Danica
Me encanta despertarme tarde, al igual que dormir. No me gustaba admitirlo, pero ahora ya no lo veo un problema. Es sábado y está nublado afuera, con la típica neblina de las mañanas. Me giré en la cama para ver mejor la ventana y sonreí al ver un pájaro posado en una rama. Me agarré el collar que Evan me había dado hace dos semanas y me aferré a él. Evan...
De pronto sentí ganas de bailar. De volar, de vivir. Disfrutar de este increíble momento que espero nunca se acabe.
Me paré de la cama y comencé a moverme, a dejarme llevar. Sin música, sin zapatillas de ballet. Sólo mi corazón y yo.
La puerta se abrió y me detuve. Sonreí levemente al ver a mi mamá.—¿Bailando tan temprano? —asentí con la cabeza—. Cámbiate, iremos a almorzar con tu abuela.
—¿Qué hora es? —pregunté extrañada.
—Las doce —rio—. Apúrate.
Terminé de cepillarme el cabello y sonreí al espejo. Salí de mi cuarto y me choqué con Angela que también salía del suyo.
—Buenos días —no la habría saludado de no ser por mi buen humor, la verdad.
—Hola —respondió fría y bajó las escaleras.
Rodé los ojos y la seguí.
—Angela —volteó a mirarme—. ¿Hasta cuándo vamos a estar así?
—No lo sé, tú dime. Tú eres la que ya no me hace parte de su vida.
—No podía decirte que estaba con Evan, literalmente me lo prohibiste.
—Sólo te trataba de cuidar, Danica —miró el suelo—. Me dolió mucho verte tan mal el año pasado, ¿qué querías qué hiciera? —suspiré y me acerqué a ella.
La abracé lentamente y finalmente ella también me abrazó.
—¡Pero bueno! —gritó mi papá bajando las escaleras—. Las hermanas Jones volvieron.
Los tres reímos y nos abrazamos. Por un momento, un muy limitado momento, sentí que éramos los tres mosqueteros del pasado. Tan inseparables e irrompibles.
El timbre sonó y me alejé de ellos con una gran sonrisa.
—Voy yo.
Al abrir la puerta, saludé al cartero que acababa de dejar un par de cartas. Las recogí y entré a la casa de nuevo. Grité cuándo vi que una tenía el logo de mi universidad. La abrí desesperadamente y comencé a leer. Angela y mi papá se acercaron.
—Es la cita para el examen —dije una vez que terminé de leer—. Es a finales de febrero.
—¿Tan lejano? —preguntó Angela—. Al menos tienes tiempo de estudiar —asentí con la cabeza.
Mi mamá bajó las escaleras y le conté acerca del examen. Estaba muy feliz por mí y mi futuro. Lamentablemente, no tuve más tiempo de pensar en la universidad, ya que mi papá avisó que ya era hora de salir.
Subimos al carro y mi papá puso música. Angela y yo comenzamos a cantar mientras mi mamá reía. Hoy parece que he despertado en un universo paralelo, en el cuál mi familia de siempre se quedó, se siente igual, pero la realidad es que todo es distinto.
Agradezco que la casa de mi abuela no esté muy lejos, el cd que tiene mi papá con nuestras canciones favoritas no dura mucho y una vez que se acabe pondrá la música que a el le gusta y a nosotras nos provoca dolor de cabeza.
Llegamos y pude ver a mi abuela, con sus visibles canas y su típica chompa rosada, nos estaba esperando en la puerta. Bajé corriendo y la abracé muy fuerte.
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Una vida contigo
Fiksi RemajaEvan Radeguieri, un chico de 18 años tiene que luchar con los cambios de su último año escolar. Con un pasado complicado y un futuro desconocido, conoce a la chica de sus sueños y la vida parece tener un sentido distinto. Fan page en Instagram: http...