Capítulo 34

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Danica

Al terminar de cambiarme, salí del baño y Angela seguía dormida en la cama. Me acerqué y la moví levemente, abrió un ojo y me lanzó una almohada. Me quejé y le tiré una almohada también. Caminé hacia el espejo y cogí el peine para cepillarme el cabello.

Extraño tanto a Evan...creo que ya no es normal. Ayer cuando encontré el teléfono público pensé en llamarlo, pero no quería parecer desesperada. Creerá que no puedo vivir sin él, y si, no puedo, pero no hay que demostrarlo tampoco. Sé que Evan me ama, sé que me debe estar extrañando también, pero llamarlo tan pronto lo hará sentir como con las otras chicas que solían estar atrás de él todo el tiempo. He notado que le gusta que yo no esté detrás de él, aunque lo esté, sólo que aparento muy bien. Me pregunto que estará haciendo ahora mismo. 

—Danica —Angela estaba atrás mío frunciendo el ceño y volteé asustada—. Te he estado hablando todo este rato —rio y se me acercó—. ¿En qué piensas?

—En Evan —suspiré—. Lo extraño mucho.

—Claro, debí imaginarlo —se sentó a mi lado y me miró—. ¿Hay algo que quieras contarme de él? —dejé el peine.

—¿Algo cómo qué?

—No sé —se paró y se apoyó contra la pared—. Algo del día de la graduación, por ejemplo —alzó los hombros.

—No sé de qué hablas —reí nerviosa y me paré de la cama para buscar mis lentes de sol y salir a desayunar con mi abuela.

—Sé que estás ocultando algo —insistió y no la miré—. Kiara me contó que te botaron de la fiesta de graduación a las dos horas de que comenzó. ¿Dónde estuviste toda la noche?

—¿Por qué hablas de mí con tus amigas? —volteé a mirarla. 

—Me llamó al día siguiente de tu fiesta mientras dormías a preguntarme si habías llegado bien a casa y que si sabía algo de Evan, él no le contestaba el teléfono y quería asegurarse que estuvieran bien porque se fueron juntos —se me acercó—. No me mientas más, soy tu hermana. ¿Dónde estabas?

—¡Bueno está bien! —cogí los lentes de sol molesta—. Estuve con Evan, en la casa de Michael.

—¿Haciendo qué? 

—Angela soy tu hermana, no un criminal como para que me interrogues así —traté de caminar a la puerta del cuarto, pero me agarró del brazo. 

—Por favor dime que no tuviste relaciones con él —me solté de su agarre—. Eres tan ciega...

—¡Basta! —alcé la voz y ella me miró—. No te metas más en mi vida Angela. 

—Le diré todo a mamá —cogió la manija de la puerta y esta vez fui yo quien la agarro del brazo.

—Ni se te ocurra —hablé muy seria y ella soltó la manija.

—Prométeme que no volverás a hacerlo —reí negando con la cabeza—. Entiende que arruinarías todo si se enteran o si te pasa algo.

—¿Algo como qué? ¿Quedar embarazada? —hablé con sarcasmo.

—Si o contagiarte de alguna enfermedad —se cruzó de brazos—. Recuerda que no eres la única con la que Evan ha hecho eso.

—Es suficiente, no voy a escucharte más —abrí la puerta del cuarto.

—Promételo Danica —respiré hondo y volteé a mirarla.

—Está bien Angela, tú ganas. No volveré a hacerlo, pero cállate y no vuelvas a hablarme más del tema. 

Una vida contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora