56. Alguien más.

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Ni siquiera sé cómo volví a mi departamento. Sólo sé que desperté en mi cama con Marco a mi lado. Él sabía que no me gustaban los abrazos o estar pegados en la cama, así que simplemente descansaba en la parte opuesta de mi cama.

Yo traía la ropa puesta lo que significaba que no habíamos tenido sexo. Buen indicio si no quería confundirlo.

Me puse de pie con cuidado para no despertar a mi compañero y, con un dolor punzante en mi cabeza, fui a la ducha. Odiaba las resacas, era mi parte menos favorita de beber, y es por eso que no lo hacía tan seguido.

Me observé en el espejo esta vez. Sí... por suerte no me había acostado con Marco la noche anterior, las marcas de Gael aún seguían allí. Hubiera sido un poco complicado de explicar... bueno, en realidad no tanto, él sabía que yo había dejado atrás y no sería difícil de comprender que nos habíamos reencontrado, pero en serio no quería dar explicaciones.

Cuando volví Marco no estaba allí. Marco adoraba cocinar, no sería complicado de adivinar que él estaba preparando un rico y nutritivo desayuno mientras su valija descansaba cómodamente en el suelo de mi habitación.

Efectivamente Marco estaba en mi cocina haciendo hotcakes. Me saludó con una gran sonrisa y me invitó a sentarme donde ya me esperaba mi café con dos de azúcar.

—Buenos días amore mío.

—Buenos días Marco... —suspiré. Incluso parecía que él lo estaba haciendo apropósito. La noche anterior también, se había comportado como un maldito novio modelo. —¿Qué estás haciendo aquí?

—Te dije que te extrañaba.

—No me jodas... tú sabes qué no es cierto y sabes cómo es nuestra relación —dije de mal humor recibiendo mi hotcake. Marco sonrió grande.

—Tus amigos ya me aman.

—Uno de ellos iba a ayudarme a buscarte una habitación a las doce de la noche.

—Josh, sí... podía sentir su mirada penetrante —rio sentándose frente a mí con su propio desayuno. —Oh, vamos, yo sólo quería divertirme un poco.

—No puedes quedarte aquí.

—Alex, ya me estoy quedando... vi que tienes una habitación de invitados. Me quedaré unos días.

—No. Esa habitación no está habitable, y tú no te puedes quedar —dije de mala gana.

—Yo quiero quedarme en calidad de amigo, no te espantes, tú no me gustas tanto... estaba actuando anoche —suspiró de mala gana. —En serio tuve negocios en la otra ciudad, me acordé de ti y vine. Amo este país... soy muy popular ¿Sabes?

—Busca a otra persona para quedarte entonces.

—¿Por qué? ¿Volvió tu chico?

—No.

—Oh.... Volvieron —dijo interesado y burlón. —¿Necesitas ayuda con eso?

—Necesito que busques un lugar para quedarte.

—¡Hoy es sábado! Aguafiestas. Me quedaré. Cocinaré para ti... es un buen intercambio —me guiño un ojo. Ese sujeto era imposible.

—Sólo hasta el lunes ¿De acuerdo? No más y no dormirás en mi cama.

—Quiero esa habitación.

Negué una vez más comiendo de mi desayuno y señalé el sofá. Él se rió fuerte y negó con su cabeza. No lo tomaría.

Eran apenas las once cuando terminamos de desayunar. Marco me exigió que lo acompañara a comprar cosas para comer y beber, así que tuve que hacerlo. En algún momento me pidió pasar a comprar algo para merienda, algo dulce, y pensé en la panadería que trabajaba Gael, pero desestimé la idea, no sería buena idea a pesar de que nosotros ya no éramos nada.

MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora