Llevaba varios días en aquel estado.
Postrado en aquella gran cama ha permanecido estos últimos cinco días, va por el sexto y aun cuando sus pedidos son escuchados parece que quienes lo escuchan no se les apetece ayudarlo.
El primer día no le tomo importancia, vio parte de la comida, migajas y sobras tiradas en el suelo y se hecho a dormitar una pequeña siesta. La sed era inevitable pero no consiguió que pudiesen darle aquel liquido aun cuando suplico y suplico durante toda la tarde.
El segundo día empezó a sentir los síntomas que conllevan la inanición, la sed más que todo fue artífice de su malestar, aun cuando parecía que moriría en aquella tarde, a quienes supuestamente debería importarles no les importó ni un comino y lo dejaron convaleciente en aquella habitación. Tuvo que ingeniárselas para conseguir algún liquido que saciaría su sed voraz y algo solido comestible con lo cual calmar el gruñido de su estomago vacío.
El tercer día casi se fue, con los labios secos y pálido que parecía no pasaría del medio día, ellos acudieron a salvarlo. Le hicieron beber agua y le dieron de comer un misero pan viejo y rancio, luego hidrataron su ya pálido rostro moribundo y se fueron a excepción de uno que se le quedo observando un buen tiempo, no dijo nada desde que entro y salio, tan solo una que otra fotografía le saco antes de marcharse con un rostro carente de emociones.
El cuarto día se la paso en la cama, debilitado por la escasa comida que su cuerpo recibió, aquella escasa energía de la que se nutrió no fue capaz de levantarse para presenciar desde la venta el paisaje que logra aminorar sus penas haciéndole recuerdo de la vida que alguna vez tuvo. Se arrastro por el suelo comiendo del mismo las sucias migajas de aquellos alimentos que empezaron a deteriorarse con el pasar de los días. Fue denigrante comer del suelo, fue aun más denigrante beber su propia orina para aminorar la sed salvaje que nadie quiso remediar en él.
El quinto día, este día se quedo con la mirada perdida en el techo blanco de su habitación, se sentía mareado y su cuerpo empezaba a flaquear. El color de su piel era mucho más pálida de lo habitual, la franja azul estaba escasamente viva. Sus labios estaban quebrados y pálidos, algunas rajaduras de las cuales por condiciones insalubres en las que se hallaba su cuerpo empezó a infectar sus heridas, no cicatrizaban y eran muy proclives a infectarse con rapidez. Cada vez que intentaba ponerse de pie caía al suelo abruptamente, ocasionándose moretones que se hacían más morados y más grandes de lo que eran. Caminar si que era una hazaña aun cuando su cuerpo no produce las proteínas necesarias para siquiera sentarse en la cama. Siempre mareado y con constantes náuseas que lo dejaban con un mal sabor de boca, los vómitos raspaban su garganta provocándole un severo y fuerte dolor en el abdomen al ejercer fuerza.
Su incesante llamado de auxilio no pasaba de un simple suspiro mientras permanece tendido en el suelo con el rostro sobre el charco de su propio vómito, sucio y desmayado, queriendo partir y dejar el dolor y la precaria condición en la que vive.
La perilla de la puerta da un ligero giro, una vuelta que logra generar una apertura en la puerta, dejando ver a uno de sus múltiples captores que acudió a su auxilio. ¿Qué esperaba de aquellas grandes y delgadas manos masculinas que ahora sostienen su cabeza? Tan solo una pizca de misericordia y empatia, tal vez en lo más profundo de su ser una caricia que le hiciera dar cuenta que vive en una terrible pesadilla, que al despertar lo vera a él a su lado, acariciando su rostro con delicadeza mientras lo observa con aquellas delgadas hebras lacias cubriendo parte de su rostro.
Cuanto quisiera que lo que vive ahora sea eso, una pesadilla, un sueño turbio del cual tiene la voluntad de despertar para ser tranquilizado por la persona que más amo en toda su existencia y a quien jamás pudo olvidar.
—Bebe, debes hacerlo...
Escucha aquel pedido, tan delirante es su estado que cree que lo dice con preocupación y que no es más que una simple orden arbitraria.
Sus manos, oh aquellas manos que sostienen sus cabeza insisten en que beba aquel liquido para seguir sufriendo aquel horror que por el momento es como el simple inicio de una novela turbia escrita por el más transtornado escritor de todos los tiempos, un entremés entre lo que es el inicio y el final del primer acto.
Así es, no habían llegado al clímax de su tortura, tan solo lo ambientaban a prepararse para lo peor, para que lo atroz pase como una más de las torturas a las que fue y sera sometido.
Apenas siente aquel liquido primordial sobre sus labios que parecen estar dormidos y a doloridos, al solo abrir la boca sus labios generaron nuevas grietas del cual escurre aquel viscoso liquido carmesí de sabor metálico, se mezclan y crean algo amargo...pero que no esta dispuesto a desperdiciar.
Su fuerza de voluntad va más allá de lo que ellos podrían comprender, es más fuerte que aquellas ganas que tiene de salir de esta situación de la manera más cobarde. Viviría otro día más ansiando su libertad, viviría para ver a sus hijos nuevamente aun perdiéndose parte de su maravillosa infancia.
Le privaron de ello pero no dejaría que le priven de ver crecer a sus hijos siendo conscientes de sus actos, eso jamás lo permitiría...lucharía para sobrellevar el mal tiempo en que vive, después de todo ha sufrido bastante en su libertad que estar ahí no haría gran diferencia.
—Dejalo, esta consciente. Regresa por donde has venido ¡ahora!.
Aquella otra voz demandante obliga a su auxiliador a escapar con pavor, con la vista casi nublada logró verlo. Ahí, frente suyo estaba el más cruel de sus reclusores, aquel que intento ser amable y se convirtió en un horrendo monstruo ante sus ojos. Se puso de cuclillas, vistiendo su habitual traje de espía árabe de tiempos inmemoriales en los que existió. Estando tendido en el suelo y débil por la inanición fue sostenido de los cabellos, obligado a levantarse del suelo para no sentir más dolor que carcomiera su alma.
—Veo que estas muy bien, adelgazaste...eso es bueno.
El tono de su burla, de aquel sarcasmo era en si la peor humillación a la que había estado sometido aunque aquella no era la peor de las humillaciones.
—Espero que hayas aprendido la lección corderito~. Quien manda aquí soy yo y espero...espero que logremos llevarnos muy pero muy bien~
Su voz tomaba un tono divertido y lujurioso mientras con brutalidad azoto su cabeza contra el suelo haciendo que cayera inconsciente por el golpe brusco propinado con malicia y diversión perversa.
—Llevenlo a la sala, debe seguir con vida para nuestro deleite.
Aquella orden sus secuaces la acataron sin rechistar, llevando a rastras aquel delgado cuerpo casi esquelético. De cualquier forma aun no se habían divertido con el y seria un desperdicio tirarlo por un barranco quedándose con las ganas, unas más fuertes y exigentes que otras.
Una experiencia cercana a la muerte que jamas olvidaría y quedaría grabado en su memoria hasta el instante de su muerte.
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°•¤Ħɑвıвı¤•° (Egipto X Israel)
FanfictionCuando el amor es más fuerte que cualquier obstáculo...supera hasta el más imposible de todos. . . -mi amor....¿donde estas? Con el corazón en la mano buscas una respuesta que no encuentras,pistas que no alineas y el miedo de no encontrarlo nunca má...