Prólogo

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Nerea levantó el cuchillo y lo puso sobre el pecho de su amado Príncipe Andrés. Las palabras de la Sabía de las profundidades resonaron en su cabeza:

- Pecesito tonto, ya le has entregado tu corazón. Él no te correspondió. Tu alma se ha condenado a volver al lugar en el que nació, el mar; te convertirás en espuma del inmenso océano. La única forma de salvarte es que destruyas su vida a cambio de la tuya. ¿Estás dispuesta a hacerlo?

La mano de Nerea tembló, lágrimas desgarradoras caían por sus mejillas. Recordó las palabras de su padre y su madre:

- Los seres humanos no son confiables. Son egoístas por naturaleza. Una sirena no debería acercarse a ninguno de esos seres de dos piernas. El mar nos protege. Lo que llamas "tierra", lo que tanto te llama la atención, pertenece al enemigo.

Nerea cerró los ojos y bajo lentamente el cuchillo, a menos de tres milímetros de atravesar el corazón del hombre al que ella le entregó su corazón.

- ¿Por qué seguir empeñada en protegerlo? Nerea, él ya eligió a alguien más. Qué es más importante ¿tu vida o la vida del humano que que provocará tu muerte? - dijo su hermana mayor, Briseida.

- Un humano menos no hace la diferencia, al fin y al cabo, fue él quién te ha llevado a tu perdición - dijo su hermana menor, Meredith.

Nerea alejó el cuchillo, su rostro manchado de lágrimas en la noche de luna llena.

- No puedo hacerlo...

Dejó la daga en la mesita junto a la cama del Príncipe Andrés y su esposa, la Princesa Lirio. Dio dos pasos atrás con el rostro pálido antes de darse la vuelta decisivamente y caminar sin titubear al balcón.

- Elijo tu vida por sobre la mía... Espero que seas feliz, Príncipe Andrés, con la mujer que elegiste... Yo no tengo derecho a interferir... Perdóname madre, padre, mis queridos hermano y hermanas... Lo siento, abuela... Ya no puedo continuar...

Bajo del balcón, olvidando su broche de perlas al saltar para salir del palacio.

Caminó hacia la playa, la fría arena entre sus dedos, amaba esa sensación. Ya no había lágrimas en su rostro, solo una sonrisa tranquila. No había tristeza, era como si ella no fuera la que estaba a punto de disolverse en el mar.

Cuando sus pies tocaron el agua, sintió que su alma se convertía en espuma.

- ¡Marina, espera! - aunque el príncipe había llegado, ya era demasiado tarde, lo último que vio de ella fue esa sonrisa alegre que siempre la caracterizaba. Fue muy tarde para corregir errores.

El príncipe se casó con la mujer de la que se enamoró. La sirena, que nació en el mar, volvió a ser parte del mar convertida en espuma. Su vida, mejor dicho, su muerte se convirtió en leyenda.

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Violette De la Costa cerró bruscamente el libro que tenía en las manos y lo arrojó con enojo al otro lado de la habitación. Su semblante retorcido podría asustar a un niño de tres años.

- Ya lo has leído como tres veces, ¿por qué sigue molestándote? - Roxana Del Rosario levantó la vista de su laptop brevemente para mirar a su compañera de cuarto.

- Es que... ¡¿Es tan difícil reconocer a quien te salvó la vida?! ¡Ese Príncipe Andrés es un completo tarado! ¡Idiota, estúpido! La existencia que tiene el IQ más bajo en el mundo - Violette apretó los dientes mientras se quejaba, quería golpear un par de veces a ese estúpido príncipe en sus partes nobles.

- Por eso es un "un cuento clásico pero trágico" - comentó Victoria Villarreal mientras cerraba su maleta de viaje.

- Es una historia demasiado tétrica para ser un "cuento". Honestamente jamás me gustó leer ese tipo de historias - Vanesa Dávila habló desde el baño mientras empacada sus últimas pertenencias para volver a casa estás vacaciones.

- ¿Estás lista, Vio? - Victoria se colgó una mochila en la espalda y agarró su maleta rodante.

- Ah lista - Violette suspiró, recogió y guardo el libro de tapa gruesa en su bolso antes de agarrar su maleta para seguir a sus otras dos compañeras.

- Adiós, Roxi - Vanesa se despidió de la última chica, que estas vacaciones no pensaba volver a casa.

- Cuídense. Que tengan buen viaje - Roxana sonrió al ver la partida de sus amigas, aunque se sentiría sola estos dos meses, entendía que ellas debían ir a ver a sus familias.

Las tres chicas subieron al auto de Vanesa, quien llevó a las otras dos al aeropuerto antes de dirigirse por carretera a su ciudad natal.

Violette y Victoria esperaron sus vuelos, no volarán juntas ya que sus ciudades natales eran diferentes.

- Pasajeros del vuelo XXX444 con destino al País R, por favor pasar a la sala de embarque número 13B.

- Es mi vuelo. Debo ir - Violette se levantó de la silla - Adiós, Vicki - con estas palabras se alejó una vez que su amiga la despidió con la mano.

El vuelo XXX444 partió el día 09 de diciembre del año 2xxx a las 15 horas, de la Ciudad Capital del País Z con destino al País R. El avión tuvo una falla técnica en medio del viaje, los motores explotaron, el avión cayó al mar. De los 180 pasajeros en el avión, 175 murieron y 5 se desconoció el paradero de sus restos. Los tripulantes de cabina también murieron. No se salvó nadie.

Una de las cosas que encontraron las autoridades, flotando en el mar, fue un libro de portada azul y tapa gruesa. Por la apariencia del papel bastante antiguo. Fue recuperado pero la mitad de sus páginas ya eran ilegibles debido al agua que deshizo el papel y corrió la tinta. El título de ese libro era: La sirenita.

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N/Autor:

Aquí vengo yo con una nueva historia. Disfrútenla.

Bienvenidos sean a:
La sirenita: ¡Así no será la historia!

La sirenita: ¡Así no será la historia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora