⏳45. Ữиɑ µℓ†ıмɑ ¢ђɑяℓɑ ɑи†εઽ ∂εℓ ɑ∂ı๏ઽ.⏳

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Con un destino ya marcado, ve con desdén el horizonte que posiblemente se halle tras aquellas murallas de la prisión en la que se encuentra, anhelando haber podido hacer más o siquiera arriesgarse a hacerlo pero su miedo fue más fuerte, la sola idea de poner en serio peligro lo que más ama era algo que le provocaba una amplia incertidumbre sobre su posición. Ceder o no ceder, dos opciones en las que se debatió aquel día en el que lo encaro observando su mayor debilidad en una simple e inocente fotografía mal intencionada...quizá hubiese sido mejor haber muerto en aquel acantilado antes de haber sido recluido y vejado en numerosas ocasiones.

No obstante, hay un gran problema forjándose en su pecaminoso interior del cual no permanece aislado, siente remordimiento y odio, repudio y melancolía, ¡que el cielo fuese testigo de su burdo crimen!.

Lo ha perdido todo y solo ha resistido por el bien de ellos pero ya no puede seguir luchando, ya no más. Un objeto brillante de metal, filoso y puntiagudo yace sobre su pecho mientras permanece con los ojos cerrados implorando perdón por lo que esta dispuesto a hacer.

Tan solo un día en el que toda aquella malla de seguridad fue dada de baja, tan solo un día en el que la entidad esta presente en su solitaria habitación discutiendo consigo mismo. Nadie le pone atención salvo una persona que lo veo de una distancia considerable, observando cada movimiento suyo y esperando a que tenga el valor siquiera de hacerlo, aunque sabia a perfección que jamás haría algo semejante.

Sus manos sujetaron con firmeza aquel objeto pese a que hace un momento temblaron de pavor, sus ojos permanecen cerrados y sus sentidos se agudizan logrando sentir el toque de una entidad inexistente materialmente.

Sus ojos se abren lentamente, la punta de ese objeto ejerce presión sobre la carne de su pecho, yace incrédulo al verlo una vez más; durante el día su figura es deslumbrante, visible solo ante sus ojos y no ante los ajenos...ni siquiera ante los de su descendiente.

Mudo, absorto, anonadado, confundido y extrañado, sensaciones que se mezclan provocando un frenesí de emociones que aceleran a gran velocidad su acongojado corazón roto. Su fantasmal mano yace sobre el dorso de las suyas ejerciendo fuerza y evitando que logre su cometido, baja el arma y se quedan observándose al menos quizá un par de minutos.

Las preguntas yacen mezcladas en su cabeza, ¿qué decirle o preguntarle?, ese era su mayor dilema. Observándose a mismo logro verse reflejado en sus ojos, una mirada que pese a haber trascendido a otro plano pareciera seguir aun en este, era como si lo viera por primera vez...como en aquella ocasión en el que alguna salvo su vida de la crueldad de una Imperio.

—¿Qué haces?.—la indignación esta presente en su sepulcral voz de ultratumba, retumba en su cabeza como el eco de una campana.

Se quedo en silencio bajando la cabeza con vergüenza, cerrando fuertemente los ojos y sosteniendo su cabeza con sus manos, las voces que existen en su cabeza  gritan cuan disparates jamás escuchados o siquiera pensados, son grotescas porque en ellas se deslumbran los más desgarradores gritos y las palabras hirientes que alguna vez escuchó en el largo trayectoria de su mundana existencia.

—¡Quiero ser libre...libre!.—exclamo con desesperación, su emoción fue tal que logro erizar la piel de aquel que aun se mantiene observándolo.

Cayó de rodillas, cubriendo su rostro con sus manos y tocándose cada segmento maltratado del mismo, siendo una forma de recordar cada mal escenario vivido, aquel infierno que ahora es su vida.

—¡Qué debo hacer. Dime!.—exigió una respuesta, respuesta que el contrario con gusto le daría.

—Debes luchar, mantenerte firme.—respondió esperanzado algo que claramente no convenció al contrario quien solo mostraba un triste rostro desdichado y desahuciado.—La llave de tu salvación yace dentro de ti, pero...—una breve pausa, pensó en la palabra que iba a completar su oración pero se percato de que hacerlo seria interferir.

