Continuaba parado de esa manera.
Yo realmente no entendía nada de lo que pasaba.
-¿Qué intenta hacer?- Lo cuestioné aún con evidente nerviosismo.
-Está molesta conmigo, ¿cierto?- Evadió mi pregunta.
-No sé de qué habla.- Mentí.
Lanzó una risa muy breve.
-¿No sabe de qué hablo en realidad o no lo recuerda?- Insistió.
No se apartó de mí ni por un segundo, la piel se me erizaba entre la combinación de sentimientos que tenía.
-Quizá lo olvidé.- Continué.
-Ah, ¿sí? Será porque la pongo nerviosa.
-¡¿Perdón?!- Repliqué ante su comentario.
-¿No es así? Tal vez me equivoqué.- Dijo esto último con una voz más grave de lo habitual.
Luego con la otra mano, movió un mechón de mi cabello hacia atrás de mi hombro. Sabía que era probable que lo hubiera hecho con intención de ver mi reacción.
-¿Le da miedo estar en esta habitación conmigo? No ha dejado de temblar desde que tomé su mano.- Agregó con un tono divertido.
-No imagine cosas.
-¿Continuará intentando hacerme creer eso?- Rió. -De acuerdo, juguemos entonces.
Cuando terminó de decir eso, puso una de sus manos en mi cintura.
Volvió a sobresaltarme.-Creo que es evidente quien de los dos tiene la razón esta vez.
-Realmente no puedo entenderlo, usted es tan impredecible.- Hablé con un tono agitado.
Ciertamente Kilian me ponía muy inquieta.
-No intentaré explicarle nada justo ahora, porque ni siquiera soy capaz de pensar con claridad en este momento.- Continuó mirándome fijamente.
Pude notar que él también parecía algo ansioso, sus ojos brillaban.
Kilian siempre era muy encantador, al menos sí para mí.-En realidad, en este preciso instante, tenerla frente a mí sólo me incita a hacer esto...- Mientras decía eso, sus ojos recorrían mi rostro.
Entonces me dio un corto beso en los labios.
No pude evitar sonrojarme, así que miré hacia abajo.Aún, a pesar de no querer hacerlo, me cohibía cuando estaba así frente a él. Una parte de mí quería decirle todo lo que sentía cuando estaba a su lado, pero otra parte de mi conciencia creía que eso era inapropiado.
-No sé cómo la hayan educado sus supuestos padres, pero debe saber que disfrutar de sus sentimientos no es nada malo.- Habló inspirando confianza.
-Señor Barnett...- No supe qué decir, la verdad es que tenía razón. A veces sentía que estaba haciendo algo indebido, pero dentro de mí sabía perfectamente que no era así.
Acarició mi mejilla derecha.
Luego volvió a tomar la postura de antes.-¿Entonces? ¿Sigue sin ser obvio para usted quien está en lo cierto acerca de lo de antes?- Cambió de tema para hacerme sentir más cómoda. Su voz volvía a tener ese tono de broma.
-¡Qué egocéntrico es!- Repliqué siguiendo su juego.
-¿Lo cree? Quizá un poco.- Esa era la esencia del señor Barnett, no tomarse nada demasiado personal.
Kilian respiraba aceleradamente, gracias a ello podía sentir cada exhalación suya recorriendo mis mejillas.
De pronto se acercó un poco más a mí. Como si no fuera suficiente lo nerviosa que ya estaba, esta vez rodeó mi cintura con ambas manos.
Siempre se mostraba seguro de sí mismo, no era propio de él titubear jamás.Para ese entonces su rostro ya estaba demasiado cerca del mío.
-Probablemente sea la única persona con la que me permito ser tan endeble...
Kilian volvió a besarme. Movía sus labios con lentitud, pero con una pasión indescriptible.
Puse mis manos sobre su pecho. Su corazón latía con fuerza.
Mi cuerpo quedó recargado en la pared debido al acercamiento del señor Barnett.
Parecía tan hábil, provocó que cientos de emociones recorrieran mi cuerpo entero.
Continuaba con los movimientos lentos sin embargo, de pronto, presionó más mi cintura hacia su cuerpo e intentó que yo cediera más en el beso.
Kilian intentó buscar mi lengua con la suya, eso era algo completamente nuevo para mí, no sabía qué hacer me sentí algo intimidada.
Él se detuvo para acercarse a mi oído y susurrar.
-Déjeme besarla, no me tenga miedo.- Su tono de voz me causó escalofríos, pensé que me volvería loca ese hombre.
Me miró a los ojos, los suyos brillaban y se le veía jadeante. Entonces regresó a mis labios.
Esta vez me besaba un poco más enérgicamente. Una vez más buscó introducir su lengua en mi boca. En esta ocasión cedí.
La sensación era por demás agradable, cada sentido de mi cuerpo recibía a Kilian de manera positiva.
Cada célula en mí temblaba tanto, que pensé que mis piernas se doblegarían de lo inestable que estaba, no obstante, los fuertes brazos del señor Barnett me sostenían con seguridad.
El roce de nuestros labios provocaba, de vez en vez, sonidos que resultaban extrañamente satisfactorios.
Un sonido grave y corto, salió involuntariamente de la garganta de Kilian.
La luz en la habitación era bastante tenue debido a que ya era de noche, gracias a ello cada uno de mis sentidos estaban más sensibles, eso me permitía tener un sinfín de emociones.
De repente, el señor Barnett mordió, con suavidad, mi labio inferior; fue entonces que el beso terminó.
Él lucía agitado y satisfecho, probablemente yo no me veía tan distinta.Nos miramos a los ojos, yo mantuve mis manos sobre su pecho.
-Señor Barnett...- Intenté hablarle, pero nada salió de mi boca.
-¿Señor Barnett? ¿Continuará llamando así?- Preguntó sonriendo pícaramente.
-¿Perdone?
-¿Qué le parece sólo Kilian? ¿Le molesta? Realmente, ya no soy tan fanático de las formalidades cuando se trata de usted.- Explicó levantando una ceja.
-¿Kilian?
-¡Adorable!
Me sentía extraña llamándolo así, sin embargo también me gustaba poder pronunciar su nombre en voz alta.
-Una de las cosas que más deseo, es que tenga confianza en mí, que no se sienta incómoda en absoluto. Pero no se angustie, no la presionaré en lo más mínimo.- Volvió a sonreír.
-Pensé que buscaba alejarme, al menos eso fue lo que dio a entender en la última conversación que tuvimos.- Dije con sarcasmo, olvidando no dirigirme a él formalmente.
-¿No se supone que no recordaba eso?- Bromeó siguiendo mi juego.
-De pronto lo hice.- Reí.
-Ya veo.- Fingió dudarlo.
-¿Entonces? ¿No era así?- Insistí.
-¿Que se alejara?- Rió sarcásticamente.- Si supiera todo lo que quisiera hacerle...
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El Lúgubre Castillo Barnett
Lãng mạn•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...