Que más daba estar frente al espejo y verse nuevamente, ver como aquella sonrisa que nunca antes forjo en sus labios nacía en los mismos. Se miro todos los días desde que él estaba ahí, se vio y noto los cambios que sus actos provocaban, una dosis de felicidad para enfrentar su triste y gris realidad.
Con una mirada victoriosa decidió mirarse siquiera una vez más, observando que en aquella reflexión de luz de aquel espejo un ente se dibuja tomando su lugar, sabe quien es a toda perfección. El rojo de su piel con toques dorados semejantes e iguales a los retratos que vio desde pequeño y que su madre se encargo de relatarle, el naranja fulgurante de sus orbes semejantes a las fraguas y a las llamas del infierno...algo que él heredó. Su vestimenta tradicional sin perder la elegancia que su título le otorga, un blanco inmaculado que tanto deseo tener entre sus manos, el simbolismo de aquello que para él es totalmente prohibido y pecaminoso.
—A...aqueménida.. —apenas logro articular su nombre, con la mirada fija en el reflejo lo observa asentir.
Cree que esta soñando, una alucinación producto de algo que bebió o consumió, algo que hubiese querido creer con fervor en vez de verlo ahí, lucido y cuerdo aún e incapaz de dirigirle siquiera el saludo, un par de palabras más solo su nombre de sus labios a salido casi en forma de un suspiro premeditado.
—Eres la decepción de mi linaje, quien en sus venas lleva mi sangre y es incapaz de honrar la memoria de tu madre y la mía.. —con decepción se acerco más a aquel espejo, frente a frente, mirada contra mirada que la ajena es el castigo que la otra no esperaba.
Palabras que hicieron eco en su orgullo, en su honor. Palabras que removieron cada centímetro de su ser, que hicieron que todo aquello que creía hacer bien tomara el rumbo que debió ser...algo que simplemente sintió escasos minutos antes de que su deseo y odio enfriaran su corazón, envenenaran su juicio y cegaran su vista.
—Mi madre?.—cuestionó sarcástico, recordando los episodios más grises de su infancia.—te refieres a aquella mujer que se encargo de mi con su autoritarismo? ¿Aquella que con su indiferencia decía amarme? ¿Aquella que en sus últimos alientos me maldijo y fue capaz de decirme que fui un error?.
Sus traumas hablan a lo alto, gritan en sus palabras aquella falta que le hizo su madre en las etapas difíciles de su vida y no así extrañan a la figura autoritaria que lo crió desde que tiene memoria.
El fantasma del extinto imperio persa se quedo mudo, no podía argumentar ni objetar a favor de quien resultaba ser una descendiente mestiza de su sagrado linaje, a diferencia de variadas generaciones aun la sangre y el origen persa hablan por lo alto, aquella herencia que dejo a sus sucesores se reflejaba en el último de la linea de su linaje, aquel que se oculta tras el maquillaje blanco que cubre su verdadera identidad de los ojos de su prisionero yace al descubierto ante su mirada.
—Esa mujer fue "el cáncer" de nuestro linaje.—enfatizo la penúltima palabra, con notorio énfasis dio a conocer su percepción ante lo que alguna vez fue su progenitora.—yo me encargue de extirparlo antes de que hiciera más estragos en mi sucesión.
Aquella verdad, aquella escalofriante confesión hizo al contrario estremecerse de pavor, un miedo tan primigenio que le recordó la forma en que dejo el mundo de los vivos. Su voz denotaba rencor con cada palabra, dolor con cada argumento que denota un alma rota por las acciones de quienes se suponían jamás debían dejar que aquello sucediera. Envenenado por el rencor fue conducido hasta un sendero del cual era casi imposible dar marcha atrás, llevo consigo víctimas en su paso, sometió a inocentes y los hizo tan culpables como lo era él.
—Te desconozco...no eres aquel dulce pequeño que recorría los pasillos del palacio asombrándose por la herencia de mi sangre.—volvio a ponerse serio, aquel impacto que esas palabras provocaron se disiparon conforme retomaba la serenidad.
—los pequeños crecen Aqueménida, todos cambian pero nadie deja de ser quien es.—con una mano hecha puño sobre su pecho y la otra reposando de forma vertical sobre su cuerpo dedico su mirada despectiva al contrario.—Yo he salvado el honor de tú linaje, hago aquello que muchos piensan y temen hacer, soy el único valiente de aquella bola de miedosos y patéticos que es capaz de devolverle la paz a Medio Oriente. ¡Soy quien hará justicia por quienes se someten al silencio!¡Yo soy el orgullo de nuestro linaje, soy yo y nadie más!.
Aqueménida volvió a quedarse sin palabras, la verdad de las mismas lo hizo doblegarse y no insistir más. Entre muchos de sus descendientes pocos alcanzaron la gloria y a la vez murieron tan jóvenes, una linea sucesora que termino con uno de sus mayores orgullos y fracasos. Lo vio crecer, estuvo presente en cada acontecimiento especial y lo vio surgir como estado y se sintió orgulloso por ello. Aquel orgullo se fue convirtiendo en decepción y muestra de su fracaso cuando lo vio tomar un rumbo oscuro, cuando presencio su crimen sin testigos, cuando con las manos ensangrentadas tomo el poder y se convirtió en aquello que llego a ser su orgullo.
—Tu inclinación por quien resulta ser más que un vil pueblo inmundo que jamás debió ser un Estado, fue lo que puso en declive nuestro honor, nuestro renombre ¡nuestra sangre!.—recriminó, el sentimiento de sus palabras arremetieron contra la honra de quien las recibía ¿quien era él para criticarlo cuando ambos sufren la misma debilidad?.
No objetó nada ni se defendió siquiera, mudo permaneció con su mirada serena observando la molesta que deseaba tenerlo en frente para así acabar con él. El respeto que aun aquel le guarda se lo impide y va pensando, no podía hacer aquello que tenia en mente a quien siempre admiro desde pequeño.
Mientras aquello ocurre, todos los integrantes de aquella gran mansión escucharon su "conversación" a solas, quienes eran sus cómplices lo tomaron por loco. Escucharon desde principio a fin todo aquello que decía el líder de su pequeño grupo, cada palabra, cada argumento tintado de diferentes tonalidades de voz. Escucharon y pretendieron no haberlo hecho más quien se quedo atónito permanece tendido sobre su cama, con la mirada perdida hacia la puerta pendiente de aquellos gritos.
Apenas podía moverse, su cuerpo apenas respondía a los mandos que ejercía su cerebro. Le dolía en demasía la parte del abdomen que hasta sentía que una de sus costillas estaba rota por la forma en que la piel de su tórax se había hundido en su lateral izquierdo.
Se sintió aterrorizado al oir aquellas palabras ¿como alguien era capaz de levantar la mano a su propia madre?¿que clase de monstruo seria capaz de terminar su existencia?.
Intento ponerse de pie para intentar huir por la ventana, forzar su pequeño seguro para así poder salir algo que siempre paso por su cabeza pero que era incapaz hasta ahora de concretarlo. Cayó y su cuerpo se azoto contra el suelo haciendo que gritara de dolor, un alarido que salio de sus labios seguido de un par de lágrimas... Aun todo su ser le dolía, parecía que pronto terminaría por fragmentarse.
Su alarido llamo la atención de quienes prestaban mucha atención a la "conversación" que su líder tenia a solas, alejándose del lugar fueron a socorrer a su entretenimiento, su juguete nuevo que necesitaba algunas reparaciones para volver a aparentar ser nuevo.
Ellos lo levantaron del suelo, apenas pesaba y fue como levantar un par de cubrecamas del suelo mezclados con una alfombra de terciopelo. Lo recostaron sobre la cama, ataron sus muñecas a la cabecera y sus piernas a los pies de la cama, cubrieron su cuerpo con una delgada tela carmesí y acto seguido uno de ellos salio para volver de inmediato con una jeringa en manos.
Lo ultimo que vio fue la mirada de satisfacción de uno y una de pena en el otro, fue incapaz de resistirse, golpeado y con el cuerpo hecho trizas era incapaz de oponerse. Tan solo esperaría para recuperarse y así ponerle fin a tanto abuso.
—Dulces sueños Israel~
Tan solo la oscuridad es capaz de reconfortarlo porque ahí se siente mejor, porque ahí nadie es capaz de dañarlo. Ahí esta a salvo...
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°•¤Ħɑвıвı¤•° (Egipto X Israel)
FanfictionCuando el amor es más fuerte que cualquier obstáculo...supera hasta el más imposible de todos. . . -mi amor....¿donde estas? Con el corazón en la mano buscas una respuesta que no encuentras,pistas que no alineas y el miedo de no encontrarlo nunca má...