Nerea nadó hasta el Palacio Real, en el momento de ver las grandes puertas, un sentimiento de alegría la invadió y se olvidó por completo del incidente del barco. Al entrar al salón principal pudo ver a un grupo de personas esperándola. A la cabeza estaban su padre, un tritón que aparentaba tener unos 30 años de cabello negro y ojos verdes con escamas color azul oscuro, y su madre que si no fuera por su peinado podría ser confundida con su hermana, cabello rubio y ojos violetas junto con brillantes escamas amarillas degrade. Además de sus padres también estaba su abuela, una sirena que aparentaba estar en su mediana edad, con hermoso cabello rojizo y ojos color ámbar junto con escamas de color beige, se veía como una mujer elegante y magnánima. Detrás de ellos estaban su hermano mayor, Dylan Miramar, de cabello castaño y ojos verdes con escamas color verde oscuro, y junto a él su esposa, Ula de la Corriente Oriental. Nerea se concentró más en esta cuñada, no era la primera vez que la veía pero si era la primera vez que la conocía formalmente como cuñada; la boda de su hermano fue un año después de su Ceremonia de las Tres Virtudes, por lo que no pudo asistir; Ula era una carismática sirena oriental, con rasgos hermosos y delicados, cabello negro y ojos negros, piel tan clara como el jade y escamas en forma de corazón color rosa pastel, se veía amable y delicada a simple vista, y en verdad lo era pero también era una mujer de fuertes principios y defendía lo que creía correcto. Nerea le sonrió alegremente a su cuñada, haciendo que ésta enrojeciera de la vergüenza. Cerca de esta pareja estaba su segunda hermana, Briseida Miramar, su cabello rubio y sus ojos verdes, hermosa y peligrosa como una rosa, con escamas color morado rojizo, y a su lado estaba su esposo, Azariel Kaito, un tritón de cabello gris plateado y ojos azules, con un aire dominante y carismático, sus escamas eran color azul hielo. Nerea también se detuvo en esta pareja, casados hace dos años, se podía ver a simple vista que estos dos se amaban, Nerea casi sintió que podía darle diabetes por tanto dulce a pesar de que no mostraban comportamientos cariñosos en público. Sus otras hermanas también estaban; la taciturna Nahir de cabellos rubios rojizos, ojos verdes y escamas color canela; la astuta Itziar de cabello negro, ojos violetas y escamas rojo bermellón; y la alegre y temperamental Meredith con cabello castaño rojizo, ojos verdes y escamas naranja degrade.
Nerea sonrió para sus adentros. Su familia es grande. Incluso más grande si cuentas a sus tres tíos y tres tías maternas, y a sus 8 primos y 9 primas. A veces se le hacía difícil recordarlos a todos, especialmente cuando rara vez los vio desde hace cinco años. Aún así, su familia siempre fue armoniosa. Esta es una de las razones por las que a Nerea le encantaba ir a pasar el verano en la Mansión Arenas Profundas cuando era niña.
— Madre, Padre, Abuela, Hermano mayor y hermanas, he vuelto — Nerea casi deja escapar un par de lágrimas cuando se lanzó al abrazo de su madre.
Las lágrimas de Luna no pudieron evitar caer mientras abrazaba fuertemente a su hija más pequeña. Malia se secó las lágrimas del rabillo del ojo discimuladamente. Morgan miró a su esposa y su hija con amor. Y el resto de la familia sonrieron con alegría.
El miembro ausente de su familia, al fin había regresado a casa.
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Abarne estaba tomando una siesta recostada en una tumbona. Había un sombrero de ala ancha cubriendo la mitad de su rostro. Este fue el resultado de revolver sus pensamientos tratando de descifrar por qué la trama parecía estar cambiando. Desde que se enteró de que estaba dentro del libro, naturalmente sabía que su intervención en este mundo podría cambiar directa o indirectamente la trama. El primer cambio notable que hizo en la trama fue su asistencia a este evento, después de todo ella es la razón por la que su hermano y su prima están aquí, de lo contrario los elfos prefieren mantenerse alejados de los humanos, especialmente los elfos de sangre pura. El segundo cambio que notó Abarne, fue la protagonista en si; para empezar los rayos que salían de sus manos, parecía ser otro tipo de atributo pero en el libro se mencionaba claramente que la protagonista era un atributo agua pura, además su actitud le pareció muy extraña, si parecía muy sorprendida al ver seres terrestres pero también parecía que ya lo había esperado... ¿Por qué? El tercer cambio en la protagonista fue su obvia mirada de irritación y desagrado al Príncipe de Geles, pero eso no tenía sentido ya que en este momento ni siquiera deberían conocerse para empezar.
Abarne se sintió estafada. Y por más que lo pensó, no supo dar respuesta a estas preguntas.
— Ya son las 3 de la tarde. Todavía es un cielo despejado y brillante — Aoki sorbió un jugo de naranja mientras cubría con su sombra a su hermana.
— Me estás tapando el sol. Quítate — Abarne agitó su mano con irritación. Tanto pensar en las cosas le estaba dando dolor de cabeza.
— Primo, aquí estás. Pensé que te estabas escondiendo del príncipe humano — Nahele llegó con un plato de pastel en sus manos. Sus mejillas se hincharon mientras masticaba, casi perdiendo su imagen fría.
— Ni lo menciones — Aoki frunció el ceño con desagrado y se sentó en la silla junto a su hermana.
— El mar está muy tranquilo hoy. ¿Quieren bucear? — Nahele propuso de repente con una luz espectante en sus ojos.
— Paso. Todavía tengo sueño — Abarne era demasiado perezosa para hacer grandes movimientos.
— Pero Abarne...... Tú eres la única de nosotros que sabe la Técnica de la burbuja de aire... — Nahele frunció los labios infantilmente. Sabía que sus primos no podían negarse a ello.
— ¿Asustada de bajar? — Aoki no perdió la oportunidad de burlarse de su hermana.
— ¿Asustada yo? En tus sueños — Abarne lanzó el sombrero y se paró de un salto. Le lanzó una mirada penetrante a su hermano y tomó la mano de su prima — Vamos.
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La sirenita: ¡Así no será la historia!
FantasyViolette Delfina De la Costa era una prometedora estudiante de la facultad de derecho de la Universidad central, hasta que... en unas vacaciones de regreso a su ciudad natal, el avión en el que viajaba cayó al mar. Como si fuera un mal chiste, rena...