46. Un reencuentro imprevisto.

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-¡Hanna!...

Entré en la sala de estar, guiada por el sonido de voces.

Me sorprendió mucho ver a Kilian allí.

-Anica, ¿qué haces aquí?- Me preguntó.

No pude responder pues me quedé helada al ver que él, Elían y dos mujeres del servicio rodeaban a Hanna.
Ella permanecía sentada en un sillón y había una rotura rodeada por una mancha de sangre en la manga derecha de su vestido.

Sentí que me recorrió una sensación de frío por todo el cuerpo.

-¡Hanna, ¿estás herida?!- Me acerqué a ella agachándome para verla mejor.

-Tranquila, Anica. Estoy bien, no fue nada.- Se esforzó por calmarme.

-¿Que estás bien? Pero si estás sangrando.- No pude contener las lágrimas. Lloré en silencio.

-Duele un poco pero no es nada grave.

No entendía cómo podía actuar tan pacíficamente, o tal vez sólo fingía, pues era evidente lo asustada que estaba.

-Luego de visitarlos decidimos detenernos a caminar un poco por el centro, entonces un tipo se acercó para tratar de robar algunas de nuestras pertenencias.
No nos opusimos, después de todo es lo que menos importa, sin embargo a pesar de nuestra colaboración, terminó lastimando a la señorita Hudson. Intenté evitarlo, pero sólo pude aminorar el ataque, el hombre actuó demasiado rápido...- Explicó Elían mientras limpiaba la herida de mi amiga.

-...Eso sin contar que llevaba consigo una navaja...- Completó ella.

-Dos hombres venían con ellos, el chofer y un joven más. Al ver lo sucedido el primero envió al chico para informarnos, así que vine aquí.- Añadió Kilian.

-Pero ¿te revisó un médico? ¿Te duele mucho?...- La cuestioné, estaba demasiado angustiada.

Sin poder evitarlo, más lágrimas brotaron de mis ojos, estaba consumiéndome el sentimiento de culpabilidad.
Supe que tenía que terminar con todo esto pronto, Dietrich estaba llegando demasiado lejos.

-¿Pero qué sucede, Anica? ¿Por qué lloras así? Tranquila, te he dicho que estoy bien. Además el señor Barnett trajo a un médico para asegurar que todo esté en orden, sólo debo cuidarme.- Insistió Hanna poniendo su mano sobre mi hombro.

-Perdóname, Hanna... Lo siento tanto.- Las disculpas salieron de mis labios inconscientemente. Me sentía profundamente responsable de lo sucedido.

-Anica, ¿estás bien? Tranquila, ven conmigo un momento. Permítannos, por favor.- Intervino Kilian ayudándome a levantarme y a salir un instante de la sala.

El señor Barnett me ayudó a calmarme, luego conversé un rato con Hanna, me aliviaba ver que estaba bastante relajada. Le agradecí mucho a Elían por ayudarla y cuidarla, había sido demasiado amable y protector con ella.
Después de unas horas nos marchamos.

De camino, Kilian pidió al chofer detenerse en un jardín público, era muy bello, tenía fuentes, árboles y bancas que lo hacían lucir acogedor.

-¿Tienes algo que hacer?- Pregunté confundida.

-Pensé en copiar la idea de Elían y bajar a caminar un momento. No te angusties, en caso de que algo suceda, yo te cuidaré más que a nada.- Me hizo un coqueto guiño. -¿Vamos?- Tendió la mano para mí.

La tomé y bajamos.

Kilian estaba en todo, no había detalle que olvidara, sabía que no me sentía del todo bien y trataba de animarme.

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora