Johan Rhine salió del piso subterráneo de la biblioteca real, ese lugar al que solo se podía entrar con la Insignia personal del rey. Sus pensamientos estaban perdidos últimamente, todo a causa de un extraño sueño que había tenido una y otra vez en los últimos días.
A pesar de tener el mismo sueño varias veces, todavía no podía recordarlo en su totalidad, solo recordaba fragmentos dispersos y desconectados unos de otros. Sin embargo esos fragmentos le perturbaron tanto que quiso buscar alguna respuesta en los libros antiguos, o al menos, distraer su mente el tiempo suficiente para recomponerse y poder volver a realizar normalmente sus labores de Regente.
Johan tenía contados los días para abandonar ese riguroso puesto. Él jamás había querido ser rey regente, en ese entonces solo quería heredar las labores de su padre el general Rhine. Solo era un adolescente con un objetivo fijo cuando el Rey Gregor y la Reina Laura lo obligaron a ser el Regente y tutor legal de su hijo después de la muerte de estos.
¿Un adolescente de 17 años, volviéndose rey regente y además padre adoptivo de un niño de 10 años? En ese entonces a muchos les pareció ridículo, incluso al mismo Johan. Dejar que un niño pesque en aguas turbulentas para ser el escudo que proteja al príncipe heredero, debió haber sido la jugada más cruel y despiadada que esa pareja pudo haber hecho en su vida.
Afortunadamente Johan era talentoso y pudo mantenerse en pie, de lo contrario ya habría muerto de una forma desconocida.
Johan odia ser rey regente, simplemente porque ese nombramiento obligó a su padre a renunciar a su poder militar. Aunque su padre estaba feliz con su nueva vida como esposo de una vampira (Bleer Abney) comerciante a pequeña escala en el Reino Edevane y se veía muy dichoso con su hijastra, Yessica Abney, y su hijo menor, Henry Rhine, Johan jamás olvidaría el suspiro decepcionado de su padre cuando entregó sus tropas a los otros tres generales del Reino Geles.
Johan tenía muy claro que la realeza lo había utilizado por años, ese año ya se cumplían 13 años de usar esta “herramienta", pero el lado positivo era que le quedaban pocos meses en el poder. Cuando el Príncipe Heredero cumpliera 21 años, él voluntariamente se retiraría y viajaría al Reino Edevane para recuperar el tiempo perdido con su padre y conocer finalmente a su madrastra y hermanos.
Solo debía resistir un año más de pescar en aguas fangosas. Solo un año.
Con este pensamiento, el humor de Johan mejoró ligeramente y sus pasos ya no eran tan pesados como hace algunos minutos.
Mientras Johan imaginaba su futuro de libertad, al doblar una esquina se encontró con una persona tirada en el suelo.
La adolescente usaba un vestido simple de seda blanca con mangas largas y holgadas. Su cabello azul celeste estaba prolijamente esparcido sobre la alfombra color rojo vino. Había un pequeño libro rojo en sus manos. Parecía estar inconsciente.
Johan no estaba claro en esta situación. Por un lado quería mover a la chica para que no durmiera en el suelo. Y por otro lado, no quería ser irrespetuoso con la joven. Este es un lugar donde los sirvientes no podían entrar, la única dama aquí era Madame Selena, y Johan no tenía el coraje de pedirle a una mujer mayor que cargara a una niña, además le tenía un poco de miedo a la señora cambiante.
— ..... — Johan se quedó estático por un momento sin saber que curso de acción tomar a continuación. Al final suspiró con frustración y se inclinó para llevar a la adolescente en sus brazos.
Llevaría a la niña a una butaca, y como no había testigos podría hacer como si nada de esto hubiera pasado. Era preferible ahorrarle esa vergüenza a los dos.
Los planes son hermosos en la imaginación, pero la realidad es muy diferente a lo que se espera.
En el momento en que Johan puso a Dahlia sobre la butaca, ella abrió los ojos y lo miró a él con la mirada aturdida.
Johan — .....
Dahlia — ....
« *Se cae* ¿Qué carajos está pasando aquí? ✧\(>o<)ノ✧ ¿Por qué no puedo recuperarme de un desmayo sin que el amor de mi vida me vea en mi peor situación? »
Johan estaba anonadado cuando observó fijamente los ojos de la joven, porque esos ojos los había visto muchas veces en los últimos días, en sus sueños. Pero no lograba entender, por qué esta mirada era diferente a la del pasado.
A Dahlia Lyonel la conocía desde que ella tenía 5 años, el año en que la Princesa Rania murió. Era una niña inquieta y ruidosa en ese entonces. Después de la muerte de la pareja de reyes, las apariciones de Dahlia Lyonel en la zona interna del castillo podían contarse con una sola mano.
Había oído mucho de ella. Que era arrogante y malcriada, que le gustaba humillar a sus maestros e institutrices siempre superando sus espectativas con arrogancia, que no le gustaba convivir con plebeyos, que era irrespetuosa con sus mayores, que había golpeado o insultado a X nobles inferiores, que había ofendido a X familia cuando hablaron mal de su difunta madre. En fin, que su fama no era precisamente buena; algunos nobles la odian y otros le tienen miedo, y en cuanto a los plebeyos, les da perfectamente igual quien sea Dahlia Lyonel, para ellos no es más que un tema de conversación para la hora de la cena.
La impresión que Johan tenía de Dahlia era que ella es una niña noble inmadura y desenfrenada, y no había más en sus ojos que altivez y superioridad. Pero esta vez... había algo diferente en ella, ya no era irremediablemente arrogante, sino más bien extrañamente silenciosa. Y el brillo en su mirada estaba casi seguro que es el mismo que vio en su sueño. Aunque el rostro de esa persona estaba demasiado difuso para confirmarlo por completo, Johan estaba seguro de que esos ojos azul cielo si eran los mismos que los de sus sueños.
El cambio en esta persona... parece ser bastante interesante.
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La sirenita: ¡Así no será la historia!
FantasyViolette Delfina De la Costa era una prometedora estudiante de la facultad de derecho de la Universidad central, hasta que... en unas vacaciones de regreso a su ciudad natal, el avión en el que viajaba cayó al mar. Como si fuera un mal chiste, rena...