Capitulo 6: Elfos mellizos

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Abarne Myrkviar estaba muy aburrida después de haber arrastrado a su hermano gemelo mayor, Aoki Myrkviar, y su mejor amiga y prima del lado materno, Nahele Irati, a la fiesta de cumpleaños del Príncipe del Reino Geles, Andrés Geles.

Estaba tan aburrida que su rostro normalmente frío, ahora estaba aún más frío. Pero debía evitar el desastre de la protagonista, a como dé lugar. No toleraría que ese bad ending se repitiera.

En su anterior vida, su nombre era Dayanna Yulianna Paz. Ella estudiaba Psicología, y tuvo un par de clases compartidas con Violette De la Costa, por lo que también había leído ese dichoso libro de tapas azules llamado La sirenita.

Leyendo esas páginas tuvo un fuerte deseo de golpear al autor. Una protagonista de buen corazón e innegable inocencia fue engañada por la apariencia hermosa del príncipe con un IQ promedio y un EQ más bajo que el de un gusano, ella nunca supo que esa apariencia era solo un brillante cascarón que escondía la mierda que era ese hombre por dentro. Y esa tal Princesa Lirio ¿de verdad era una mujer amable como decía el libro o solo era una arrastrada que buscaba la riqueza del Reino de Geles? El libro decía claramente que ésta Lirio Geraldine provenía de un reino de pobres recursos llamado Geranio, por lo que Dayanna tenía las pruebas suficientes para sospechar que esa princesita es sólo una flor blanca de corazón negro. Una trama enredada y con incongruencias, un final de mierda que a nadie en su sano juicio le gustaría, una protagonista inocente que si bien despertaba el deseo de proteger llegaba a ser irritante su inmadura inocencia teniendo en cuenta que tenía 18 años. Un final que te hacia querer saltar de un edificio por la frustración. En fin, todo un cuento trágico.

Dayanna no esperaba que su frustración haría que Camión-kun la enviara a la otra vida ¡fue la gota que colmo el vaso para que su odio por la trama de la sirenita alcanzara su punto máximo!

Despertó como la Princesa del Reino Myrkviar, Abarne Myrkviar, un elfo de sangre pura. Su hermano gemelo, Aoki Myrkviar, es el príncipe heredero del Reino Myrkviar, ¡Y la trata como a una niña a pesar de que él solo es 20 minutos mayor que ella! ┬─┬ノ(ಠ_ಠノ) ¡De verdad exasperante!

Abarne siguió la tradición familiar y se convirtió en una mujer de expresión fría y orgullosa. Estudió para ser General de la guardia real. Tuvo la fortuna de caer en el reino de los elfos en donde las mujeres no son menospreciadas. Sus estudios forjaron un temperamento dominante y un carácter justo regido por fuertes principios.

Ella nunca se habría enterado de que estaba en ese odioso libro si no fuera por la invitación para el cumpleaños del Príncipe Andrés Geles. Cuando supo que de alguna forma se metió en el libro, y además en una persona que ni siquiera aparece en la trama, tuvo un momento de lucidez. ¡Su misión era derribar esta trama barata y evitar que Nerea Miramar se convierta en espuma de mar!

Y eso la llevó a arrastrar a su hermano mayor y su prima a este lugar aburrido, solo para evitar que esa cierta sirena vea al príncipe, y evitar que cierto príncipe termine atrapado en el hundimiento del barco. ¡Nada difícil! Solo debía aguantar su aburrimiento hasta que llegue la noche y, con ella, la tormenta eléctrica.

En este momento, Abarne estaba caminando hacia la barandilla con una copa de vino en su mano. Le encantaba la vista de las aguas marinas, era su afición buscar en ellas las distintas formas de vida. Cualquier cuerpo de agua le traía paz interior.

- ¿Es hermoso verdad? - Nahele se acercó a su prima a pasos pausados. Ella tenía 18 años, menor que su prima por 3 años, cabello oscuro y ojos dorados. Su figura delgada y agraciada siempre iba acompañado de una sonrisa condescendiente en su rostro de facciones fríamente hermosas.

Abarne asintió y se apoyó en la barandilla de metal. Ella tiene 21 años, el cabello plateado de la familia Myrkviar y los ojos dorados de la familia Irati. Ella se parecía más a su madre, Silbe Irati, en sus rasgos faciales, y a su padre, Abidur Myrkviar, en temperamento.

- Nahele ¿crees algún día poder ver una sirena?

- ¿Una sirena? - Nahele suspiró y miró el horizonte - No se sabe mucho de ellas. Ni siquiera las ondinas han querido hablar sobre las sirenas... Además a las ondinas no les gusta mezclarse con otras criaturas, y solo hablan libremente con las Driadas, a los elfos nos toleran solo porque nacimos en el bosque y porque nuestra relación con los humanos es como el cielo y la tierra, que nunca han querido tocarse.

- Las ondinas odian a los humanos ¿crees que hay algo que no conocemos? - Abarne miró hacia abajo al oleaje del mar.

- No pienses mucho en ello. Créeme, si todavía hay sirenas en este mundo, no saldrán a la superficie por voluntad propia - Nahele palmeó el hombro de su prima y se dio la vuelta - Intenta distraerte en lo que queda de fiesta, volveremos a Myrkviar en tres días y los días de libertad acabarán.

Abarne miró la espalda de su prima y luego volvió a mirar la superficie del mar. Su mente tenía un revoltijo de pensamientos.

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Después de la impresión que le supuso entender la verdadera multiculturalidad y lo multiétnico que es este mundo, el estado de ánimo de Nerea volvió a calmarse.

Nerea le sonrió a Ondín y volvió a sentarse para ocultar su presencia.

- Es interesante ¿no? - Ondín hablaba mientras era invisible - Siempre veo barcos de los terrestres pasar sobre nuestro arrecife de coral, pero jamás me había acercado tanto a uno.

- Debes ser discreta. No deberías acercarte muy a menudo a estas cosas, podrían verte - Nerea golpeó el metal con actitud desinteresada - Por aquí no pasan muy a menudo estás cosas, hay un gran remolino a un kilómetro al norte, ellos prefieren evitar eso.

- Mhm - Ondín asintió aunque sabía que Nerea no podía verla. Miró la posición del sol en el cielo y suspiró con pesar - Debo irme. Si no me doy prisa no llegaré para la cena y papá me matará.

Nerea sonrió - Fue un gusto conocerte, Ondín Koralle.

Ondín volvió a ser visible y sonrió ampliamente - Igualmente, Nerea Miramar. Espero volver a vernos.

Ondín extendió la mano y Nerea se la estrecho, ambas sonreían de buen humor. Después, Ondín saltó al agua, creando una salpicadura, y dio un salto fuera del agua mientras agitaba la mano para despedirse.

Nerea sonrió y agitó su mano en el aire. Su curiosidad le ganó una nueva amiga.

La sirenita: ¡Así no será la historia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora