34. Distancia.

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Al día siguiente me desperté sorprendida, al parecer era algo tarde comparado con la hora en la que suelo levantarme otros días.

Me había sentido tan débil, mareada y exhausta por todo lo que sucedió que sin darme cuenta había dormido profundamente.

Me levanté buscando a Kilian pero no estaba. Un chico del servicio me dijo que había ido a la empresa como siempre y que me pidió que me cuidara y me alimentara correctamente.

Al parecer sería otro día sin presentarme al trabajo.
Me distraje como pude para no pensar en lo que sucedió.

Luego de ese día, finalmente pude volver a la empresa. Me sorprendió no ver a Dietrich, fue un alivio.

El señor Barnett me explicó que había hecho que el señor Ibonét se fuera, tal parece que tenía información que podría perjudicarle mucho, así que éste último decidió acatar su orden para evitar represalias.
Sabía que le había dolido un poco lo de Dietrich, después de todo era su primo.

Pasaron alrededor de dos semanas luego de eso, continuábamos trabajando con normalidad. Kilian cada vez era más atento y protector conmigo, me sentía encantada con él, de verdad me gustaba cómo se estaba tornando esta relación.

Entre una de esas semanas un joven se me acercó mientras caminaba alrededor de la empresa de Kilian.

Me pidió ayuda para llegar a un lugar. A pesar de que mis indicaciones fueron bastante claras, actuaba como si no me entendiera, me dio la impresión de que lo hacía a propósito.

Cuando finalmente "entendió" se mostró por demás agradecido, me estrechó la mano y antes de irse, de un tirón me abrazó inesperadamente. Yo iba a reaccionar con molestia, pero antes de poder decir algo salió corriendo. Me confundió muchísimo, pero continué mi camino.

Pasados varios días, caminaba con Kilian por los pasillos de la empresa, hablábamos de cosas sin sentido riendo juntos.
De pronto, una señora se acercó a éste, lucía bastante agitada.

Me extrañó mucho su actitud, me miraba con evidente molestia e intentaba hablar con murmullos para que yo no pudiera escuchar.

-En un momento vuelvo, por favor discúlpeme.- Dijo Kilian confundido por la situación.

-De acuerdo.- Asentí.

Ambos se adentraron en una oficina.

Pasados largos minutos, salieron. La mujer se marchó no sin antes lanzarme una mirada de sentencia.

Kilian estaba allí, parado mirándome atentamente.

-¿Está todo bien?- Me animé a decir.

-Por casualidad, durante las semanas pasadas se ha encontrado con un hombre?- Enunció pensativo.

Recordé aquel día.

-Sí, así fue.- Admití. -Pero, ¿por qué lo pregunta?

-No, simple curiosidad.- Evadió.

Todo me daba mala espina, empezando por el hecho de cómo me miraba esa señora y ahora, la actitud del señor Barnett.

Todo el día continuó siendo atento conmigo, sin embargo se notaba distante y distraído. Me sentía muy desanimada por ello, era como si mi corazón me dijera que lo que andaba mal tenía que ver conmigo.

Decidí dejarlo pasar en ese momento.

Así trascurrieron dos días, hasta que no pude más, me hacía sentir muy mal la distancia de Kilian.

Tomé la desición de confrontarlo, así que esperé a regresar a casa.

-Señor Barnett.- Lo detuve mientras se dirigía a su despacho en el castillo.

-Dígame.- Habló con seriedad.

-¿De verdad está todo bien?- Dije con ansiedad.

-Por supuesto.

-¿Por qué miente?- Sonó casi como reclamo.

-No entiendo qué quiere decir.- Contrario a lo que pensé, no lucía tan sorprendido.

-Por favor, dígame la verdad. Sé que algo está pasando y presiento que tengo que ver en eso.- Me dirigí a él con seguridad.

-¿Recuerda a la mujer que vino buscándome hace poco?- Preguntó tomando una postura más seria.

-La recuerdo.

-Trabaja para mí.- Sentí que estaba buscando cómo iniciar su explicación. -Dijo que usted dio información privada de la empresa a la competencia. Aparentemente se le vio hablando con alguien de esa compañía días antes, no sólo ella la vio sino otros empleados.- Recorría mis ojos con su mirada como esperando mi reacción.

-¡¿Qué?!- Mi corazón se aceleró y sentí que mi cuerpo subía de temperatura. Estaba tan desconcertada como indignada.

-No sé cómo lo hizo, pero presentó "evidencia" de dicha información, datos que no podrían obtener de no ser que alguien les hubiese informado.- Continuó explicando. -Eso no es todo, también se dice que tiene algún tipo de relación con un joven de esa empresa. Ella dice haberlos visto personalmente.

-No creerá que yo... - Me detuve a mirarlo antes de seguir hablando.

No alejaba su vista de mí, lucía tan extraño o quizá toda la situación me hizo verlo así.

-Lo único que quiero que sepa, es que tiene total libertad para decidir con quién estar.- Agregó.

-¿Señor Barnett?- Me dolía el pecho, pasó por mi mente que quizá estaba dudando de mí.

No decía nada más, sólo me miraba. Yo no quería ni podía seguir hablando, sentía un nudo en la garganta, quería defenderme pero sabía que era capaz de romper en llanto.

-¡No es posible!- Suspiré y puse mi mano sobre mi frente a modo de incredulidad.

No me quedé ni un segundo más, me alejé tan rápido como pude. Tenía un sinfín de sentimientos encontrados.

Me preocupaba mucho que él pudiera estar pensando que yo estaba con otro chico, también me molestaba ese hecho. Aunque me preguntaba qué pensaría si le dijera que él me abrazó, cómo reaccionaría o qué postura tendría.

Sabía que estaba mal llorar, pero no pude evitarlo, sin ser consciente, Kilian había comenzado a interesarme más de la cuenta.

Ya no había duda de lo mucho que lo quería, y sentirlo así de extraño me ponía mal.

No sabía qué pensar, mi mente y mi corazón eran un ir y venir de sentimientos.

Empecé a sospechar que quizá Dietrich podría tener algo que ver con todo esto.

Me quedé dormida llorando e intentando armar ese rompecabezas...

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora