DANTE
Me quedo en mi oficina trabajando y unas horas después mi tranquilidad se ve interrumpida por Fisher.
- Te traje almuerzo – deja una bolsa en mi escritorio - son las cuatro de la tarde y sé que no has salido en todo el día de esta oficina.
- Al menos haces bien tu trabajo de esclavo, agradezco haberte traído.
- Me trajiste porque me adoras y no puedes vivir sin mí.
- Ya empezaste con tus idioteces, lárgate tengo cosas que hacer.
- No me importa, necesito contarte algo.
- Si es alguna de tus locas fantasías sexuales mejor lárgate.
- ¡Imbécil!
- Últimamente me lo dicen mucho, si sigo así me lo terminare creyendo.
- Ya era hora de que lo aceptes – Sube las manos en son de paz cuando lo miro mal - Lo que te diré es serio.
- Pues suelta la lengua que tengo cosas que hacer.
- Seré padre
- ¿Qué?
- Maldito sordo ¿Qué parte de que tendré un hijo no entiendes?
- Eso lo entiendo pendejo, lo que no logro entender es; ¿Cómo eres tan estúpido? No se supone que no quieres hijos ¿Acaso no conoces los condones?
- Fue solo una jodida vez.
- ¿Quién es la desafortunada?
- La secretaria de la coronel Rodríguez.
- Esta vez sí que te pasaste – Me levanto y palmeo su espalda - ¿Qué piensas hacer?
- Hacerme cargo, eso lo tengo claro.
- ¿Qué harás cuándo volvamos a Alemania?
- No lo sé, por eso necesito tu consejo.
- No te gustara – Advierto.
- Solo dímelo.
- Le das una mensualidad considerable y listo.
- Aun no entiendo ¿Dónde mierda tienes el corazón?
- No lo tengo.
- ¡Imbécil! – Se desespera y sale dando un portazo.
Salgo detrás de él y camino directo a la oficina del general.
- coronel – me llama un soldado de la guardia del general – El general pidió no ser interrumpido.
Sonidos de cosas rompiéndose y cayendo al piso me alertan, provienen de la oficina de Ethan.
- ¡Me importa una mierda, Isabela! No iras – La voz fuerte y demandante del general se escucha.
Me quedo afuera, lo que menos quiero es interrumpir la discusión.
- ¡No me puedes hacer esto! – Esa voz me hace erizar «Isabela»
- Claro que puedo, no olvides que el que manda aquí soy yo, si te atreves a desobedecerme te sancionare por un mes.
- No estas siendo justo, Ethan – Alega la mujer que me tiene loco – Estoy bien, mírame.
- Si lo estuvieras no le hubieras pedido al coronel, que te disparara.
Se hace un silencio y sé que la fierita, se molestara conmigo.
- Está bien – Se rinde – Si me dejas ir a la misión de hoy, hare lo que quieras.
ESTÁS LEYENDO
ENTRE LUZ Y Oscuridad (CORRIGIENDO)
Novela JuvenilIsabela Rodríguez, una mujer de 26 años, coronel de la UFOEA, fue entrenada en la milicia desde los cuatro años por su padre el general William Rodríguez, quien la volvió una mujer fuerte e inquebrantable, pero como todo en la vida no puede ser colo...