Isabela Rodríguez Myers
- Señorita ya llegamos.
Habla el chofer del taxi, le pago y me bajo dándole la bienvenida al aeropuerto de Cali (Colombia)
- Que tenga buen viaje señorita.
Le sonrió y me entrega mis maletas, empiezo a avanzar por el espacioso lugar lleno de gente, veo como una mujer se despide con abrazos y besos de posiblemente su familia, de un momento a otro empiezo a ver borroso a causa de las lágrimas que se acumulan en mis ojos, no me había dado cuenta que estaba ahí parada como una estatua hasta que alguien me empuja, me obligó a seguir mi camino rumbo a la sala de espera.
-vuelo 132 rumbo a Miami salida en una hora.
Y ahí está el vuelo que me llevará de vuelta a mi departamento y trabajo, realmente amo mi trabajo y mi departamento, pero sé que en este hermoso país están las personas que amo y los mejores recuerdos de mi vida como también los malos, solo espero que esta vez pueda volver sana y en poco tiempo.
-Buenos días – saluda la azafata.
-Buenos días.
Le entrego mis documentos, los revisa y me los devuelve
-Señorita Isabela que tenga un buen vuelo.
Solo le sonrió y empiezo a caminar, hago todo el proceso adecuado para después abordar, busco mi asiento y me doy cuenta que mi compañera de asiento será una señora de una edad aproximada de 55 años, realmente se ve adorable y me recuerda a mi abuela.
Me siento y solo me concentró en recordar los hermosos momentos que viví estos dos meses aquí, realmente disfrute estas vacaciones, recuerdo cuando llegue de sorpresa nadie sabía de mi llegada, y no miento cuando digo que tenía nervios hasta miedo de ver sus reacciones, llevaba más de un año sin visitarlos, y nuestras únicas comunicaciones eran a través de una cámara y no podían durar más de 5 minutos, temía que su reacción no fuera la mejor, pero aun así me atreví a golpear la puerta.
flashback
-Un momento – esa voz me dejó ahí parada sin mover un solo musculo, se abrió la puerta, dejando ver a una mujer de 59 años, de estatura media, piel blanca con algunas arrugas por la edad, pero una mujer realmente hermosa ante mis ojos, ella solo me observaba de pies a cabeza y vi como las lágrimas empezaron a correr por esos hermoso ojos color café.
- ¿I... Isabela?
- Abuela.
Al escuchar mi voz, se lanzo encima de mi envolviéndome en un abrazo, hice lo mismo.
- Mi Niña – Besa me frente y mejillas mientras me sonríe con amor y cariño – ¿Por qué no me dijiste que vendrías? – Voy a responder, pero una voz infantil me deja sin habla.
- ¿Mami?
Mi corazón se detiene por unos segundos, y las lágrimas empiezan a caer una tras otra, el pequeño se queda quieto observándome con curiosidad, esta tan hermoso, ahora en un hombrecito de 5 años, esos ojos grises, su pequeña nariz, pestañas largas y su cabello castaño claro, sus cachetes rosaditos, cejas espesas y labios gruesos.
Cuando mi cuerpo por fin reacciona, me separo de los brazos de mi abuela, camino a paso firme y me arrodilló junto a mi pequeño para estar a su estatura.
Lleva su manita a mi cara y en ese momento todo se detiene solo somos él y yo.
- Mi guerrero.
Se lanza a mis brazos con fuerza, beso su carita con amor y le digo cuanto lo amo y lo mucho que lo extrañe.
Escucho algunas voces detrás de mi y veo a mi pequeña familia, mi tío camilo Rodríguez y su esposa Daniela de Rodríguez.
Fin del flashback.
- Por favor abrochar sus cinturones el avión va a despegar - Esas palabras me traen de vuelta a mi presente, hago lo que dice la azafata y un momento después el avión despega.
Saco mis audífonos y pongo mi playlist favorita, siento mis ojos un poco pesados sé que debo descansar el vuelo dura 12 horas, hago caso al pedido de mi cuerpo y me quedo dormida.
¿Qué les pareció el Capitulo?
No olviden votar y comentar.
Recuerden que si quieren unirse al grupo de whatsapp, el link esta en mi perfil.
ESTÁS LEYENDO
ENTRE LUZ Y Oscuridad (CORRIGIENDO)
Novela JuvenilIsabela Rodríguez, una mujer de 26 años, coronel de la UFOEA, fue entrenada en la milicia desde los cuatro años por su padre el general William Rodríguez, quien la volvió una mujer fuerte e inquebrantable, pero como todo en la vida no puede ser colo...