Capítulo 18

290 12 0
                                    

Danica

Evan puso la pizza en el pequeño horno y yo no podía dejar de mirarlo. Está sonriendo más de lo habitual y su risa es la melodía más perfecta que mis oídos podían haber escuchado alguna vez. Michael estaba molestándolo desde hace rato con algo que no puedo escuchar desde dónde estoy. Decidí ir a buscar a Micaela que estaba terminando de bañarse. Caminé hacia el cuarto donde la había dejado y la encontré cepillándose el cabello.

—Estoy muy feliz —sonrió ante mi confesión.

—Finalmente caíste en las redes de Evan —rio y dejó el cepillo que tenía en la mano—. Estoy feliz por ustedes —me abrazó y sonreí.

—¿Qué crees que dirán todos cuando nos vean juntos? —rio y alzó los hombros.

—Seguramente las chicas querrán asesinarte —alcé las cejas.

—Sí, es lo más probable.

—¿Le dijiste que fuiste tú la que le dijo a Fabrizio dónde estaba? —negué con la cabeza—. ¿Y aún así lo besaste?

—Mica, no quiero arruinar las cosas con él —me senté en la cama y justo Evan abrió la puerta.

—Ya va a estar la comida, ¿vienen? —asentí con la cabeza, algo tensa.

Me levanté de la cama y Evan me dio la mano. Caminamos hasta la cocina y me dio un pedazo de pizza para probar.

Sé que la Danica del pasado estaría muy decepcionada de mí, pero la del presente está más que feliz. Dijo que no era un juego para él y le creo. Volteó a mirarme y le sonreí. Hoy le diré la verdad del día de la fiesta de Michael, espero me entienda y no reaccione mal cuando le diga que es mi culpa que su sueño se haya arruinado.

—¡Dios! —gritó mirando la pizza—. Me casaría con esto —reí.

—Por algo es tu comida favorita —lo abracé y el volvió a darme otro pedazo—. Está increíble —reímos.

—Comería esto todos los días, con eso te digo todo —cogió otro pedazo.

—Dani, ¿quieres ron con coca cola? —preguntó Micaela y negué con la cabeza arrugando la nariz.

—El ron y yo no nos llevamos bien —reí—. ¿Tú quieres? —le pregunté a Evan y sonrió.

—No tomo alcohol.

Pensé haber escuchado mal, pero al ver las caras de Michael y Micaela, supe que había escuchado bien.

—¿Por algo en especial? —mordió su pizza.

—Bueno, más para nosotros —dijo Michael—. Está buena la pizza, te pasaste hermano.

No sé si sólo fui yo, pero el ambiente se puso un poco tenso luego de que Evan no respondiera a mi pregunta. La verdad es que cuando Evan me dijo que las fiestas eran parte de su tiempo libre, pensé que terminaba sin conocimiento en cada una de ellas debido al alcohol. Es sorpresa para mí escuchar que no bebe alcohol, pero me gusta eso. Decidí olvidarlo y no insistir. Seguro es una tontería, ni siquiera era importante.

Terminamos de comer y ayudé a Evan a limpiar todo mientras Michael y Micaela trataban de agarrar señal para la radio.

—¿Quieres ir a ver las estrellas? —Evan me susurró al oído y sonreí emocionada para luego asentir con la cabeza.

Les avisamos a Michael y Micaela que ya volvíamos y caminamos hacia la orilla. Nos echamos sobre la arena y me acurruqué en él. Su corazón estaba latiendo rápido y su respiración era agitada, por lo que acabamos de caminar. Le di un beso en la mejilla y sonrió.

Una vida contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora