EXTRA V: Relatos de las perdidas. (1)
Coral Ryuku abrió lentamente sus ojos, estaba desorientada y no sabía en donde estaba. A su alrededor no había más que plantas y flores, y la superficie en donde estaba acostada se balanceaba al ritmo del agua.
— Bienvenida al noveno cielo, hermosa niña — una voz amable rompió el ambiente silencioso. Al levantar la mirada Coral vio a una elegante mujer vestida de color rosa parada sobre la hierba, el cabello negro azabache de la mujer llegaba a sus tobillos y estaba trenzado, sus ojos eran color verde selva y su mirada era compasiva e inteligente.
— ¿Quién eres? — Coral susurró con cautela, sintiendose incapaz de confiar en un humano. Después de todo, fue un humano quien le rompió el corazón y la arrinconó a su muerte.
Coral se autodespreció en silencio al recordar todos los eventos de su vida.
Matar a la persona que amas para salvar tu vida, ¿qué tan despiadado hay que ser para hacer eso? Coral no lo sabía, solo sabía que ella no era capaz de hacerlo y aceptó la llegada de la muerte sin arrepentimientos e incluso con algo de alivio.
— Mi nombre es Tamara, soy un hada* celestial de las palmeras y sirvo al dios de las plantas y la diosa de las flores — la mujer habló con suavidad — He venido por ti. De ahora en adelante servirás a la futura diosa de las flores, la pequeña princesa del palacio floral, como sirvienta personal.
(* No hada la que tiene alas, sino el “hada" que viene de una criatura no humana que tiene el poder suficiente para adquirir una forma humana, también llamado “espíritu")
— ¿Una sirvienta? — Coral estaba cohibida al escuchar esa palabra. Ya había sido una sirvienta cuando persiguió a su primer amor y no fue una experiencia agradable. Si la vida para una plebeya sin maná en la sociedad humana ya es difícil, lo es aún más para una sirvienta ciega. No es una vida a la que quiera volver — No quiero — con estas palabras se dispuso a sumergirse en el agua para escapar. Ahora que había recuperado sus aletas, sería muy sencillo para ella huir nadando.
— Espera un momento — Tamara no pareció sorprendida, pero si un poco nerviosa — No es seguro que una criatura semi mortal vague por los cuerpos de agua del noveno cielo.
— ¿Por qué no? — Coral cruzó sus brazos con rebeldía mientras su aleta color magenta salpicaba agua con desinterés.
— Tu cuerpo semi mortal no soportará las fuertes concentraciones de maná en el agua. Podrías morir si no tienes cuidado — Tamara apretó las mangas de su vestido con preocupación.
— Morir hoy o mañana, es lo mismo para mí. Después de todo mi verdadero cuerpo ya se convirtió en espuma de mar y mi alma herida y quebrada se disipara en unas horas o unos días — Coral sonrió con amargura mientras veía su “cuerpo" volverse transparente de vez en cuando. Ella no era tonta, había escuchado a la mujer referirse a ella como semi mortal, y era evidente que su cuerpo original era absolutamente mortal. Lo único sobre ella que podría llamarse semi mortal era su alma, que por lo visto no pudo desaparecer antes de ser traída a este lugar, pero era solo cuestión de tiempo para que se disipara, Coral podía sentirlo.
— ¿No quieres ser la sirvienta de un heredero a dios? Es un honor que muchas hadas y espíritus darían sus vidas para conseguir — Tamara perdió por completo su fachada elegante y empezó a entrar en pánico.
— Puede que para alguien nativo de este lugar sea honorable. Pero para mí, que ya fui sirvienta de una familia noble y que fui tratada como lo más bajo de la sociedad después de los esclavos, no es más que la perpetuación de mi sufrimiento — Coral puso los ojos en blanco con ironía — Además, ya perdí 4 años de ver el colorido mundo y pienso pasar mis últimos momentos contemplando este hermoso panorama — Coral hizo un gesto con sus manos para señalar todo a su alrededor — Así que muchas gracias por la oferta pero ¡esfumate!
Tamara estaba más que asombrada por la negativa de la niña y algo enfadada por sus palabras. Sintió que está mortal no tenía el derecho de despreciar la oferta de un dios del noveno cielo. Pero no podía dejar que esa alma se disipara, fue una orden del dios de la oscuridad....
«¡AAAAAAH! ¡¿Por qué tenía que volver a meter la pata ese demonio del sufrimiento?!»
Tamara estaba irritada y pensaba que las hermanas que rescataron a otros espíritus perdidos hace unos años la habían engañado.
¿Dónde está la asustada y triste sirenita que esas hermanas prometieron? ¡Obviamente aquí solo hay una loca lista para la muerte eterna!
¿Qué debe hacer ahora?
— Si ver paisajes es tu único deseo, puedo asegurar que hay más hermosos que este pequeño valle — Tamara no estaba segura de su estrategia, pero era lo único que se le ocurrió para tratar de solucionar su problema.
— ¿En serio? — Coral estaba un poco interesada está vez.
— Eeeh si — Tamara trató de sonreír lo más natural posible — Solo tienes que seguirme al palacio floral.
— ¿Dónde está el truco? — Coral perdió el interés casi inmediatamente. No estaba dispuesta a volver a ser utilizada.
— ¡Por favor! ¡Si no vienes conmigo, me van a degradar a sirvienta de tercer rango! — Tamara tenía lágrimas en los ojos — No te van a tratar mal: ¡Lo juro!
Coral tenia dolor de cabeza al escuchar el llanto de la mujer, se masajeó las sienes con consternación.
— ¿Pero por qué mi vida es tan importante?
— ¡Todo... es culpa de... ese demonio del sufrimiento! Wuuuu... — Tamara estaba llorando tanto que su voz estaba entrecortada.
— ¿Cuál demonio del sufrimiento? — Coral estaba ahora más confundida que consternada.
— Wuuu... El dios demonio del sufrimiento.... ¡Esa bestia malvada! — Tamara pisoteo sus pies con agravio y tristeza.
— Ya no llores.... — Coral no sabía dónde poner sus manos, jamás fue muy buena consolando a las personas —... Está bien. Iré contigo, ya no llores... por favor...
Coral se resignó a su destino. *Suspiro* Quizás vivir un par de años más no estaba tan mal. Al menos, está vez tenia su visión intacta. Y siempre que ésta mujer no llorara en sus oídos constantemente, estaría bien.
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La sirenita: ¡Así no será la historia!
FantasyViolette Delfina De la Costa era una prometedora estudiante de la facultad de derecho de la Universidad central, hasta que... en unas vacaciones de regreso a su ciudad natal, el avión en el que viajaba cayó al mar. Como si fuera un mal chiste, rena...