Capítulo 11

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Michael

Salí de mi casa con el pijama más elegante que encontré y comencé a caminar hacia la de Evan. Micaela pidió que celebráramos el día del pijama en el colegio y por alguna extraña razón la dejaron. ¿Quién no la dejaría? Si es perfecta en absolutamente todo lo que hace. Se ha esforzado toda su vida académica por ser un gran ejemplo para todos los demás y de alguna forma lo ha logrado. Eso los directores lo saben, por eso es la encargada de organizar la mayoría de cosas importantes que pasan durante el año. Incluido nuestro torneo de fútbol. Sé que es muy temprano para pensar así, pero me parece demasiado sexy que una mujer sea capaz de hacer todo eso por ella misma. Nunca había conocido a alguien así. Bueno de todas formas, sólo he estado con tres chicas en toda mi vida. Todas diferentes a Mica. 

Llegué a la casa de Evan y suspiré del cansancio. Debí venir con Federico, pero el desquiciado de mi mejor amigo prefiere ir caminando al colegio, sólo para fumar su típico cigarro mañanero. Y yo como siempre, apoyando sus ideas. Toqué el timbre y sentí nostalgia al hacerlo. Hace unos años solía venir todos los días, el sonido del timbre sigue siendo el mismo y sólo me recuerda a aquellas tardes de fútbol o de hacer travesuras a todas horas junto con mi hermano que era otro Evan, uno más alegre que ahora. 

Kiara abrió la puerta y me miró de pies a cabeza. Ella a diferencia mía estaba con el uniforme del colegio, en perfecto estado. Planchado hasta por las puras, incluso su cabello estaba ordenado a la perfección. Eso siempre la ha caracterizado y es una de las cosas que la diferencian de su hermano mayor. Ella siempre quiere tener todo bajo control, es la persona más perfeccionista que conozco. Evan en cambio tiene una ideología de vida de hacer todo improvisando, como sea y dejándolo al destino y la suerte. 

—¿Qué haces en pijama? —frunció el ceño.

—Hoy celebramos el día de el pijama en el colegio —miré hacia la cocina—. ¿Y Evan?

—Sigue durmiendo —me dio pase para entrar.

 Le agradecí y subí las escaleras hacia el cuarto de mi hermano. 

Abrí su puerta y apestaba a cigarro. Los últimos días ha estado extraño, más de lo normal. Está más alegre por momentos, pero luego se viene abajo. Y algo me dice que es por Danica. Lo conozco y ese comportamiento sólo significa que ha empezado a sentir algo por ella y no lo quiere aceptar. Cada vez que la ve con Derek se pone de un humor insoportable y en cambio cuando está con ella vuelve siendo otro.

—Evan Radeguieri —hablé molesto y escuché un quejido de su parte—. Levántate, animal.

—No quiero —con ese tono de voz me hiso recordar a cuando era un niño, aún duerme con la almohada en la cabeza. Se la quité y renegó.

—Vamos a llegar tarde —traté de jalarlo.

—¡Quiero dormir! —me tiró la almohada y se levantó de la cama.

—Apúrate.

—Ya mamá —agarró su mochila y salió del cuarto.

—¿A dónde vas? —se detuvo.

—Al colegio, ¿a dónde más?

—¿No te vas a bañar?

—Verdad —regresó a su cuarto, se echó perfume por todo el cuerpo y volvió a salir.

Increíble.

Comenzamos a caminar hacia el colegio y seguía sin creer que estábamos en pijama. Al menos yo me puse zapatillas, Evan está en pantuflas. Mi pijama es una polera negra con un pantalón rayado. Evan tiene su típico pantalón de cuadros y su polo blanco.

Una vida contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora