— La muerte de cierta sirena pendeja que tontamente terminó siguiendo los pasos que claramente debía evitar. Es una larga historia. Y al parecer tu historia también es bastante extensa. Tengo mucha curiosidad — el corazón de vecina chismosa de Abarne despertó al decir esto.
Abarne, como aficionada chismosa, ha sufrido mucho en los últimos 10 años ya que una sociedad tan estrictamente estructurada como los elfos, en donde no pasa nada controversial excepto el florecimiento del Árbol Madre cada 500 años, es literalmente un desierto creado específicamente para atormentar a las personas ávidas de chismes como ella. Ella tuvo que recurrir a medidas extremas cuando tuvo la edad suficiente para viajar por su cuenta: Escuchar aquí y allá los chismes de los extranjeros viajeros.
— *Suspira* Si, es una historia larga... ¿Por donde empiezo?... — Dahlia empezó a resumir su experiencia de la vida pasada de una manera concisa y con una voz plana, se sentó en el suelo junto a Abarne en la misma postura de cadáver inerte, su voz no lo demostraba claramente pero recordar todas esas cosas le daba un inmenso cansancio físico y mental.
Después de escuchar toda la historia, Abarne estaba completamente sin palabras. Guardó silencio por unos minutos antes de hablar está vez con un tono más serio.
— ¿Te sientes bien? ¿Has dormido bien? ¿Almorzaste hoy? — Abarne recordó sus clases universitarias ya profundamente marcadas en sus huesos debido a sus esfuerzos y a repasar diariamente los sucesos de su última vida para no olvidar su origen.
Estás preguntas, que pueden parecer casuales, en realidad tenían una finalidad muy importante: Sondear discretamente si Dahlia Lyonel estaba planeando suicidarse, ya que al tomar una desición de está índole, el cuerpo entra en un estado de alerta: insomnio, falta de apetito, perdida de la búsqueda de placer (no solo el sexual) en general.
Abarne podría ser muy despreocupada normalmente, pero jamás trataba las emociones de los demás con indiferencia, después de todo era una estudiante de psicología por vocación. Para Abarne la voz plana de Dahlia combinada con su mirada lejana y su postura rígida gritaba dos cosa: depresión y trastorno de estrés post traumático.
— Ya no siento nada. Y no te preocupes por mi, como bien aunque sea obligado — Dahlia no se movió, creyendo que de esta manera podría reaccionar a tiempo en caso de que algo ocurriera.
— ¿Y el sueño? — Abarne presto especial atención a cada reacción de la chica.
— Emm... Normal para una persona que teme por su vida diariamente — Dahlia no respondió tan directamente como con la pregunta anterior.
— ¿Cuántas horas? — Abarne entrecerró los ojos.
— ... Tres horas, cuando duermo bien — Dahlia desvió la mirada con incomodidad.
— Esas son 5 horas menos de lo que deberías estar durmiendo a tu edad. ¿Sabes que no es bueno verdad? — Abarne hizo cuentas con los dedos.
— Es un hábito.
— No es un hábito. No duermes porque no te sientes segura, te sientes constantemente en peligro. ¿A qué le tienes miedo?
Dahlia se dio la vuelta y empezó a arrancar la hierba, no dispuesta a responder esta vez.
Abarne guardó silencio por un momento, luego volvió a hablar: — ¿Sabes que? Respecto a tu oferta de antes (la de evitar la muerte de Nerea), la acepto.
— ¿En serio? — la atención de Dahlia fue atraída de inmediato.
— Si. Antes de llegar aquí, tenía algunas informaciones acerca de este mundo pero no sabía que pasaba después de la muerte de la sirenita. Trabajar contigo podría darme algunas ventajas — Abarne, como demostración de su confianza en Dahlia, también resumió brevemente su situación, obviamente dejando afuera la cuestión del libro ya que el impacto de está información sería demasiado grande y no sabía que reacción esperar de su nueva socia, y solo diciendo que había tenido el mismo sueño múltiples veces antes y después de transmigrar en ese mundo. Por suerte Dahlia compró esa excusa, después de todo sería muy raro sospechar que eres el producto de un libro, no cualquiera llegaría a esa conclusión por su cuenta.
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La sirenita: ¡Así no será la historia!
FantasyViolette Delfina De la Costa era una prometedora estudiante de la facultad de derecho de la Universidad central, hasta que... en unas vacaciones de regreso a su ciudad natal, el avión en el que viajaba cayó al mar. Como si fuera un mal chiste, rena...