Dahlia salió de la habitación y preguntó a una sirvienta a dónde fueron los otros. Al enterarse de su ubicación, Dahlia decidió no ir a perturbar el ambiente.
Además, no le gustaban ese tipo de deportes, ningún deporte en general. Ella era más bien una mujer inclinada a las actividades de interiores como leer, pintar, dibujar, bordar, coser, escribir, hacer un poco de alfarería, etc.
Todo el deporte que ha hecho durante toda su vida, se reduce a esos dos años de vivir durante la Tormenta eterna. Por lo que sus deseos deportivos, si es que existieron, murieron en la cuna.
En lugar de buscar problemas para si misma, decidió ir a la biblioteca real en la zona interior del palacio para buscar los libros sobre sirenas que ya había leído varias veces en su vida pasada, con el objetivo de refrescar su memoria y pasar el tiempo hasta su cena programada con las otras dos chicas.
Dahlia se arregló el desordenado cabello y la ropa arrugada por su mala postura al dormir, y finalmente tomó rumbo hacia la gran biblioteca.
La biblioteca real en la zona interna del castillo, era un gran edificio al que solo tenían acceso las personas con la línea de sangre de la familia real o las personas que tuvieran la insignia del gran ángel, un emblema imbuido con maná elemental del primer gobernante del Reino Geles. Solo habían 3 insignias del gran ángel, y una de ellas debe ser entregada a la Reina una vez canonizada, ya que este fue el designio del primer gobernante y fundador.
Dahlia podía entrar sin problemas y sin restricciones, ya que había heredado una línea de sangre muy fuerte. En cuanto a su hermano, Artur, podía entrar hasta cierto punto antes de ser bloqueado por la prohibición. Y su primo, podía moverse con más libertad que su hermano mayor, sin embargo, Dahlia descubrió accidentalmente que ella tenía mayor potestad dentro de la biblioteca, lo que quiere decir que su línea de sangre es más pura que la del Príncipe heredero.
Este pequeño descubrimiento habría herido el ego de su primo, si él no hubiera estado tan ocupado en encontrar la manera de traer a la pequeña sirena de vuelta.
Es una pena no poder verlo ponerse verde de envidia.
La biblioteca privada de la familia real, era un majestuoso edificio ubicado casi junto a la residencia del rey. La estructura era muy simple pero imponente, tenía 3 pisos sobre la superficie y un piso subterráneo al que solo tenía acceso el rey. Había árboles de pino muy frondosos a su alrededor. Y el ambiente en ella era silencioso y digno.
En el primer piso de la biblioteca, detrás de un escritorio de madera de pino, estaba sentada una mujer mayor. Su cabello era totalmente blanco y sus ojos, ocultos bajo sus párpados, eran color gris, su piel era tan blanca como la porcelana, y las arrugas en su rostro le hacían tener un tipo de belleza digna. La anciana usaba una túnica de terciopelo color cian con bordados plateados. Ella solo se sentaba allí, sin moverse.
Podrías pensar que es una humana si no vieras las orejas de liebre con pelaje color gris claro sobre su cabeza.
La mujer mayor no era una humana, ella era una cambiante de la tribu Ajax: Selena Ajax; a quien la familia real llama Madame Selena.
Madame Selena era la encargada de cuidar la biblioteca privada de la familia real, y por tanto la poseedora irrefutable de una de las tres insignias del gran ángel.
Había desempeñado esta tarea desde antes de que Dahlia y Andrés nacieran, probablemente desde la época del rey Gregor y la reina Laura, pero también era posible que estuviera desde una generación más atrás, la del rey Daniel, la reina Susana y la gran dama Gemma (Cof Cof- una concubina -Cof Cof)
El pasado de Madame Selena era completamente desconocido para Dahlia. Incluso su edad verdadera no era clara, porque aunque aparentaba tener entre 60 a 65 años, la verdad es que no se podía confiar en la apariencia de los cambiantes, quienes podían congelar la edad de sus cuerpos en cierto nivel de cultivo (en el nivel 9, por si tenían curiosidad)
Del mismo modo, la personalidad de Madame Selena era taciturna y no hablaba más de lo estrictamente necesario. Sus expresiones eran rígidas, por lo que era imposible leer sus emociones si solo te fijabas en su rostro.
Ella era todo un misterio.
— Buena tarde, Madame Selena — Dahlia podría olvidar sus modales en cualquier lugar si ella quería, pero si lo hacía frente a Madame Selena era seguro que la expulsaran de la biblioteca en el acto. Aún recordaba su expulsión del lugar cuando tenía 11 años debido a pasar junto a la mujer sin saludarla. Todavía se le ponía la piel de gallina con ese recuerdo, en ese momento Madame Selena se veía muy aterradora.
— Buena tarde, Princesa Dahlia* — Madame Selena asintió cortésmente con una actitud ni servil ni dominante.
(*Recordad que la madre de Artur y Dahlia, Rania Geles, es hija del Rey Daniel y la Gran Dama Gemma, por lo tanto es una princesa. Esto implica que ambos, Artur y Dahlia, también pertenecen a la familia real, y por esto Madame Selena llama Princesa a Dahlia. )
Dahlia oculto su suspiro de alivio con una sonrisa estándar y se dispuso a marcharse pero Madame Selena habló de repente.
— La vida es un conjunto de experiencias traumáticas ¿no es así? — la voz de la mujer tenía un tono profundo — Pero también es una oportunidad de construir felicidad. Sin embargo... no puedes construir felicidad sobre los escombros del dolor, la ira y el arrepentimiento, porque así los cimientos no serán firmes.
— ¿Qué acaba de decir? — Dahlia se detuvo abruptamente y sus pupilas se encogieron.
Un extraño brillo plateado cruzó rápidamente los ojos de Madame Selena antes de desaparecer con rapidez.
— *Suspirar* No le hagas caso a esta vieja. La edad ya me está afectando. Lamento molestarla Princesa — Selena Ajax sacudió la cabeza con frustración e hizo una señal con la mano indicando a Dahlia que siguiera en sus asuntos.
ESTÁS LEYENDO
La sirenita: ¡Así no será la historia!
FantasyViolette Delfina De la Costa era una prometedora estudiante de la facultad de derecho de la Universidad central, hasta que... en unas vacaciones de regreso a su ciudad natal, el avión en el que viajaba cayó al mar. Como si fuera un mal chiste, rena...