Michael
—Hermano —escuché la voz de Evan desde la puerta, pero no volteé—. Michael, deja de estar así —se acercó quedando al frente mío—. ¿Quién me va a preparar el desayuno?
—¿Es en serio? —lo miré molesto.
—¿Desde cuando eres tan sensible? Solo es una broma —me empujó riendo—. Levántate, hagamos algo juntos.
—¿No tienes que trabajar? —me acomodé en mi almohada.
—Faltaré —negué con la cabeza—. Si caes, caigo contigo.
—Esa frase no aplica hoy —me senté—. No vas a faltar al trabajo.
—Bueno, pero no me gusta verte así —se sentó a mi lado—. ¿Recuerdas cuando te compraste una pelota de fútbol y se desinflo al caer en un cerco de púas? —reí asintiendo con la cabeza—. Estás como ese día —suspiré—. ¿Recuerdas que hice para alegrarte?
—Jamás me olvidaría de eso —reímos—. Sólo recuerdo el tremendo grito que mi mamá te metió después.
—Volvería a hacerlo con tal de que sonrías ahora —negué con la cabeza varias veces.
—No es necesario —me golpeó la espalda y se levantó de la cama.
Evan salió del cuarto y yo me paré de la cama dando un gran suspiro.
Al entrar al baño, mi ánimo cambió drásticamente. De pronto me dieron ganas de no darme por vencido. Tal vez solo sea mi cabeza teniendo soluciones cuerdas a lo que pasó ayer con Lucía. Tengo que ir a hablar con ella.
Me alisté lo más rápido que pude y salí a la cocina. Evan me miró extrañado mientras comía un pan y le di un beso en la cabeza.
—Te amo hermano —me miró aún más extrañado y cogí las llaves del carro—. ¡Yo te recojo del trabajo!
—¿Qué te pasó ahí dentro? —preguntó mirando hacia mi cuarto y abrí la puerta del departamento para luego subir al ascensor.
Lo más gracioso y emocionante de esta situación es que no tengo ni la menor idea de lo que le diré a Lucía. Ya se me ocurrirá algo en el camino.
Subí al carro y puse la música al máximo volumen para no pensar más y solo ir a por mí objetivo. Decirle todo lo que siento a Lucía. No pierdo nada. Si me rechaza, lo aceptaré y seguiré con mi vida. ¿Y si decide dejar a Matías y comenzar una relación conmigo?
Bajé del carro al llegar a su casa y caminé directo a la puerta. Toqué el timbre un par de veces y comencé a saltar levemente de los nervios. Tú puedes, Michael. Tú puedes.
—Michael —dijo Lucía con una gran sonrisa, la cual me desconcentró y lo que hizo después terminó de sacarme de mis pensamientos y olvidar a qué venía—. Iba a ir a buscarte —dijo aún abrazándome—. ¿Estás bien? —preguntó alejándose de mi con una mirada confusa, seguro porque yo no la abracé de vuelta.
—Lucía, yo...
—No digas nada —me interrumpió, me agarró las manos y yo seguía sin pisar tierra—. Creo que lo que te voy a decir ahorrará todo lo que tú tenías planeado decir —me quedé en silencio mirándola esperando a lo que quería decir. Tomó aire y sonrió—. Terminé con Matías.
Sus ojos brillaban, su sonrisa delataba felicidad. ¿Por qué está feliz? Se supone que una ruptura es dolorosa.
—Qué...qué bueno que vine entonces —me rasqué la cabeza alejándome de ella—. Supongo necesitas un amigo con quien llorar y hablar —rio negando con la cabeza y la miré confundido, ¿Qué es lo que trata de decirme?
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Una vida contigo
Подростковая литератураEvan Radeguieri, un chico de 18 años tiene que luchar con los cambios de su último año escolar. Con un pasado complicado y un futuro desconocido, conoce a la chica de sus sueños y la vida parece tener un sentido distinto. Fan page en Instagram: http...