—pero?.—la intriga hizo que se mostrara curioso y que sea poseedor de una pequeña y minúscula esperanza.

¿Cómo decirle semejante barbarie? No podía, más aun cuando siente que su mirada esperanzada y renovada de vida yace sobre su presencia esperando ansioso una palabra de aliento, consuelo y esperanza. La llave de su salvación también seria su condena, aquel ser que estaría presente en su cabeza en los días tormentosos en los cuales dejara de resistir y flaqueara ante las adversidades. El más atroz acto visto por sus propios ojos le dejara una imagen que se le hará imposible de quitar.

Una imagen sangrienta, cruel y desalmada...una monstruosidad.

—Debes ser fuerte, no siempre creer en lo que tus ojos ven, detrás de aquellos escenarios siempre se ha de ocultar una cruda verdad.—sus palabras hicieron eco en la mente ajena, parecían estar fuera de lugar pero por alguna razón recaían en su consciencia como un pensamiento filosofal bastante explícito, al cual no era necesario dar muchas vueltas.

Ayudame, dime que debo hacer...—suplico de rodillas, con la voz quebrantada y las lágrimas escasas deslizándose por sus amoratadas mejillas pálidas.

El sol brilla con intensidad tras la transparente imagen de aquella entidad fantasmal que mira dichoso aquel acontecer natural, se siente vivo otra vez...lo recuerda todo hasta el más mínimo detalle que concreto el hecho de haberse conocido en un tiempo remoto plagado de guerras y anhelos de forjar un Imperio temido y alabado, respetado e idolatrado, por sus vecinos y esclavos.

—La dicha de estar vivo es inconmensurable, es exquisita...—suspiro antes de verse fragmentándose, significado de su definitiva partida.—es un bello regalo que no logre disfrutar a plenitud...lamentando eternamente no haber concretado mi propósito sentimental en este mundo.

Un sincera y cálida sonrisa fantasmal ilumina su demacrado rostro sorprendido, llena de paz de solemnidad, tranquilidad en su más plena plenitud. Extendió sus brazos ascendiendo al cielo, fragmentándose en el transcurso dejando pedazos dorados brillantes que la brisa se las lleva ondeando en sus corrientes.

En su inconsciencia corrió tras ellas, intentando atraparlo del mismo modo en el que alguna vez aquel sujeto lo intento con él. Aquella ocasión en la que siendo presa del pánico quiso huir pero fue sutilmente atrapado por aquel a quien estaba predispuesto a servir por ley.

—¡No me dejes!¡Tú no....!.—vocifero con todas sus fuerzas, un potente reclamo que lo dejó sin aliento, uno en la que su garganta parecía desgarrarse por la intensidad de su exclamación desesperada.

Tendido sobre el suelo, derribado por tres guardias que para hacerlo supusieron que intentaba escapar, con los brazos tras su espalda yace con aquella desamparada mirada fija en aquel fenómeno que quienes lo reducieron no fueron capaces de observar y/o entender a excepción de uno que siempre lo estuvo observando desde el gran ventanal del segundo piso de la gran mansión.

—...Amarte con toda mi alma...—pareciera ser un leve y tierno murmullo en el aire, perceptible a su agudo oído, la calidez de su corazón se siente en aquellas palabras que concluyeron su discurso final.

No puede sonreír, pero su corazón si.

Y mientras es puesto de pie y empujado para entrar a la mansión, aquella entidad que lo estuvo observando yace hirviendo de ira y decepción.

—Pagaras por esta frenta, lo pagaras muy caro...—empuño su mano y la dejo caer con fuerza sobre el marco de la ventana, descargando toda aquella frustración en aquel objeto inanimado que es parte de su hogar temporal.—Haré que jamas olvides estos largos 5 años corderito.

Él sufrirá mas que nadie el precio por sus pecados, entre todos sera quien más sufra.

Lo perderá todo y todos verán quien se esconde tras aquella faceta que muestra al mundo cotidianamente.

Pronto el monstruo sera liberada, cargando con el más grande dolor que no se asemejara al que victimó a sus víctimas.

°•¤Ħɑвıвı¤•°  (Egipto X Israel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora