Capitulo 7: Lo que su rostro no dice, sus ojos me lo cuentan

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Nerea seguía observando el panorama algo absorta, sin darse cuenta que una persona ya la había visto de reojo. Esa persona la miraba como ver el único vaso de agua en el desierto, la flor más rara del mundo, un diamante entre montones de oro, la última Coca-Cola en el mundo, algo a lo que proteger a toda costa.

Esta persona no era otra que Abarne Myrkviar, pero Nerea estaba demasiado inmersa para darse cuenta.

— Príncipe Myrkviar, es mi honor que haya aceptado mi invitación...

Nerea escuchó una voz agradable, como la de un cantante de música romántica, se escuchaba calmante y relajante. Al levantar la vista, Nerea encontró dos figuras ante su mirada, dos hombres para ser precisos. Uno de ellos tenía el cabello castaño, piel levemente bronceada, y con la increíble vista de una sirena, Nerea encontró que sus ojos eran azules, su silueta era delgada pero no escuálida, usaba un pantalón blanco y una camisa color morado, en su mano derecha llevaba un reloj dorado.

¡Esto... Es... Un... Mal... Chiste!
¿¡La trama puede ser más flexible con ella!? ¡Claro que no! La trama solo quiere arrastrarla a la tragedia. ¡Casi podría jurar que esos rayos del sol que enmarcan su figura y la brisa que despeina su cabello son el dios de la trama diciéndole “Este es tu protagonista masculino, debes enamorarte de él para que puedas morir rápidamente"! (ノ•̀ o •́ )ノ ~ ┻━┻

Nerea casi puso los ojos en blanco, sus manos se apretaron hasta que sus uñas perforaron la piel de sus palmas y sus dientes se apretaron casi hasta volverlos polvo.

Este hombre no era otro que Andrés Geles, príncipe heredero del Reino Geles, el protagonista masculino de La sirenita.

— Que irritante — su tumulto de emociones provocó que chispas de rayos saltarán de sus dedos. Nerea respiró profundamente y retrajo su maná para evitar un accidente.

Nerea se desplomó contra el muro y movió rítmicamente sus aletas antes de volver a asomarse para detallar al otro hombre.

Era un elfo unos centímetros más alto que el príncipe humano, tenía el cabello plateado y la piel muy clara, unos rasgos demasiado hermosos para mirar directamente y una expresión indiferente, sus ojos eran de color castaño rojizo, como si tuviera el color del atardecer en los ojos, este color de ojos le gustó mucho a Nerea. Lo vio asentir a lo que dijo el humano pero en sus ojos se veía la impaciencia y el aburrimiento.

Nerea pensó que... Lo que su cara no me dice, sus ojos me lo cuentan.

Quizás su mirada era demasiado intensa porque el hermoso elfo iceberg desvío su mirada en su dirección. El reflejo condicionado de Nerea fue agacharse pero a pesar de su rapidez el elfo todavía pudo verla.

Abarne miró de reojo a la sirena, pensando en que hacer para evitar el desastre, por alguna razón cuando vio las chispas de rayos que saltaron de sus dedos, Abarne sintió el presentimiento de que la trama la engañó, pero no tenía como comprobarlo.

Abarne soltó un suspiro de alivio cuando no vio enamoramiento en los ojos de la sirena, primero vio irritación y luego curiosidad.

¿Algo cambio? Era seguro pero Abarne no podía entender qué cambió.

— Princesa Myrkviar — el príncipe Andrés sonrió al ver a la mujer parada en la barandilla — ¿Disfruta el ambiente?

Abarne solo asintió fríamente, era la misma reacción de su hermano mellizo Aoki, pero su expresión era más sin emoción, a diferencia de Aoki que llevaba sobre él un aire helado.

La expresión de Andrés se puso rígida un segundo, afortunadamente ya conocía la fama de los elfos de ser fríos ante otras especies.

Nerea pudo ver más de cerca a los dos hombres, y descubrió que una mujer elfo de rasgos parecidos al elfo iceberg la había estado observando desde hace rato.

Su rostro palideció levemente y antes de encogerse más le hizo un desesperado gesto de silencio a la elfo, esperando que no dijera nada sobre su presencia.

¡Sabía que no debía salir a la superficie! Ahora se metió en problemas por ello. (╥﹏╥) Pero no pudo retener su curiosidad.

Si salta al agua ahora, la salpicadura atraería la mirada de esos tres indiscretos terrestres. ¿Qué hacer? ¡Piensa, piensa, piensa!

...

...

¡Ya se! Los delfines. Ellos podrían crear una distracción para que ella se escabulla sigilosamente.

Nerea sonrió suavemente ante su plan, su postura estaba más relajada. Tomó una concha que tenía en el cabello y susurró cerca de ella antes de lanzarla al agua. La concha se hundió con una suave salpicadura. Nerea observó con esperanza ese punto y se encogió aún más para ocultar su presencia.

No la malinterpretes, ella no le tiene miedo a esas tres personas, pero ha pasado cinco años bajo la guía de la Sabía de las Profundidades y naturalmente conoce muy bien lo que le pasaba a las sirenas que fueron capturadas por seres humanos, un destino peor que la muerte. Aunque eso fue hace mucho tiempo, ese estigma está en ella por ser una sirena.

Además, Nerea piensa que es mejor prevenir que lamentar, aunque las sirenas no han salido a la superficie por más de 1000 años, Nerea ha sido una sirena ya por 5 años y naturalmente es más cautelosa con la especie a la que alguna vez perteneció. Conoce la naturaleza humana y sabe que la codicia puede tomar posesión de esas mentes llamadas racionales, ella piensa que ahora que es una sirena es mejor no involucrarse con estas criaturas tan conocidas y desconocidas a la vez.

Shirp~ shi~ shirp~

Nerea por fin pudo ver a sus salvadores. Eran un trío de delfines tornillo que ella conoció hace dos años cuando... cof cof... salió a explorar fuera del Templo de la Marea Profunda.

Sus ojos se iluminaron instantáneamente. Nerea creo una esfera de rayos y la cubrió con agua para hacer un balón de tamaño pequeño que ocupaba la palma de su mano. Con un pequeño movimiento de su dedo, la pelota salió disparada a una velocidad inhumana y golpeó justo una aleta de un delfín. En un momento la pelota se disolvió y los tres delfines comenzaron a saltar sobre el agua, con éxito atrayendo la atención del príncipe Andrés.

 En un momento la pelota se disolvió y los tres delfines comenzaron a saltar sobre el agua, con éxito atrayendo la atención del príncipe Andrés

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Nerea miró hacia izquierda y derecha, sin atreverse a mirar otra vez dentro del barco. Respiró hondo y cuando los delfines estaban en el aire, ella se lanzó al agua. El sonido de la salpicadura fue ocultado por el sonido que provocaron los delfines al caer al agua, pero aún así hubo dos pares de ojos que estaban fijos en el lugar en que la sirena cayó, los dueños de estos dos pares de ojos eran nada más y nada menos que Aoki y Abarne Myrkviar.

La sirenita: ¡Así no será la historia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora