Capitulo 49. Castigo.

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¿Cómo es posible que hayan ingresado aquí?, me levanto de la cama y empiezo a revisar toda mi habitación cerciorándome de que no haya cámaras o algo más, al comprobar que no hay nada salgo buscando a los chicos.

- Los italianos estuvieron aquí – les informo, y les entrego el anillo junto a la nota.

- Lo revisare – Asegura Jayden mirando el anillo.

Por el contrario, Joshua saca su arma y empieza a revisar el lugar y la puerta de entrada.

- La puerta no está forzada así que la persona tenía llaves, mañana mismo la mandare a cambiar.

- Bien – me doy la vuelta y vuelvo a mi cuarto. Vuelvo a buscar cualquier cosa que me diga que estoy siendo vigilad o escuchada, pero después de horas no encuentro nada.

No he podido dormir una mierda, mi nivel de tolerancia es de cero por ciento. Los chicos lo notan y se abstienen de hablarme, me llevan a la unidad y lo primero que veo es el coche de Ethan.

- ¿Le informaron a Ethan lo de anoche? – Cuestiono.

- Si coronel – Lo que me faltaba, ahora debo lidiar también con Ethan.

Me bajo del auto y camino directo a la oficina del maldito que se hace llamar mi hermano, pero me quedo con la boca abierta cuando abro la puerta de golpe y veo a Ethan de rodillas con la boca entra las piernas de Emma.

- ¡Sal! – Grita Ethan y lo hago ¿Por qué no se me quita la maldita maña de entrar así? Eso me pasa por impulsiva y lo peor de todo es que esto jamás se me olvidara.

Voy a mi oficina y le pido a Samy que me traiga algo para desayunar. Abren la puerta de manera abrupta y me encuentro con la mirada fría del general Davidson.

- La próxima vez que ingrese a mi oficina de esa manera será sancionada coronel – Habla con voz fría y dura.

- No volverá a pasar general, aceptare el castigo que usted crea pertinente.

- Al finalizar el día se quedará con el coronel Arslan, él se encargará de darle su castigo – hijo de puta. Me muerdo la lengua.

- Como ordene general ¿Le puedo ayudar en algo?

Decido no exigirle el motivo de su ausencia durante un mes completo, y sobre todo por qué mierda no toma el teléfono cuando lo llamo.

- Arslan ya me dio el reporte de todas las misiones del mes – hace una pausa – El día de mañana partirá con el coronel a Alemania, él debe encargarse de algunos asuntos, después partirán a Italia están invitados a una cena en la casa del presidente, según él tiene información que nos puede ayudar.

- Si señor.

Se da la vuelta y vuelve a salir de mi oficina, no le pido explicaciones sé que cuando está molesto es mejor dejarlo solo.

Mi día se basa en reuniones con los capitanes, entrenamientos forzados a varios cadetes, revisión de armas, almorzar con las chicas y elaborar planes de tácticas que me solicita Frederick.

Reviso los preparativos de mi viaje con Dante y termino mi trabajo, cuando ya son las cinco de la tarde, busco a Dante para cumplir con mi castigo, le pido a los niñeros que me esperen unos minutos.

- coronel –Saludo

- cien vueltas al campo – Ordena

- Si señor

Empiezo a trotar y cada vuelta acelero más, ya voy por la 62 y siento que no puedo más, pero sé que si me detengo mi castigo se doblara. Cuando termino me tiro al piso ya que mis piernas no responden a mis órdenes.

- No he dicho que descanse, coronel – Grita Dante y me muerdo la lengua, me coloco de pie - ¡Treinta sentadillas!

Las hago, pero mis piernas ya no resisten nada, mi físico después del maldito secuestro y estar internada en el Psiquiátrico por un mes completo me han dejado hecha papilla.

- Para finalizar quiero que en menos de tres minutos termine el circuito de coroneles – Demanda y veo un atisbo de sonrisa. Se que esta disfrutando esto como nunca antes. No le daré el gusto de verme caer. Me encamino al circuito y empiezo. Me debo arrastrar por el lodo, subir muros, correr obstáculos, saltar hasta que llego a la bandera. Al terminar me acerco al mastodonte.

- Se puede ir coronel – Habla Dante y se aleja de mí.

Camino al parking y me encuentro con los chicos fumándose un cigarrillo apenas me ven se aproximan a mí.

- ¿Está bien? – pregunta Joshua mientras me ayuda a ingresar a la camioneta.

- Si, llévenme a casa.

Recuesto mi cuerpo sobre el asiento trasero, y cierro mis ojos, me siento completamente cansada, cien vueltas al campo no son cualquier cosa y más si llevo varias semanas sin fortalecer mi cuerpo. 

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ENTRE LUZ Y Oscuridad (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora