Capítulo 22

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Evan

Me paré de la cama y me cambié con el uniforme como pude, casi con los ojos cerrados. Bajé a la cocina y tomé un vaso de leche. Mi mamá me miró preocupada y supongo que fue porque esta semana a penas comí, pero no dijo nada. Salí de la casa y comencé a caminar hacia el colegio acompañado de mi típico cigarro de la mañana.

Toda la semana traté de acercarme a Danica, pero simplemente no quiere hablar conmigo. Ir al colegio y verla tan apagada es una tortura. Cierro los ojos y la imagino en la playa, tan feliz conmigo, besándola, bailando. Estábamos en una burbuja en la cual se nos era imposible ver la realidad. Y por un momento deseé regresar a ese momento, quedarme estancado ahí, por siempre. En un universo paralelo en el cuál ninguno de los dos era capaz de decir la verdad. Ella, que por celos decidió decirle a Fabrizio dónde estaba esa noche y yo, sin decirle todos los problemas que tengo en mi casa y lo mucho que eso me ha roto por dentro.

Al llegar al colegio, la vi.

Se había cortado el cabello y no me pude sentir peor. Recordé a mi hermana decir que cuándo una mujer se cortaba el cabello era para cerrar una etapa. Una sensación amarga se instaló en mi estómago y fue subiendo hasta mi garganta. Tenía puesta la incómoda falda del uniforme y la blusa algo arrugada. Estaba en su casillero, de espaldas. Pensé en acercarme y susurrarle al oído que la quería. Que me perdonara. Rogarle que me diera otra oportunidad. No lo sé, lo que sea, cualquier frase que hiciera que volviera a mí.

Pero entonces apareció Derek.

La saludó con un beso y le dijo algo al oído. Ella rio y hasta aquí pude escuchar su dulce risa. Sentí un nudo en la garganta al darme cuenta que no era yo el causante de esa risa, y tal vez nunca más lo sería. Sentí una molestia incontrolable y en eso llegó Michael. Me puso una mano en el hombro y toda la tensión desapareció. Me sonrió, cómo si estuviera consiente de todo lo que había estado pensando y caminamos hacia el salón.

Me eché sobre la carpeta y Michael suspiró a mi lado. Me tocó el hombro y volteé a mirarlo.

—Tienes una cara...

—Michael, ¿qué me está pasando?

—Pasa que no estás ignorando este tema como deberías —me golpeó en la espalda—. Me enteré de algo que te va a interesar —lo miré extrañado—. Hoy hay fiesta en casa de Tomás.

—¿Acaso no me ves?

—Vamos a esa fiesta —habló emocionado y negué con la cabeza—. No me jodas que no vas a ir.

Me senté y me acomodé en mi asiento. Miré hacia el lugar de Danica y ahí estaba. Sola, felizmente. Sin el imbécil de Derek.

—Averigua si va Danica, sólo así iré.

—Perfecto.

Comenzó la clase y vi que Danica volteó a mirarme. La miré también y desvió la mirada. Sé que me extraña, es inevitable. Ya ni siquiera estoy molesto por lo de la fiesta de Michael. Sólo quiero tenerla de vuelta.

Me eché en la carpeta y me preparé para dormir.

—Evan —escuché la voz del profesor de química y me levanté—. ¿Puedes ayudarme con este ejercicio? —miró a la pizarra y yo miré a Michael a ver si podía salvarme de esta, pero no me miró.

—No... ¿Por qué no elige a alguien más? —pregunté nervioso.

—Es nota para el examen de la próxima semana —habló serio—. Le recuerdo que está desaprobado hasta ahora...

—Sí, ya sé —me paré de mi asiento y caminé hasta él.

Cogí la tiza y me paré frente a la pizarra. ¿Qué es esto? Miré confundido el ejercicio e hice cualquier cosa. Dejé la tiza y volteé a mirarlo.

Una vida contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora