11. Su tipo.

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Saqué mis cosas de mi mochila mientras León iba por un baño. Él estaba extremadamente enojado, nunca lo había visto así, incluso no me estaba dirigiendo la palabra lo cual era realmente extraño viniendo de él. Lo bueno era que si pensaba que eso me molestaría estaba muy errado. No había nada que quisiera más que no escucharlo justo en ese momento.

Me senté en mesa y respondí el mensaje de Alex. Un "todo bien" fue suficiente. Él no tenía por qué saber el desastre que había sido. Se lo podría decir después, cuando nos viéramos. De todas maneras él no podría hacer nada en ese momento si se lo decía.

Miré la hora y apenas pasaban de las seis. Yo quería ir a dormir, pero era demasiado temprano aún, así que fui por la merienda mientras oía a León moverse en la habitación. Si no dormía yo, sería genial que lo hiciera él, pero claro que no lo haría.

—Ahora que Nano no está, dime ¿Eso fue una maldita broma? —consultó tirando su mano a las tostadas que me había preparado. Afirmé la taza entre mis manos para que no me la quitara. Incluso sentía el impulso de escupir en ella para que no lo hiciera.

—No.

—¿En serio? —consultó casi asqueado. No respondí. Yo ya le había respondido lo que quería saber. —¿Te gustan los hombres ahora? —me encogí de hombros. —Nunca dijiste nada, ni siquiera cuando Nano lo dijo, ¿No es eso raro?

—Nunca me sentí atraído por nadie, no sabía que me podía gustar un chico —dije dándole un sorbo a mi infusión. Los ojos de León siguiendo mis movimientos. Yo no la soltaría. No le daría la oportunidad de robarla.

—Estás confundido —determinó. —Alex no te gusta, Nano tiene razón, él se está aprovechando de ti. A ti te gusta Victoria.

—No. Ella no me gusta —dije mirando disimuladamente el chaleco que habían colgado en el perchero. Era de Victoria. —Lo cual es genial porque si no sería incómodo.

—Sólo fue un acostón —dijo restándole importancia. —Y no creo que por ese acostón tú corras a

—Alex y yo llevamos un tiempo en esta situación —dije encogiéndome de hombros. —No es algo de ahora.

—¿Estás hablando en serio? —asentí. —¿Por qué no dijiste nada? —me encogí de hombros. —Yo... no sé cómo sentirme respecto a esto.

No le respondí. Aunque se lo dijera él no lo tomaría así que simplemente continué bebiendo mi chocolatada.

—¿Qué te gusta de él? —le dio otro encogimiento. —No. Definitivamente tú estás confundido. Te sientes bien con Alex y piensas que te gusta porque él te trata bien, te trata como un amigo. Pero las relaciones son así Gael, tú no tienes que acostarte con las personas para recibir atención a cambio.

—¿No es lo que haces tú? —consulté y él me miró ofendido, pero no respondió.

—Yo hablaré con Alex. Le diré que deje de aprovecharse y

—Alex no es tan paciente como lo soy yo León —le di el último trago y solté la taza. León la tomó en un rápido movimiento, pero me fulminó con la mirada cuando encontró que estaba vacía. —Estudiaré un poco, mañana no retomamos las clases, pero sí tengo que ir a trabajar así que quiero aprovechar esta tarde.

León abrió la boca para protestar, pero de inmediato llevó sus ojos a sus propias fotocopias. A diferencia de mí, él no había llevado nada para leer y probablemente estuviera bastante atrasado así que también se sentó a estudiar en completo silencio. Agradecí el gesto.

Yo me fui a dormir alrededor de las doce, él se quedó leyendo. Habíamos cenado la comida que habían enviado Eva: milanesas con puré. Nada impresionante, pero nos salvó de tener que cocinar afortunadamente porque no teníamos casi nada en la heladera.

MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora