Danica
Terminé de comer la ensalada de frutas que mi mamá me preparó y dejé el táper a un lado. Miré a mis papás que estaban dormidos y suspiré.
¡Estoy aburrida! No tengo zapatillas para amarrármelas y desamarrármelas como hace Michael cada vez que quiere matar el tiempo.
No pienso cruzar palabra con Angela, por más sola que esté. Anoche mis papás casi descubren que estábamos peleadas, felizmente supe cómo ocultarlo. Pensé en ir a llamar a Evan, pero la idea de que vuelva a contestarme esa chica me detuvo.
—Dani —escuché la voz de Adrián y sonreí al verlo.
—¡Hola! —me levanté de la arena y me acerqué a él—. Anoche no viniste a buscarme.
—Sí, lo siento —suspiró—. Prometí ayudar a mi papá con la parrilla y se hizo tarde.
—No te preocupes —sonreí—. ¿Vamos al mar? —asintió con la cabeza.
Caminamos hacia el mar y me quité el polo que tenía encima.
—¿Terminaste el colegio? —negó con la cabeza mientras nos metíamos al mar.
—Recién entraré a último año, ¿tú?
—Me gradué la semana pasada —reí—. No me imaginé que eras menor que yo.
—Ni yo —rio—. Ahora siento que eres como mi hermana mayor.
—Si —asentí con la cabeza—. Yo también me siento así.
Volteé a mirar hacia mis papás y vi a un chico muy parecido a Evan caminar hacia las casas.
—Creo que me volví loca —caminé hacia la orilla y Adrián me siguió—. ¡No puede ser! —grité al darme cuenta que si era Evan y comencé a correr.
Cogí mi polo de la arena y corrí hasta alcanzarlo.
—¡Evan! —volteó—. ¡No puede ser! —reí y me acerqué a él para abrazarlo, pero se alejó.
—¿Quién es ese imbécil? —fruncí el ceño.
—Adrián, un amigo —rio y abrió la puerta del carro—. ¿Qué haces?
—¿Quieres que me quede a ver cómo ese chico te come con la mirada en mi ausencia? —negué con la cabeza.
—Adrián no es así —cerró la puerta del carro—. Es menor que nosotros.
—Si, como si importara —miró a otro lado.
—No confías en mí —me alejé de él—. ¿Y yo si tengo que confiar en ti? ¡Sabiendo que estás con otras chicas en tu departamento! —frunció el ceño.
—¿Qué? —me crucé de brazos—. ¿Qué chicas?
—Te llamé ayer y una chica contestó.
—¿Una chica?
—No te hagas el loco —reí sarcástica.
—Tú tampoco confías en mí —miré el suelo—. Increíble —abrió la puerta del carro de nuevo y la cerré.
—Si confío en ti.
—¿A qué hora llamaste?
—A las dos.
—No estaba en el departamento a esa hora —me miró directamente a los ojos y tragué saliva—. Fue Michael el que invitó a una chica, no yo.
—¿Y dónde estabas?
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Una vida contigo
Teen FictionEvan Radeguieri, un chico de 18 años tiene que luchar con los cambios de su último año escolar. Con un pasado complicado y un futuro desconocido, conoce a la chica de sus sueños y la vida parece tener un sentido distinto. Fan page en Instagram: http...