-No me provoque, señorita Wenzel.- Me dijo sonriendo con picardía.
Apreté la carta contra mi pecho, me estaba poniendo tan ansiosa esa situación.
-Déjeme ir.- Pedí.
-Sólo si promete que no saldrá del castillo por hoy.- Trató de hablar sereno.
A pesar de eso, yo sabía que algo extraño le pasaba, algo que no podía entender.
Él intentaba parecer calmo, pero su semblante era distinto. Se veía agitado, ansioso y de repente distante.
-No puedo prometerlo hasta leer la carta.- Le dije.
Mis sentimientos eran un desastre en ese momento, no sabía si me sentía inquieta con la proximidad de Kilian o si en realidad no era así.
Intentaba poner mi mente en blanco, que no me descontrolaran sus gestos, su voz... Pero todo esfuerzo era en vano.
Mi respiración estaba tan acelerada que se notaba en mi pecho. Podía sentir cómo latía mi corazón.
Luché y luché contra mí misma para no admitirlo, pero fue entonces que me di cuenta... El señor Barnett me atraía.
-¿Disfruta tanto de llevarme la contraria?- Me interrogó.
Su aliento era tan agradable.
-En absoluto, desearía que me entendiera.- Hablé despacio para que no se entrecortara mi voz.
-No puedo hacerlo en este momento.- Declaró.
-¿Qué quiere decir?- Pregunté.
-Intento descifrar su lenguaje corporal, pero no lo consigo.- Hablaba en susurros.
Me quedé más sorprendida cuando dijo eso.
-Necesito obtener la respuesta a una pregunta que me he hecho incontables ocasiones... Pero si la tengo así, me es imposible concentrarme.- Decretó.
Me miraba intensamente, sus ojos eran distintos o quizá no me había dado cuenta de ello.
"¿Una pregunta que se ha hecho? ¿Qué podría ser?" Me preguntaba yo misma con muchísima intriga.
-...- En serio no pude intercambiar palabras con él, me costaba tanto hablar. -¿A qué pregunta se refiere?- Me animé a decir.
-No lo preguntaré directamente, en su debido momento lo averiguaré.
Esperaba que jugara como solía hacerlo, pero esta vez hablaba en serio.
Nos quedamos mirándonos a los ojos por varios segundos, hasta que me sentí vulnerable ante su vista.
Empecé a desdoblar la carta en mis manos.
-¿Qué hace?- Cuestionó, lucía desconcertado.
-No he desistido, si lo que dice esta carta es suficiente, iré hasta allí.- Aseguré.
-No la lea.- Sonó casi como una orden.
-No se preocupe, no le pediré su ayuda, incluso iré sola si no quiere que me acompañe nadie...- Continué hablando y abriendo la carta.
-He dicho que no la lea.- Dijo con seriedad y un tono de voz bajo.
No atendí, seguí moviendo el papel, estaba por ver lo que decía así que la puse frente a mis ojos.
De repente, el señor Barnett la quitó de mi vista con una de sus manos y... ¡ME BESÓ!
Abrí mis ojos por la sorpresa, puse mis manos sobre su pecho y apreté el papel que continuaba en una de ellas.
"¡Dios mío! ¿Qué hago? El señor Barnett, de verdad está haciendo esto." Pensaba.
Entonces cerré los ojos.
Puso sus labios sobre los míos, eran cálidos y húmedos. Fue una sensación completamente nueva para mí.
No sabía qué hacer, cómo actuar. Seguí con mis manos sobre su pecho, supe que su respiración estaba agitada gracias a eso.
Él bajó una de sus manos hasta mi cintura y me acarició.
Mantuve mis labios unidos débilmente, parecía que él quería abrirlos, y no le costó mucho debido a esto, yo en verdad estaba confundida.
Sentía que mi cuerpo temblaba, ciertamente la sensación era placentera, sin embargo jamás pasé por una situación así.
Kilian movía sus labios contra los míos, parecía disfrutarlo, pero no entendía porqué lo hizo, él jamás me había dicho que le gustaba o algo así y tampoco éramos una pareja.
La escena duró escasos segundos, fue más corta de lo que me pareció. Él me soltó, pero permaneció cerca de mí como en el principio.
-Lo lamento...- Me dijo, respirando por la boca. -No tengo derecho de prohibirle nada. Los trabajadores están a su disposición.- Su voz era grave y jadeante.
Yo no tuve el valor de responder. No podía asimilar lo que pasaba.
Me levanté finalmente, tan rápido como pude. Dejé la carta sobre la cama, estaba tan en shock que ni siquiera lo pensé.
Salí de la habitación sin decir nada.
Entré en mi alcoba y cerré la puerta. Me recargué en una pared y recapitulé todo.
Sentí que todo pasó tan rápido.
Me pregunté a mí misma qué sentía después de todo, en realidad no estaba molesta con Kilian pero, ¿por qué? ¿Por qué con Elían enfurecí y no me siento igual con el señor Barnett que fue más allá?
Puse mis manos sobre mi corazón en un intento por calmarme, luego toqué mis labios, mi cuerpo respondió tan bien al contacto de Kilian.
Tenía sentimientos encontrados, no sabía qué pensar y tenía miedo de ver al señor Barnett.
"Podría engañar a cualquiera, pero no a mí." Me dije. "Evidentemente Kilian... Él me gusta." Finalmente lo admití.
Permanecí en mi habitación intentando entretenerme en otras cosas, pero la escena se repetía una y otra vez.
En ocasiones sentía que había hecho algo malo, luego había mariposas en mi estómago e incluso se me escapó una sonrisa débil, en fin.
Me preguntaba qué pasaba por la cabeza del señor Barnett.
Él solía ser tan apasionado en todo, y ésta no parecía ser la excepción. Aunque yo entorpecí en ese instante.
Miles de cosas pasaron por mi mente, sin embargo probablemente no tenía idea de lo que ese momento desencadenaría.
¿Cosas buenas? ¿O quizá tendría que distanciarme de él?
Tal vez lo pensaba demasiado y a él ni le preocupara, pero cómo no hacerlo si esa había sido la primera vez que alguien me besaba de verdad... Y no sólo era "alguien", era el señor Barnett.
Estaba realmente fascinada, y a la vez asustada.
Me preguntaba, ¿qué me diría él cuando lo volviera a ver? ¿Qué sucedería?...
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El Lúgubre Castillo Barnett
Любовные романы•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...