Capítulo 41

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Danica

Miré a Evan que estaba terminando de guardar su ropa en los cajones y suspiré. Estoy tan orgullosa de él y de lo que hemos construido juntos. Hay noches en las que me pongo a pensar que hubiera pasado si no me hubiese cambiado de colegio o si no me hubiese tocado hacer el trabajo de inglés con él. Entonces pienso en todo lo que me habría perdido. Estar con Evan me ayudó en todo sentido. Tenía miedo de volver a confiar en alguien, sobre todo en un chico. Vencer ese miedo me ayudó a conocerme a mí misma. La vida es hoy, no mañana. Estaba cansada de planear todo en mi vida, encargarme de hacer todo perfecto para el resto de mis días ser el orgullo de mis papás. Aún quiero serlo, pero es diferente ahora. He empezado a pensar en mí y en lo que realmente quiero. Cuando estaba con Derek solo era para no hacerle daño y no pensé en mi felicidad. Cuando me juré a mí misma no volver a estar con un chico como Evan si pensaba en mí, no quería salir dañada, pero solo seguía lo que me decían Angela y mis papás. Ahora es diferente, ahora escojo cada día a Evan y a la vez lo que realmente quiero.

Me miró y sonrió.

Me da curiosidad saber en qué está pensando. Lo conozco, lo más probable es que quiera echarse aquí conmigo en vez de ordenar su ropa. Me bajé de la cama y me paré a su lado. Me abrazó y me dio un beso. Le sonreí y lo jalé de nuevo para seguir besándolo. Dejó la casaca que tenía en la mano en la cama y me agarró el cuello con ambas manos. Me encanta cuando hace eso.

—Termina de una vez que ya me aburrí de esperarte.

—¿Qué quieres hacer hermosa? —me sobó el cabello y me tiré en la cama.

—¿Vamos a pintar? —asintió con la cabeza.

—Hagamos una obra de arte —me dio la mano y me levantó de la cama.

Fuimos al cuarto de al lado donde estaban todas las cosas de pintura y sonreí. Este es mi lugar favorito de la casa. Me senté en la silla frente al caballete y cogí un lienzo del suelo. Evan me siguió y lo miré.

—Te reto a dibujarme.

—Está bien —sonrió—. Pero tú también tienes que dibujarme.

—¿Qué gana el mejor? —pregunté cogiendo un pincel.

—No vas a ganar —rio detrás del lienzo y negué con la cabeza.

—Tú no vas a ganar Evan Radeguieri, estás con la hija de Picasso —alzó las cejas y reí.

—Michael será el jurado para este acontecimiento —habló serio.

—Acepto —sonreímos.

Cogí un lápiz y comencé a dibujarlo. No pensé en lo nerviosa y roja que me voy a poner con tan solo mirarlo tan detenidamente. También me miró y sonrió.

—Qué buena excusa para mirarme —rodé los ojos.

—Estaba esperando uno de tus comentarios arrogantes.

—Y yo que me digas arrogante —reímos—. No me contaste que tal tu semana, yo si te conté la mía.

—Nada interesante mi amor —alcé los hombros—. Preferiría ir a la playa que estar aquí pensando en qué estudiar, en si me irá bien...

—Hey —me interrumpió y lo miré—. Todo va a estar bien.

—No lo sé...—suspiré y se paró de su asiento para acercarse a mí—. Prométeme que no nos vamos a alejar, ni por la universidad, ni por el trabajo... —me dio la mano y le dio un beso.

—Jamás me alejaría de ti —me miró a los ojos—. Voy a estar contigo siempre, a donde vayas y sin importar lo que elijas hacer —sonreí y lo abracé.

Una vida contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora