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Han pasado algunos meses en que sus captores empezaron a atenderlo bien, dejo de ser visitado cada día a ser visitado mensualmente, dejaron de golpearlo a su gusto y supo que si levantaba su voz seria educado.

Así es, como si fuese un perro se le educo, se le enseño a hablar cuando se lo pidieran y/o exigieran, que aprendiera a saber cual es su lugar, que aprendiera a dejar de llorar y patalear cuando ellos estuviesen lejos exigiendo lo mismo una y otra y otra vez. Cada golpe se lo enseño, cada baño de agua fría mientras era echado en paños menores a la calle con una cadena en el cuello, una manera cruel de adiestrarlo.

Estaba consciente que subyugarse era la manera menos sana y propicia de sobrevivir pero tenia en cuenta que era la única manera de estar protegido y que dejaran de propinarle más golpizas.

acercate corderito~ no te lo volveré a repetir.—ordeno con cierta autoridad demandante.

Era tratado como una mascota y no como una persona, claramente los moretones que lleva sobre el cuerpo son para temer a quienes se le presentan en frente, aquellas tres personalidades lo ven por lo bajo, humillado, con la dignidad por los suelos al igual que su orgullo y su autoestima. Alimentado como tal, con sobras de cenas exquisitas paso estos meses. Apenas tenia noción en que mes se hallaba.

Noviembre, el mes más especial de su vida, sus pequeños, los amores de su vida pronto cumplirían un año de existencia, cuanto deseaba estar a su lado, ver como con el paso del tiempo van creciendo como hermosas flores. Eran la semilla de su matrimonio germinando, apenas pequeños brotes que se convertirían en hermosas flores, quien sabría hasta incluso en fuertes e imponentes árboles.

Sostenido por una correa fue obligado a caminar en cuatro, para ellos era divertido verlo denigrarse a si mismo haciendo caso a sus exigencias.

—Mira este pelo.—entre aquellas manos mechones de su rizada cabellera mal cuidad eran sostenidos, cada mirada asqueada solo le bajaban la autoestima cada vez más y más. —de ninguna manera dejaremos que sigas con esta apariencia. ¡Hey, tú! Ve a traer las tijeras...tenemos un trabajo entre manos.

Que más daba que le cortaran el cabello, que más  podría ser peor que estar en su posición, apenas vestido y siendo tratado como un animal de compañía.

Lo vio traer unas enormes tijeras, tres que pronto se desharían de su hermosa cabellera.

Cada uno sostuvo entre sus manos aquellas tijeras, cada uno estiro de su cabello y empezó a cortarlo de mala gana, no eran expertos ni mucho menos cuidadosos. Mechón tras mechón empezaron a caer al suelo, como si él fuese un árbol que la gente poda por que les estorba o arruinan sus hogares. Algunos más cortos, otras medianos y otros más largos, sentía la desigualdad en su cabeza cuando paso sus manos por su cabeza para sentir que le habían arruinado el cabello. Su acción curiosa puso de mal humor a sus "dueños".

Hacer una acción que ellos jamás demandaron era algo que no pasarían por alto y lo volverían a educar para quedarse quieto hasta el momento en que ellos le demandaran hacer cualquier acción, incluso hasta darle permiso para dicha acción.

Dejaron las tijeras y dos de ellos lo tomaron por las muñecas mientras que el ultimo se dedico a observarlo. Lo arrastraron por todo el pasillo, incluso empezaron a reírse de él de manera disimulada. Pasaron por varias habitaciones hasta llegar a aquella que tanto temía.

—¡Por favor...piedad!.—suplicaba entre lágrimas, apenas uno de sus ojos lograba ver aquel atroz lugar. Aquellas suplicas pasaron por un oído y salieron por el otro.

No habría perdón ante semejante falta de respeto según ellos percibían.

Lo lanzaron sobre el suelo de concreto gris con fuerza, como un costal de papas y ambos sacaron uno que otro par de palos del rincón. Esta vez el castigo seria severo y no tendrían consideración alguna, eso si, sabrían cuando seria el momento propicio para detenerse.

Tan solo sus gritos podían oírse a lo lejos de aquella vacía mansión donde solo aquellos tres hombres habitaban, cada uno más desgarrador que el anterior. Fracturaron algunos huesos de su cuerpo entre ellos costillas en su mayoría, parte de su fémur y de su tibia. Su piel fue cruelmente azotada sin piedad dejando más que pequeños moretones verdes a su paso, cada uno era más doloroso y grande que los anteriores. Fue pateado múltiples veces antes de ser abandonado y ser rociado con una manguera que distribuía a su cuerpo agua fría para que reaccionase y no se quedara dormido.

Ahí se quedo, tendido en su miseria y en su lamento mientras solloza y tiembla por el frío y el dolor. Apenas siente parte de su cuerpo, apenas puede respirar por la presión que ejerce el frío sobre su ser sumando aquellos brutales golpes propinados en su abdomen.

Desgarro su garganta pidiendo perdón, misericordia y piedad, pidiendo que dejaran de golpearlo y prometiendo que jamás lo volvería a hacer, aun prometiendo aquello no fue escuchado. Era como si ellos se ensordecieran a si mismo para disfrutar de lo único que al parecer sabían hacer bien, torturarlo y masacrarlo hasta dejarlo al borde de muerte.

—Dios...dame fuerzas...para...resistir...—suplico a duras penas con el escaso aliento que había recuperado.

Ante aquel pedido, ante aquella suplica cayó desmayado, con el cuerpo "destrozado" y con el alma quebrantándose cada día más y más. Tan solo era cuestión de tiempo para que ellos lograsen su cometido, doblegarlo hasta el punto en que pudieran hacer lo que quisieran con él, romperlo por dentro como si no fuese suficiente hacerlo por fuera.

Tan solo aquella sed de venganza que los nutre, aquel odio, aquella forma sádica en que llevan las cosas hasta un punto irreconocible no pararía hasta haber sido saciada por completo.

Sus planes ya estaban a rienda suelta, solo era cuestión de educarlo, amaestrarlo para que este a su completa disposición y si tan solo se negara lo chantajearían con aquello que más adora.

El plan ha iniciado.

°•¤Ħɑвıвı¤•°  (Egipto X Israel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora