37. ¿Alejarse?

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Inevitablemente me quedé dormida cuando cayó la noche.

Me senté en el piso, recargué la cabeza en la orilla de la cama y tomé la mano de Kilian.

Sin embargo, debido a lo preocupada que me sentía por no verlo abrir los ojos, desperté durante la madrugada.
Aproximadamente 15 minutos después, él comenzó a reaccionar.

-Señor Barnett, ¿cómo se siente?- Pregunté ansiosa.

-Sinceramente, duele un poco, pero estaré bien.- Confesó.

-¿Está seguro?- Insistí.

-Totalmente.- Hablaba con debilidad.

Entonces me levanté y comencé a explicarle todo lo que había dicho el médico.
Busqué las pastillas para el dolor que dejó, sin embargo Kilian me interrumpió.

-Vaya a descansar.- Dijo en voz baja.

-¿Perdón?- Creí que podría haber escuchado mal.

-Es tarde, será mejor que vaya a descansar.- Repitió mientras se sentaba recargando su espalda en la cabecera de la cama.

-No se preocupe, ya he dormido un poco, además me gustaría asegurarme primero de que tome...- No pude terminar.

-Sabe que Dietrich no me tenía como objetivo, ¿cierto?- Volvió a interrumpirme.

-Lo sé.- Bajé la mirada. -Quiero agradecerle lo que hizo. Lamento mucho que haya salido lastimado.- Continué.

-¿Está segura de que no está herida?

-No lo estoy, de verdad no se preocupe.

-¿Cómo no me preocuparía? Esto pudo tener un pésimo desenlace gracias a mi primo. Es insostenible esta situación.- Parecía bastante serio.

-Todo está bien, por favor no se angustie.- Le pedí.

Entonces comenzó a levantarse de la cama.
Para ese momento yo ya tenía el medicamento en las manos.

-¿Qué hace? Tiene que descansar, va a lastimarse.- Me sorprendió que se levantara tan de repente.

Se me acercó y comenzó a desabotonar su camisa frente a mí.

-¡¿Señor Barnett?! ¿Qué cree que hace?- Me puse demasiado nerviosa.

Puse una de mis manos frente a mis ojos y miré hacia otro lado, sabía que ya había visto su torso pero la situación era muy distinta.

-Míreme.- Pronunció.

Me negué.

De pronto tomó la mano con la que estaba cubriendo mi rostro y la puso sobre su herida. Me sorprendió mucho sentir su piel, así que aún me era difícil mirarlo.

Finalmente lo hice.

No podía creer lo que veía. La herida que tenía Kilian pasó de ser alarmante a verse casi insignificante.
Eso era lo que quería que viera, por eso puso mi mano sobre él.

-¿Pero cómo...- Ni siquiera pude terminar la frase.

-Debido a lo que soy, tengo esta capacidad de curación.- Hizo una pausa para mirarme. -No soy inmortal, sin embargo puedo recuperarme rápidamente de heridas que no son de gravedad.

Estaba atónita, no sabía qué decirle.

-A lo que quiero llegar es a que no somos iguales. ¿Qué habría sucedido si no hubiera logrado intervenir? Definitivamente Dietrich la habría lastimado gravemente.- Continuaba siendo serio.

-¿Qué quiere decir con eso?- Sabía que había algo más que buscaba decirme.

-Dietrich sólo quiere dañarla porque la ve cerca de mí, porque sabe que me importa. No sé hasta dónde sea capaz de llegar, pero conociéndolo nada me sorprendería.

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora