Capítulo 2

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Aʟᴜᴄɪɴᴀᴄɪᴏɴᴇs ʏ Pʀᴏᴍᴇsᴀs.
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Tendido en el suelo con la mirada perdida trata de imaginarse fuera de aquellas cuatro paredes; una avecilla enjaulada anhelando salir por aquella pequeña puerta de metal para agitar sus alas y emprender su fuga más halla de las manos que lo pusieron ahí.

Sentirse de aquel modo avivaba las ansias de que algún día él vendría a rescatarlo, que en nombre de aquel amor que siempre juro tenerle seria capaz de encontrarlo, acabar con aquellos hombres y ser rescatado por él. En sus brazos hallaría el regocijo, en sus besos los analgésicos para calmar el dolor de su ser y en su amor la cura que remediaría su alma quebrantada.

Su fe se vio puesta a prueba como en tiempos tan remotos se vio en aquella misma situación, solo que esta vez dejaba de creer en la benevolencia del grandísimo al haber cometido aquel pecado. Cerró los ojos, al menos el único que esta bien para imaginarse una situación surrealista puesto que la realidad es tan cruel que no soporta seguir en la misma.

Al hacer aquello su subconsciente materializa a quienes desde hace mucho han estado viendo su sufrimiento. Podría ser el dolor de todo su cuerpo causante de aquella alucinación como posiblemente ser estas alucinaciones seres reales e irreales al mismo tiempo.

Ahí en frente el único que se quedo a verlo y quien tal vez estaba dispuesto a verlo fue Aqueménida. ¡Oh cuanto extrañaba conversar con alguien con quien tuvo varias cosas en común! Claramente hablando de una forma un tanto más personal.

El persa se dedico a mirarlo de una manera tranquila, pacífica y él envidio aquella mirada como nunca antes había envidiado algo en su vida. Estiro una de sus manos para sostener la ajena, su mano temblaba y los moretones y heridas abiertas que apenas cicatrizan se podían notar y aquello dibujo una expresión seria en aquel rostro espectral que tenia en frente.

Aquella presencia lo miro apenado, con una tristeza un poco más profunda que la suya misma. Aquella mano poseía aquel sutil toque que tanto adora y que le hace recuerdo a él, simplemente volvió a cerrar sus ojos intentando aguantar aquellas lágrimas de impotencia y desesperación que amenazaban con deslizarse por sus mejillas como lo habían hecho ya desde hace un buen tiempo.

—No puedo seguir con esta tortura...no puedo!.—rompió en llanto, arrodillándose frente a quien para la vista de los demás no existe a excepción de uno.

El espectro persa acarició su cabeza, pudo sentir su mano pasar por su maltratada cabellera que parece ser un campo arrasado por el fuego. Aqueménida mostró benevolencia y empatia, después de todo fue quién entre tantos imperios lo trato mejor que nadie hasta ahora.

Reflexionando un instante en su lamento creyó que jamás el tiempo avanzó puesto que en el tiempo antiguo sufrió lo mismo. Encadenado como un animal en un calabozo babilonio paso su existencia, casi al punto de estar en los huesos mismos y con la debilidad presente llamando a gritos a la muerte para acabar con su sufrimiento llegó él. Jamás olvido su mirar aterrorizado e incrédulo cuando entre sus brazos lo tomó, no le dio asco su deplorable estado ni mucho menos el aroma que expelía su cuerpo por aquellas heridas infectadas y la sangre coagulada sobre sus prendas...tan solo sobre su fina capa fue recostado, cubierto por la misma fue rescatado y viendo con las ultimas fuerzas que le restaban observo la sumisión de la fémina hacia su salvador.

No te rindas ¡lucha! Solo quien es fuerte es capaz de sobrevivir más el débil perecerá en su intento.

Tenia razón, en su basta vida vio a los fuertes sobrevivir hasta su ultimo aliento antes de ser acabados por otros que llegaron a ser superiores como también vio a los débiles ser engullidos por los fuertes sin tener oportunidad alguna de sobrevivir de aquellas fauces. Levanto su mirada, aquellas  lágrimas que escasean pero que se dejan notar porque algunas de ellas son de color carmesí son una muestra clara de su flaqueza, la forma en que su espíritu se ve forzado a doblegarse ante la presencia de tres tiranos.

Eh aquí los tiranos, reyes de distintas tierras que han osado marginarte, hoy pondrán su mano sobre tu piel...mañana aquellas manos tomaran un arma y con ella pondrán el fin a tu existencia, muestra aquella valentía que me mostraste ¡demuestra el poder de la fe de la que tanto has hablado!

La entidad espectral lo tomo de los antebrazos y lo obligo a pararse de aquel inmundo suelo, aún cuando sus piernas flanquean y tienden a caer de nuevo sobre aquella superficie de concreto persiste erguido. No flanquearía ante el dolor, no se doblegaría ante el mismo y no obligaría a su alma a  renunciar a aquello que siempre lo mantuvo con esperanza y vitalidad.

—¡No...no flaqueare nunca más! ¡Jamas me he rendido y esta...esta no sera la ocasión!.

Con convicción y profundo sentimiento aquellas palabras parecen revitalizar su ser, siente una extraña corriente recorrer su cuerpo...como un cosquilleo que comienza en su pecho y se dirige a sus manos. Limpiándose aquellas lágrimas levanta su mirada con determinación cruzando con la espectral que sonríe orgulloso de sus palabras. Él creía en él como él creía en sí mismo.

Has de prometer que buscaras la forma de escapar, que no has de rendirte ante la mínima dificultad...Que cuando pises el suelo de la libertad huirás sin mirar siquiera atrás, no escucharas sus amenazas y cuando regreses a donde perteneces serás capaz de darme el descanso que llevo deseando desde hace mucho...

La melancolía confabulada con el optimismo transmitían impregnadas en aquellas palabras una extraña sensación que aceleraba el pulso y esdrujaba el corazón.

—Y como podre hacerlo...estoy solo contra tres seres que me odian...

Él neutralizó su expresión, parecía carecer de la misma pero a la par de segundos frunció ligeramente el ceño y una linea sus labios finos dibujaron sobre su rostro.

Ten confianza en ti mismo, no vuelvas a decir que eres incapaz de lograrlo...tan solo piensa que lo lograras ¿puedes ser capaz de prometerme que saldrás de está?

Quedo mudo tan solo un instante, mirando fijamente sus manos escasamente vendadas y sintiendo el dolor de las mismas forjo puños con ellas, determinado con una decisión ya tomada estaba dispuesto a darle la respuesta que tanto aquél ser esperaba.

—Te lo prometo, cuando salga te daré el descanso que mereces!.

Aquella determinación, aquella seguridad reflejada en la fragilidad de la valentía de un ser que llevo sufriendo toda su vida represiones y conquistas, ahora afrontaba un nuevo reto crucial para el rumbo de su propia historia. Hizo una promesa y las promesas jamás se deben romper.


—Rompe aquellas cadenas que te privan de tu libertad del mismo modo en que hace años lograste hacer. Tú eres quien escribe esta historia...solo tú eres capaz de darle un nuevo rumbo, un distinto final.


Lo vio marcharse atravesando aquella puerta, perdiéndose tal vez en aquellos pasillos amplios de la mansión. Tan solo suspiro pesadamente conforme sus lentos pasos lo dirigían hasta la ventana para contemplar el paisaje que existía tras ellas. Ansiando y transmitiendo sus deseos en forma de mensajes que el viento llevaría por el mar hasta quien sabe donde. Tan solo esperaba que Egipto llegase a salvarlo.


Y esperar tan solo alargaría su tormento pero ello aún no lo sabía pero pronto lo  sabría. Tal cual el persa le había dicho "hoy le pondría la mano encima...mañana (tal vez) un arma cegaría su vida" y él no esperaría aquel día.


El tormento apenas comenzaba.

°•¤Ħɑвıвı¤•°  (Egipto X Israel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora