Cuando reaccioné fue porque recibí una llamada de su número, pero por supuesto no era él quien hablaba. Era el idiota de Polo.

Bueno, a pesar de todo Ian no estaba solo. No tanto como yo.

Bebí un poco más para poder recuperar el sueño y cuando desperté al día siguiente Josh dormía a mi lado. Debía quitarle la maldita llave de repuesto que le había dado.

—¿Por qué estás aquí? —consulté con voz ronca.

—Estoy durmiendo, no me molestes.

—Estás en mi cama, necesito respuestas.

—Oh, nada importante. Tuve una noche horrible el día anterior, y anoche cuando estaba durmiendo una sexy voz me dijo que tú estabas bebiendo y que quizás necesitabas compañía.

—¿Sexy voz?

—Un tal Polo llamó —dijo girándose para verme. —Sexy voz... ¿Acaso el idiota de Ian no tiene buen gusto?

—Ustedes tiene gustos similares ¿No crees? —consulté saliendo de la cama. —Y no creo que a tu chico le guste que hayas dormido en la cama de otro hombre.

—Tiziano está bien con eso si ese hombre eres tú... no eres una amenaza.

—Sólo porque no me gustas de esa forma Josh —suspiré. Necesitaba tomar un baño. —Vete. Ya estoy mejor.

—Oye... —dijo ignorándome. —¿Cómo se llama tu novio?

—No tengo novio.

—El chico con el que te veías ¿Cómo es su nombre?

—Gael —dije. Su nombre lastimando mi garganta.

—Ya veo...

—¿Qué ves?

—Que el mundo es un pañuelo Alex, eso veo —suspiró saliendo de la habitación para dirigirse a mi cocina cantando una alegre canción. Lo odiaba tanto en ese momento. Lo odiaba porque él era feliz y yo miserable, y me odiaba por odiarlo por eso.

Llamé a Ian una vez que salí del baño. Él estaba con el estúpido de Polo. Bueno, lo entendía, Ian estaba enamorado y a pesar de lo que le había hecho quería estar con él. Yo quizás hubiera hecho lo mismo, no lo sé. Aunque claro, Gael no hubiera ni siquiera pensado ni una vez en desarrollar un plan tan macabro como el que había hecho Polo, pero en fin... Ian estaba siendo feliz con ese idiota y eso era lo que debía importarme. Él aún podía ser feliz.

—Ya te dije que te vayas —dije sentándome en la mesa que aún permanecía frente a la ventana, donde la habíamos puesto con Gael. Gael... quería verlo.

—Estoy preparando el desayuno.

—No tengo hambre.

—Pues qué pena porque comerás, por lo que veo con Ian no hicieron más que beber —continuó mientras un delicioso olor salía de mi cocina. Tenía hambre, pero no tenía ganas de comer. —Alex ¿Conoce a Nano?

MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora