Agosto, 18:15 pm.
Ha pasado varios días divagando entre varios posibles culpables de la "muerte" de su pareja, no durmió en los últimos tres días pensado en ello. Se dedico a ver el retrato familiar con nostalgia, acariciando aquella superficie de cristal donde detrás de la misma se halla la figura del supuesto difunto. Tuvo miedo en su momento, pensar en errar y que sus errores conlleven a una crisis diplomática era la mayor preocupación que atormenta su mente, si bien siempre supo mantener las cosas por separado encontrar a dicho culpable causaría el quiebre de una alianza, una bajo su renombre de "traidor".
Vestido con un traje de luto y con el aspecto lúgubre pacto una cita con su primer sospechoso y posible culpable de tal atroz crimen, Turquía.
En un pequeño poblado no muy lejos de la gran ciudad turca se han citado para una charla amistosa después de varios años, cada uno guardando cierto rencor o quizá ¿odio? hacia el otro, no se soportan y aun así se esfuerzan para que la tregua siga y de ese modo convivan en paz y armonía.
—Se que tu citación tiene un trasfondo con nombre.—dio un sorbo a su taza de café manteniendo su mirada fija en la ajena.—comienza de una vez y sin rodeos.—añadio cortante dando así pautas para la conversación.
—Tu fuiste quien mato a Israel ¿verdad?.—lanzo la primera piedra pensado que de aquel modo su compañía se exaltaría y ofendería dándole la razón.—No soportaste la idea de que escogió a su familia antes que a ti y lo mataste por despecho en aquel acantilado!.—cada vez la fuerza de su voz se vuelve imponente, juzgando con severidad a quien tiene en frente.
Turquía se mostró tranquilo en todo momento, se puso nervioso un solo instante cuando aquel elevó el tono de su voz acusándolo de asesinato ¿Cómo podría? Lo ama tanto pese al gran dolor que le causo su partida.
—Tus acusaciones no tienen fundamentos Egipto.—respondió tranquilo observando la confusión, molestia e impotencia en aquel rostro tricolor.—¿Cómo podría matar a quien tanto amo? Además, él se fue contigo solo para darle a sus hijos una vida feliz con una familia de ensueño algo que aquel ser inmundo le privo de hacer, de no ser por tu chantaje emocional él aun seguiría bajo mi techo y entre mis brazos.—cada una de sus palabras eran como el veneno de una víbora ponzoñosa para el contrario, palabras verdaderas que lastiman a su corazón.
Sabe que es verdad, sabe que si no hubiera metido a sus hijos en aquella conversación que tuvieron ya hace años él nunca hubiese vuelto con él. Su relación siempre fue difícil, pecaminosa e impura, aun cuando todo estaba en contra, aun cuando su gobernador le dio la espalda y repudio el siguió con sus planes por delante de forjar su vida con Israel como una sola, ser uno en cuerpo y alma, amarse por el resto de sus vida...por toda la eternidad.
—Mientes!.—arremetio en un ataque de ira y cólera contra él, sujetándolo del cuello de su camiseta amarilla lo sacudía observando su prepotente sonrisa.—¡¿De que te ríes?! Maldita alimaña ponzoñosa!.—siguió gritando con furia, sus ojos estaban inyectados de odio y su rostro antes lúgubre parecía un gesto de guerra.
—¿No lo ves? Esta es una de las cosas por las cuales reafirmo lo que te dije anteriormente, no soportas la idea de que él haya encontrado la felicidad a mi lado.—dijo con seguridad, cada una de esas palabras salidas de sus finos labios herían el orgullo del contrario, era una jugada muy astuta.—Qué entre mis brazos haya encontrado regocijo, que entre mis labios haya sentido el sabor de la verdadera pasión y la lujuria deseando encontrarnos con nuestros cuerpos consumiéndose en el más puro acto del amor.—una ladina y gran sonrisa se formo en su rostro, sus gestos un tanto eróticos molestaron en demasía al egipcio, la forma de su mirada, de sus caricias y el tono de su voz poco a poco enloquecían al tricolor.
Ardía en rabia, observarlo gestuar emociones un tanto subidas de tono le causo repulsión e ira, quería ahorcarlo ahí mismo, quería verlo sofocarse y ver si aun mantenía aquella estúpida sonrisa en su rostro. Con cada palabra su corazón empezaba a decaer y su mente se empecinaba en el hecho de culparlo de la muerte de su ser amado.
—Te juro que te matare! ¡TE MATARE!.—lo amenazo mientras lo acerba mas a su rostro para intimidarlo con aquella mirada asesina suya.
—Hazlo, me harías el favor de reencontrarme con él, ya sea en el cielo como en el infierno.—confronto la amenaza del contrario, su seguridad era inquietante al igual que su prepotente tono de voz, no vaciló en ningún momento algo que claramente molestaba a su ahora agresor.
Un pequeño lapso de tiempo; tan solo a escasos tres centímetros de su rostro se hallaba el puño macizo del tricolor, su ira y cólera contenidas en un gesto demoniaco eran intimidantes aun así mantuvo aquella molesta postura un tanto bufonesca e irónica. No se inmuto por la cercanía de aquel puño ya que validaría todas aquellas palabras que lanzo con ponzoña, manejando una voz impostada en todo momento y un tanto molesta jactanciosa.
Se detuvo en el ultimo instante, un extraño impulso lo detuvo a escasos tres centímetros de aquel molesto rostro que mencionaba hechos que despertaron a la bestia que dormía en su interior, a aquel demonio inseguro que dormía muy en lo profundo de su ser desde hace ya varios siglos. Dio una profunda inhalación y exhalación para relajarse, bajo aquel amenazante puño y soltó el cuello de su camisa con asco.
—No me rebajare hasta ese punto, no te daré el gusto.—espetó con notable cansancio, tenia suficientes problemas como para sumar uno a su lista personal.
Turquía se acomodo el cuello de su camisa, lo miro con soberbia y altivez, mirándolo por debajo del hombro se marchó sin decir o agregar palabra alguna, había logrado su cometido o bien casi lo lograba, fueron tan escasos los centímetros para concretar con su afirmación. Su mirada guardo cada detalle de su rostro inseguro; una mirada perdida navegando en un mar de emociones bárbaras, un gesto herido, orgulloso e iracundo, unos ojos inyectados de una furia demoniaca ni que decir de aquella forma de respirar tan profunda como si tratara de controlar al demonio que lleva dentro.
Egipto lo vio marcharse con el orgullo por las nubes, se sentía decepcionado de si mismo por no haber podido concretar con aquella acción y a su vez se hallaba orgulloso de no haberlo hecho. Cada una de esas venenosas palabras alimentaron a su inseguridad, pensar en la sola idea a de que él hubiese dormido envuelto en sus brazos, que siquiera sus labios hayan sido manchados por un beso lujurioso de aquel ser le provocaba repugnancia y dolor...pensar que él bien pudo entregarse a ese tipo era algo que pesaba muy en el fondo de su ser, un extraño dolor punzante se presentó para luego ausentarse a escasos dos segundo de haber hecho notar su presencia.
Tal vez se equivocaba pero no lo quitaría de su lista, tan solo faltaba uno de aquella basta lista de posibles culpables de la muerte de su ser amado, Irán.
—Haré hasta lo imposible para encontrar al culpable, ¡es una promesa!.
Una más de las tantas que alguna vez dijo...
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°•¤Ħɑвıвı¤•° (Egipto X Israel)
FanfictionCuando el amor es más fuerte que cualquier obstáculo...supera hasta el más imposible de todos. . . -mi amor....¿donde estas? Con el corazón en la mano buscas una respuesta que no encuentras,pistas que no alineas y el miedo de no encontrarlo nunca má...