Capitulo 37. Verdad 2

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DANTE

Me quedo en mi oficina trabajando y unas horas después mi tranquilidad se ve interrumpida por Fisher.

- Te traje almuerzo – deja una bolsa en mi escritorio - son las cuatro de la tarde y sé que no has salido en todo el día de esta oficina.

- Al menos haces bien tu trabajo de esclavo, agradezco haberte traído.

- Me trajiste porque me adoras y no puedes vivir sin mí.

- Ya empezaste con tus idioteces, lárgate tengo cosas que hacer.

- No me importa, necesito contarte algo.

- Si es alguna de tus locas fantasías sexuales mejor lárgate.

- ¡Imbécil!

- Últimamente me lo dicen mucho, si sigo así me lo terminare creyendo.

- Ya era hora de que lo aceptes – Sube las manos en son de paz cuando lo miro mal - Lo que te diré es serio.

- Pues suelta la lengua que tengo cosas que hacer.

- Seré padre

- ¿Qué?

- Maldito sordo ¿Qué parte de que tendré un hijo no entiendes?

- Eso lo entiendo pendejo, lo que no logro entender es; ¿Cómo eres tan estúpido? No se supone que no quieres hijos ¿Acaso no conoces los condones?

- Fue solo una jodida vez.

- ¿Quién es la desafortunada?

- La secretaria de la coronel Rodríguez.

- Esta vez sí que te pasaste – Me levanto y palmeo su espalda - ¿Qué piensas hacer?

- Hacerme cargo, eso lo tengo claro.

- ¿Qué harás cuándo volvamos a Alemania?

- No lo sé, por eso necesito tu consejo.

- No te gustara – Advierto.

- Solo dímelo.

- Le das una mensualidad considerable y listo.

- Aun no entiendo ¿Dónde mierda tienes el corazón?

- No lo tengo.

- ¡Imbécil! – Se desespera y sale dando un portazo.

Salgo detrás de él y camino directo a la oficina del general.

- coronel – me llama un soldado de la guardia del general – El general pidió no ser interrumpido.

Sonidos de cosas rompiéndose y cayendo al piso me alertan, provienen de la oficina de Ethan.

- ¡Me importa una mierda, Isabela! No iras – La voz fuerte y demandante del general se escucha.

Me quedo afuera, lo que menos quiero es interrumpir la discusión.

- ¡No me puedes hacer esto! – Esa voz me hace erizar «Isabela»

- Claro que puedo, no olvides que el que manda aquí soy yo, si te atreves a desobedecerme te sancionare por un mes.

- No estas siendo justo, Ethan – Alega la mujer que me tiene loco – Estoy bien, mírame.

- Si lo estuvieras no le hubieras pedido al coronel, que te disparara.

Se hace un silencio y sé que la fierita, se molestara conmigo.

- Está bien – Se rinde – Si me dejas ir a la misión de hoy, hare lo que quieras.

ENTRE LUZ Y Oscuridad (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora