Capítulo 14

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Derek

Es difícil aceptar que estos dos últimos años se han basado en tomar pésimas decisiones. Aguantar las consecuencias es el mejor castigo que podría haberme tocado. No sé qué está mal conmigo, no sé qué me hiso pensar que Danica por fin se fijaría en mí. Si tan sólo hubiera sabido que en este colegio habría un idiota igual que Raúl, no me habría ido del anterior. Metí la pata hasta el fondo una vez más. Era más que obvio que Danica se fijaría en Evan, lo supe desde el primer día.

Abrí mi casillero y Fabrizio se apareció a mi lado al mismo tiempo.

—Hola —parecía recién despierto y reí un poco al verlo tan desorientado—. No entrenaste ayer, Evan tampoco.

—No tenía ganas —saqué el libro de comunicación y lo miré—. ¿Es normal que Evan falte a los entrenamientos? —negó con la cabeza.

—Para nada.

Entonces mi mente hizo clic. Danica tampoco estuvo en su casa en la tarde. La llamé un par de veces y en las dos respondió Angela diciendo que no estaba. ¿Acaso estuvieron juntos?

Caminé hacia el salón dejando a Fabrizio atrás y me senté en el lugar del costado de Danica para esperarla. A los minutos entró y me sonrió. Se sentó a mi lado y me dio un beso en la mejilla.

—¿Dónde estuviste ayer? —pregunté lo más relajado posible y dejó su cuaderno sobre la carpeta.

—Con mi papá —me miró—. ¿Por qué?

—Quise ir a visitarte, pero Angela me dijo que no estabas —sonrió.

—Lo siento.

—No te preocupes —le sobé levemente la mejilla.

Evan entró al salón y hasta acá pude sentir su perfume, que estoy seguro, se tira la botella entera encima. Danica lo miró, como siempre, pero esta vez él también la miró. Quise levantarme de mi lugar y meterle un puñete por entrometerse, pero me contuve y saqué el cuaderno de matemática de mi mochila.

Comenzó la clase y recordé que hoy teníamos examen. La profesora repartió las hojas y dio cuarenta minutos para resolverlo. Vi que Danica volteó a mirar a Evan y se sonrieron mutuamente. ¿Acaso cree que soy ciego y no la voy a ver?

Terminaron los cuarenta minutos y Danica ya había entregado su examen, pero yo me demoré más de lo habitual.

—Tienes que entregarlo —asentí con la cabeza tratando de resolver un ejercicio.

Puse mi nombre en lo alto de la hoja y me paré a entregarlo. Sonó el timbre del descanso y comencé a guardar mis cosas. En eso Evan se acercó a Danica y le dijo algo al oído. Danica rio y siguieron hablando. No la entiendo, me dice que no lo soporta, que no quiere saber nada de él fuera del trabajo y hace todo lo contrario.

—Danica —hablé molesto y volteó asustada.

—Pensé que te habías ido —negué con la cabeza y miré a Evan.

—Aléjate de ella —rio y Danica frunció el ceño.

—¿Qué te pasa? —Evan salió del salón—. ¿Por qué le dices eso?

—¡No te entiendo! —alcé la voz—. Me dices que es un insoportable, que no quieres ni hablar con él y haces todo lo contrario —se quedó en silencio y bajó la mirada.

Iba a salir del salón, pero alzó la cara y entre abrió los labios para decir algo.

—Me equivoqué —tragó saliva—. No es como pensé.

—¿Ahora te cae bien? —reí sarcástico y asintió con la cabeza.

—Te guste o no, sí. Me cae bien —guardó sus cosas y salió del salón.

Una vida contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora