Jamás quisimos tener una hija, mucho menos una como tú.
-¿Entonces por qué adoptar?
-Tú los has dicho, por negocios.
Si te casábamos convenientemente podríamos sacar adelante la empresa y crecer. Pero francamente sólo fuiste un dolor de cabeza.
Creímos que lo lograríamos, estabas creciendo, eras inteligente y bella, combinabas a totalidad con el linaje de los Wenzel.-¡Qué descaro!
-Como sea, cuando comenzaste a molestar más de la cuenta preferimos enviarte aquí. ¿Qué más daba qué hiciera ese hombre contigo? En tanto al menos nos dejaras un beneficio, ¿qué esperabas? ¿Que te sacáramos de ese asqueroso orfanato y no obtuviéramos nada a cambio? ¡No querida!
Lloré, lloré de rabia, de frustración y decepción.
-¡Ya basta! ¡¿Cómo puede decir eso con tanta calma?!- Grité.
-Y mira, ¡resultaste en una magnífica inversión ¿quién lo diría no?! Podrías casarte con el prestigioso señor Barnett, y hacer que algo de lo que tendrá tu futuro esposo se invierta en nuestra empresa. Digo ¿no querrán ambos que se sepa lo que es en realidad Kilian Barnett? ¿O sí? ¡Sería toda una noticia!
Todo mi mundo se desestabilizó, ¿otro problema? ¡No era posible! Sentí que todo daba vueltas, mis ojos seguían nublados por las lágrimas.
Me dolía el corazón, cada palabra del señor Wenzel era como una puñalada.
-¡Chica tonta! ¡Deberías estar agradecida y sacarle algo a Kilian para nosotros, te sacamos de ese horrible lugar, te criamos, y gracias a nosotros conociste a ese hombre! ¡Podrías ser poderosa gracias a nosotros! ¡Eres una maldita malagradecida!- Gritó con fuerza.
-¡Ya basta. No diga más! ¡Jamás estaré agradecida con una familia tan aberrante como los Wenzel! ¡Son inhumanos, capaces de todo por ambición, han creado un imperio gracias a dinero sucio y estuvieron a nada de convertirse en unos asesinos...!
Yo también levanté la voz con furia, sin embargo al decir esa última palabra, el señor Wenzel me abofeteó con fuerza.
Puse mi mano sobre el lugar que había golpeado.
-¡Señor Wenzel!- Ví a Kilian bajando por las escaleras con histeria y evidente ira.
-¡Jamás obtendrán un peso más a costa mía, no estoy dispuesta a ser otro negocio para ustedes!- Agregué sin contener más el llanto.
-¡Perdóname, hija! No quise hacer eso. Hablemos, seamos sensatos.- Pareció darse cuenta de que había arruinado todo.
Kilian comenzó a intentar sacarlo de allí, pero él insistía.
Nuevamente se desesperó.
-¡Tú, Kilian, serías un tonto si no aceptaras, recuerda que es tu imagen la que está en juego! ¡Y tú, deberías pensarlo mejor, hija!- Habló alterado y molesto de nueva cuenta mientras era sacado del castillo.
-¿Hija? ¡Usted nunca será mi padre, desearía jamás haberlo conocido!
-Deberías dar gracias al cielo porque nos compadecimos de ti, una huérfana a la que ni siquiera sus padres quisieron cerca, ¡no pudieron tomar mejor elección que abandonarte allí! ¡Te alejaron tus padres, los Wenzel, no dudaría que lo hiciera también este patán...!
No pude escuchar más, salí corriendo de ahí. Subí, entré en mi alcoba y cerré con seguro la puerta. Necesitaba estar sola, calmarme y pensar.
Antes de irme ví la fulminante mirada que le dedicaba Kilian al señor Wenzel. No sabía cómo reaccionaría pero tampoco quise averiguarlo en ese momento.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romansa•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...