Capitulo 36. Verdad 1 parte

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Dante

Observo sus preciosos e hipnotizantes ojos marrones junto a sus largas pestañas, sus pómulos elegantes, la nariz pequeña, esta mujer me tiene en sus manos.

No importa cuantas veces quiera negármelo, pero esta mujer me encanta y la quiero solo para mí. La tengo en medio de la noche con sus piernas en mis caderas, pego su espalda contra el tronco de un árbol, mientras el deseo se intensifica con cada rose de nuestras intimidades.

Me mira de manera extraña, como si no comprendiera lo que ella misma está sintiendo, la ropa me quema y sé que a ella también, en segundos la parte inferior de nuestros cuerpos quedan desnudos, la giro y ella misma sube su trasero, ubico la punta de mi pene y me hundo en ella.

- No sabes cuanta falta me has hecho – Confieso con voz ronca.

No me responde, y la verdad nunca lo hace al momento de tener sexo.

- ¡Ahhh! – Gime cuando agarro su cabello con fuerza y lo jalo – Es... Eso se siente bien – Logra decir entre jadeos

- Claro que se siente bien pequeña, soy yo el que está dentro de ti.

Apresuro mis movimientos sosteniendo sus caderas con fuerza, sus gemidos inundan mis oídos y me deleito con ellos. Su espalda se arquea y mi polla es apretada por sus paredes vaginales, dos estocadas más y ambos gritamos cuando el orgasmo nos hace quedar cansados y jadeantes. Recuesto mi cabeza en su espalda tratando de recuperar los sentidos y la respiración, le doy leves besos en sus hombros y le ayudo a subirse los pantalones, hago lo mismo con los míos y se gira colocando sus manos en mi pecho.

- Nada mal guapo.

- ¿Nada mal? – Pregunto incrédulo - ¿Qué carajos quieres decir con eso Isabela?

Me sonríe con suficiencia y vuelve a la carretera, colocándose el casco.

- He tenido mejores – Dice cuando la alcanzo.

«Maldita Desquiciada» ¿Cómo es posible que sea ella quien me gusta?

Decido ignorarla, mientras me subo a mi moto y empiezo a conducir, no me voy a quemar la cabeza con sus comentarios. Cuando llegamos al edificio estaciono y se baja, le veo la intención de alejarse de mí, pero la tomo en mis brazos y la subo en mis hombros.

- ¡Bájame! – Empieza a gritar.

- No quiero, fierita.

- ¡Maldito Psicópata!

Ingreso al ascensor y marco nuestro piso, Isabela sigue pataleando y gritando como loca, me palmea la espalda y el trasero con fuerza, pero eso no hace que la libere de mis garras, cuando estoy frente a mi puerta busco las llaves.

- Bájame Dante.

- Esta noche dormirás conmigo.

- No – Refuta.

- Si.

Ingreso a mi departamento, y voy directo a mi habitación la dejo sobre la cama y me coloco encima suyo, deja de luchar unos segundos mientras nuestras miradas se encuentran, no puedo describir nada de lo que ocurre dentro de mi cuando me mira de esa manera desafiante.

- ¿Eres mía, preciosa?

- No, no soy tuya Dante Arslan, no soy propiedad de nadie, no soy un objeto que puedes reclamar cuando quieras – Dice con braveza – Me pertenezco únicamente a mí.

Uno mis labios con los suyos, porque su actitud lo único que hace es excitarme «Estoy enfermo, completamente mal de la cabeza por esta mujer». Me sigue el beso colocando sus manos en mi cabello, la ropa va desapareciendo con rapidez, beso los tatuajes elegantes que rodean su delgado cuerpo, cada uno de ellos me enciende, gime ante mis caricias y mi lengua juguetona.

ENTRE LUZ Y Oscuridad (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora