Vol II [La vida que yo construyo] Cap 25: Viejos amigos

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Sus pasos se confundían en el bullicio de la multitud

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Sus pasos se confundían en el bullicio de la multitud. Su presencia no era transparente, mas para todas las personas en esa calle ella era solo una desconocida. Una extraña vestida en ropas de seda y con un llamativo cabello azul, pero al fin y al cabo una extraña. Aún así atraía la atención a primera vista, por su aura sombría y confusa, una sensación de pertenencia y aislamiento muy contradictorias la hacían llamar frecuentes miradas curiosas.

Para Dahlia Lyonel estás miradas no eran importantes, en este momento era completamente ajena a la curiosidad que despertaba en los demás. Su mente estaba llena de pensamientos muy confusos y sus pasos iban en modo automático a un lugar al que en este preciso momento no tiene energía para prestar atención.

En medio de sus extrañas divagaciones se dirigió a un sitio muy conocido y a la vez desconocido para ella: el Castillo Real.

Nerea entrecerró los ojos ante la calida brisa marina, una mirada pensativa en sus ojos y una sonrisa irónica en sus labios

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Nerea entrecerró los ojos ante la calida brisa marina, una mirada pensativa en sus ojos y una sonrisa irónica en sus labios. Recordando lo que pasó minutos atrás, no podía evitar pensar que el mundo era demasiado pequeño. Quién diría que al viajar a otro mundo, se encontrará con una vieja conocida.

**Flashback**

El anciano médico hizo una revisión de rutina a Nerea después de entrar a la habitación, al ver que no había problemas mayores le recetó a Nerea algunos analgésicos (cof- a base de hierbas -cof) y le recomendó amablemente liberar maná con más frecuencia para liberar la presión en sus venas espirituales. Nathan Relish (el médico) no lo mencionó, pero todos en la habitación sabían que el pronóstico para la niña era desconocido, incluso la misma Nerea no sabía hasta cuándo podría arrastrar ese cuerpo enfermizo, de igual modo todos sabían que el tiempo no se iba a detener a favor de la muchacha y que solo les quedaba esperar un milagro.

Interiormente Nerea tenía un rostro inexpresivo ante esta cuestión, ya había tocado muchas veces la línea divisoria entre la vida y la muerte (a los 6 años, a los 13 y a los 20 como Violette, y un par de veces más como Nerea) y ya estaba algo acostumbrada. Muchas cosas en la vida son incontrolables, solo queda vivir lo mejor que puedas y esforzarte por lograr tus mejores resultados. Por está razón, a Nerea le afectaba poco, o al menos, sabía cómo sobrellevarlo.

La sirenita: ¡Así no será la historia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora