Un día entero pasó a partir de esa noche.
No tuve el valor de intentar hablar con Kilian y él lucía serio la mayor parte del tiempo.
Mi corazón me decía que todo podría tratarse de un plan de Dietrich. Me daba miedo pensar que lograra su objetivo y el señor Barnett me tuviera en el peor concepto posible.
Una tarde, después del trabajo, cuando ya nos encontrábamos en el castillo, me encontraba en mi habitación pensando.
Pasaban por mi mente muchísimas cosas, sabía que si lo que sospechaba resultaba ser cierto, el señor Ibonét estaba logrando su objetivo.
Me acerqué al espejo, suspiré deseándome suerte a mí misma y decidí no permitir que él ganara.
Estaba dispuesta a hablar con Kilian. Así que sin meditarlo más fuí a buscarlo, no sin antes alisar mi vestido con las manos.
Lo busqué en el despacho pero no había nadie. Fuí a una de las bibliotecas pero tampoco lo encontré.
Lo único que se me ocurría es que estuviera en su alcoba, así que fuí hasta allí.
Para mi sorpresa, la puerta estaba un poco abierta, apenas era una rendija, sin embargo curioseé aún sabiendo que hacía mal.
Allí estaba él, parecía adolorido como aquella vez en el balcón. Se notaba más pálido y era evidente que estaba luchando por soportar el dolor.
No pude esperar más. Di dos toques en la puerta para avisar acerca de mi presencia y sin esperar su respuesta, entré.
Automáticamente Kilian actuó normal, como si nunca hubiera existido tal malestar.
-¿Sucede algo?- Habló serio.
Sentí que se me partió el corazón.
-Necesito hablar con usted.- Pedí con seguridad.
-¿De qué necesita hablar que incluso vino aquí?- En el fondo parecía estar curioso.
Después de decir eso, llevó su mano a su pecho de manera involuntaria, como si hubiera sentido dolor. Inmediatamente la quitó y volvió a actuar normal.
-¿Se encuentra bien?- Le pregunté.
-Totalmente.- Aseguró. -¿Va a decirme qué la trae aquí?- Intentó desviar la atención.
Suspiré una vez más y di un paso hacia él.
-Necesito saber qué fue lo que le informaron acerca de mí.- Pronuncié mostrándome confiada.
-¿Qué exactamente quiere saber? Ya le he dicho todo, incluso lo de el...
-...¿El hombre?- Lo interrumpí y terminé su frase.
-Así es.
No supe qué decir, su mirada era intensa.
-Entonces, dígame qué más quiere saber.- Continuó.
-¿Qué clase de información se supone que di?
-Había documentos de la competencia donde se trataban temas relacionados con futuros proyectos de la empresa. Proyectos que debido a eso, no serán capaz de desarrollarse. Tendremos que pensar en alternativas, ellos ya deben haber tomado ventaja de todo.- Explicó.
Sentí que cargaba el mundo en mis hombros. Si Kilian creyera todo eso, definitivamente no volvería a confiar en mí jamás. Era un asunto bastante delicado.
-Señor Barnett, yo no... Usted sabe...- Titubeé y me puse nerviosa.
Habría deseado saber qué pensaba él. Rogué que no dudara de mí.
Quería llorar de nuevo. Cómo era posible que me metieran en algo así. Sin embargo me esforcé por no hacerlo y me mantuve allí.
Él me había dicho que todo había comenzado gracias a su madre, era por eso que lo cuidaba y valoraba tanto.
Pensar en eso sólo me hacía sentir peor.-Con respecto al otro asunto, no se angustie. Tal como dije antes, usted es completamente libre de decidir con quien estar. Yo no soy nadie para cuestionárselo.- Agregó fríamente.
-¿De qué habla?- Sabía lo que debía estar pensando, y no era para menos, yo jamás le dije que lo quería o algo por el estilo.
-No me mire así. Lo digo en serio. Si usted siente interés por él, no se preocu...
No lo dudé más.
Me aproximé a él, me puse de puntillas y besé sus labios evitando que continuara su discurso.
Me costó alcanzarlo debido a lo alto que era, pero eso no me lo impidió.
Para ser sincera era algo que hacía mucho quería hacer.
Recordé lo que me dijo en aquella ocasión mientras estábamos en las escaleras:
"Quiero que la próxima vez sea usted quien lo decida... Necesito saber si es mutuo".
De no ser por el "recato" que se me inculcó, lo habría hecho aquella misma noche.
El beso fue muy corto, me sentí algo apenada.
Él lucía sorprendido por lo que hice.
Me acerqué y rodeé su cuerpo en un abrazo. Descansé mi rostro en él y suspiré.
-Por favor, no dude de mí.- Dije en apenas un susurro, aún abrazándolo.
Él me devolvió el abrazo. Kilian tenía algo que hacía que me olvidara de todos mis problemas con tan sólo un acercamiento suyo.
-Lo quiero, señor Barnett.- Finalmente confesé. -De verdad me gusta.
Él me acercó más a su cuerpo como respuesta. No pude evitar sonreír.
Sabía lo ruborizada que debía estar, podía sentirlo en mis mejillas.
Kilian me hizo mirarlo.
-No dudé de usted. Sé perfectamente que todo esto lo hizo mi primo. Estoy completamente consciente de que usted jamás robaría información de la empresa.
Lo único que quería que supiera, es que no soy nadie para mandar sobre usted respecto a sus sentimientos. Que es libre de interesarse en alguien más.Sabía lo sincero que era.
-Aunque si soy honesto, después de escucharla decirme eso, ya no estoy tan seguro.- Bromeó.
Me mostró su hermosa sonrisa enmarcada por sus hoyuelos.
-¿Se arrepiente?- Me preguntó tomando mi cintura para acercarme más a él.
Ver tan de cerca sus ojos me tentó. Pasé mis manos por detrás de su cuello y volví a besarlo. Su calidez y aroma me traían paz.
-En absoluto.- Respondí susurrando después de lo que hice.
-Me alegra entonces.- Agregó sonriendo con picardía.
Mi corazón latía intensamente, me era imposible estar cerca de él y no sentirme de esa manera.
En momentos como ese me olvidaba del mundo. Nada era claro, excepto el hecho de que estaba enamorándome de un vampiro...
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El Lúgubre Castillo Barnett
Roman d'amour•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...