Dahlia se paró frente a las puertas del castillo con una mirada extrañada, se dió cuenta de que no había estado prestando atención de a dónde iba y su cuerpo inconscientemente la trajo hasta aquí. Es la única explicación que se le ocurrió, ya que en un estado normal jamás querría volver a este lugar. Por lo menos en ese preciso momento no estaba lista para volver allí.
El Castillo Real fue casi su segundo hogar cuando era niña. Pasaba mucho tiempo allí, jugando con su primo o recibiendo lecciones de las damas de la corte. Ese lugar tenía parte de los recuerdos más felices y más tristes de su infancia. Dalia no podía decir que odiaba este lugar, pero tampoco le agradaba mucho, en su anterior vida.
Pero todos los recuerdos cálidos de este lugar fueron sepultados debajo de escombros y sangre.
La Tormenta Eterna no fue el único castigo que llegó por la muerte de la princesa sirena. Su raza emergió del mar en una ira y tristeza devastadoras. Las cecaelias lloraban tan fuerte que sus agudos chillidos provocaban la destrucción de los barcos. Los monstruos marinos salieron del fondo del mar y espantaron a los cardumenes de peces y otras especie costeras y de arrecife, provocando que ya se pudiera pescar nada de comida en el mar. Las ondinas, espíritus de agua con un natural respeto por las sirenas, envenenaron las corrientes de agua de las que el país se sustentaba con su odio, provocando plagas y enfermedades, además de ahogar sadicamente a los humanos que se acercaban demasiado a la orilla de sus hogares. Y las sirenas, de las que jamás se había oído hablar en milenios y que ya se habían considerado un simple mito, usaron sus voces para enloquecer a los humanos que las escuchaban, provocando dos cosas: la primera, que el hechizado se suicidara, o la segunda, que el hechizado se volviera un asesino mecánico de su propia especie. El resentimiento de las criaturas marinas era palpable en ese entonces. Y el miedo que provocaron quedó profundamente arraigado en los sobrevivientes.
Fueron 3 meses en los que corría sangre como un río. Hasta que hubo una extraña señal en el cielo, un sonido extraño que no era ni remotamente parecido a uno, sonaba más como el rasgueo de las cuerdas de un arpa. En ese momento, las criaturas marinas se retiraron sin dejar rastro, como si nunca hubieran llegado. En ese sentido las cosas podrían haber parecido que iban a mejorar. Sin embargo, fue en ese momento que la tormenta empeoró y los rayos ya no iban dirigidos a una persona específica, sino que cayeron aleatoriamente. Las sirenas se retiraron pero la tormenta solo empeoraba por día.
- Lady Lyonel - los guardias en la puerta se inclinaron ante la peliazul.
Con su saludo Dahlia logró salir de sus recuerdos perturbadores. Asintió a los guardias y no le quedó más opción que entrar al castillo ya que ya la habían notado y se vería extraño echarse atrás. Dalia suspiró y caminó a través de la puerta para llegar al jardín delantero.
Los caminos del palacio estaban pavimentados con piedras blancas y lisas. El patio delantero no era muy entretenido, después de todo por aquí se estacionaban los carruajes de las personas de la corte del rey (regente). Y lo único extravagante era la gran fuerte ubicada en el centro del gran espacio abierto. En la zona externa del palacio estaban las salas de reuniones, la biblioteca Real, algunos edificios dispersos para el hospedaje de invitados, los puestos de guardias y gestión administrativa dentro del castillo, y un comedor público (más o menos) para banquetes importantes. Por supuesto que todo estaba construido exquisitamente y para alguien que no haya estado en la zona interna del palacio, ya sería bastante impresionante.
Dalia, que conocía este lugar como conocía su propia casa, consideraba que lo más exquisito del palacio es la zona interna. Ésta consiste de varios hermosos jardines, pabellón y fuentes de agua, que cubren áreas considerablemente grandes. La zona interna es donde está la residencia del rey, la reina (y concubinas en caso de tenerlas) y los príncipes y algunas residencias para invitados sumamente importantes; también están el estudio personal del rey y la biblioteca exclusiva de la familia real; en las zonas más periféricas están el campo de entrenamiento de los soldados, los establos, , las residencias de los sirvientes y las cocinas reales. El diseño de la zona interna es mucho más intrínseco que el de las zonas externas.
Cómo hija de un duque y de la princesa Rania, Dahlia podía ir y venir en este lugar como le placiera, siempre que no se acerque demasiado a las residencias del rey y la reina. Así que Dahlia goza de bastantes privilegios, por lo que nadie la detuvo al entrar en la zona interna del palacio.
- Lady Lyonel - al entrar a la zona interna un mayordomo saludo a Dahlia.
- Buenas tardes, Mayordomo Luis - Dahlia asintió en reconocimiento del hombre de mediana edad - ¿Dónde está su alteza real?
- Su alteza real el príncipe está entreteniendo a los invitados del Reino Myrkviar en el Jardín Sakura - en mayordomo Luis tenía una sonrisa estándar en su rostro y su actitud era muy profesional.
Dalia asintió. Casi olvida que estos invitados aparecieron de la nada en esta vida. Quizás sea el momento ideal de conocerlos.
Con esto en mente, caminó elegantemente en dirección a los Jardines Sakura, que casualmente no estaban muy lejos de allí, solo unos 10 a 15 minutos a pie.
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La sirenita: ¡Así no será la historia!
FantasyViolette Delfina De la Costa era una prometedora estudiante de la facultad de derecho de la Universidad central, hasta que... en unas vacaciones de regreso a su ciudad natal, el avión en el que viajaba cayó al mar. Como si fuera un mal chiste, rena...