Pasaron alrededor de tres semanas desde esa confesión.
Por fortuna Elían no había sido agobiante, se mantuvo al margen sin presionarme. Únicamente de vez en vez actuaba diferente, un poco más galante de lo normal.Las pláticas en el jardín se habían vuelto ya una costumbre. Admitiré que eran reconfortantes.
Otro día había comenzado, yo iba a girar hacia un pasillo cerca de mi habitación pero me encontré con el señor Barnett, casi chocamos.
-¡Oh, lo lamento!No sé dónde tenía la cabeza.- Dije.
-No se preocupe.- Contestó él.
-Pero, ¿hacia dónde se dirigía?- Pregunté porque me dio curiosidad verlo tan próximo a mi alcoba.
-Necesitaba hablarle.- Respondió.
-¿A mí? Bueno, dígame.
-Quería regresarle esto.- Abrió su mano frente a mí.
Tenía consigo mi cadena.
-¡Mi collar! Lo busqué tanto, de verdad lo daba por perdido.- Me alegró verlo de nuevo.
-Cayó de su cuello cuando me acompañó a la empresa. Lamento no habérselo devuelto antes.- Se disculpó y me lo entregó.
-No se preocupe. Se lo agradezco mucho.- Mi voz sonaba emocionada.
-En realidad hay otra razón por la que estoy aquí.- Confesó.
-Bueno, usted dirá.
-Señorita Wenzel... ¿Qué le parecería trabajar conmigo?- Dijo.
-¿Qué? ¿Habla en serio?- Soné completamente entusiasmada.
-No bromearía con algo así.- Confirmó.
-Me encantaría, de verdad me encantaría.- Debo haber parecido una niña.
-Genial, entonces comenzará desde mañana, ¿le parece bien?
-Por supuesto, ¡jefe!- Bromeé en un intento por ocultar mi emoción.
Él sonrió brillantemente. Luego se marchó.
Continué mi camino. De pronto me encontré con el señor Osmond, quien lucía perfectamente vestido como si fuera a ir a algún sitio en especial.
Ambos nos saludamos.-¿Se dirige a algún sitio?- Pregunté por curiosidad.
-En realidad eso depende de usted.- Objetó.
-¿De mí?
-Así es. Planeaba invitarla a caminar por el pueblo... ¿Qué dice?- Me miró suplicante.
-De acuerdo.- Estaba tan de buen humor que ni siquiera lo dudé. La propuesta de Kilian me había dado una gran alegría.
Salimos camino a la plaza del pueblo. Para nuestra sorpresa había muy poca gente. Los días últimamente eran muy fríos así que seguro se debía a eso.
Caminamos varias horas platicando de banalidades.
Luego Elían me pidió que esperara por él un momento, acto seguido se alejó.Me quedé allí escasos minutos, volvió rápidamente y tenía consigo una envoltura preciosa de tamaño mediano.
-Tome, esto es suyo.- Dijo.
-¡Qué lindo! Muchas gracias, no tenía porqué molestarse.- Agradecí tomando la envoltura.
-No agradezca, es un honor para mí. ¿Por qué mejor no lo abre?- Propuso.
Yo accedí. Con cuidado quité el papel que lo cubría y descubrí el regalo... Era un libro con una portada bellísima.
Me llamó la atención el título impreso en él: "A ti, mi amor... Sempiterno."-Es un libro de romance.- Afirmó mirando mi reacción.
-Luce precioso. No puedo esperar a leerlo.- Ciertamente me fascinó el detalle.
-No sabe qué satisfacción me dan sus palabras. Esperaba que el género no le disgustara.- Expresó.
-Claro que no, ningún género suele disgustarme. Lo apreciaré siempre, no sé cómo agradecer todo lo que hace por mí, Elían.- Mi rostro reflejó pena por recibir tal obsequio.
-No tiene qué hacer nada a cambio, su compañía es suficiente.
-Gracias... Señor Osmond, ¿le gusta el romance?- Me animé a preguntar.
-Por completo... Verá, para mí el amor significa mucho.
Me dio curiosidad escucharlo y presté toda mi atención.
-En la clase a la que pertenecemos se nos enseña que debemos contraer matrimonio con alguien que nos convenga y eso es todo. Sin embargo, como yo lo veo, deberíamos sentirnos atraídos a esa persona sinceramente. Conocer sus defectos y virtudes, dejar que todo fluya naturalmente. Imagine llegar a casa al finalizar el día y encontrar a tu esposa feliz de verte, compartir el resto de horas juntos.
Y en caso de dejar de amar a alguien, dejarlo ir, recordando siempre lo bueno que se vivió.- Relató.-¿Quiere decir que si deja de "amar" a alguien puede volver a encontrar el amor?- Cuestioné dudosa.
-Totalmente.- Confirmó.
La mañana de caminar por el pueblo finalizó, fue muy divertida e interesante. Sin embargo durante nuestro camino de regreso no pude sacar de mi cabeza el concepto que me expresó Elían y, extrañamente, me sentía inconforme con sus palabras.
El sol estaba ocultándose ya cuando llegamos. Le agradecí sinceramente por todo, en especial por el libro que me obsequió.
Iba a subir a mi habitación para guardarlo, caminé por los pasillos pero me dieron ganas de detenerme a pensar un poco. Me recargué en un pasamanos que estaba en uno de los pasillos. Miré hacia abajo y volvió a mi mente el señor Osmond.-Me pregunto qué la agobia tanto como para hacerla reflexionar a la mitad del corredor.- Habló una voz sacándome de mi trance. Era Kilian sonriendo galantemente.
-Son tantas cosas, ni siquiera sabría por dónde comenzar.- Dije volviendo a mirar hacia abajo.
-Bien, me quedaré un rato para asegurarme de que no piense en saltar desde aquí.- Bromeó. Sonreí desganada.
-Pero, ¿por qué está así? No se divirtió.- Volvió a hablar al ver que no respondí.-Todo lo contrario, sin embargo me siento confundida.- Confesé.
-¿Y a qué se debe esa confusión?- Indagó. -¿De casualidad se trata de Elían?- Dio justo en el clavo.
Volteé a verlo con cara de sorpresa.
-Lo sabía.- Dijo aún mostrándome su más brillante sonrisa. -¿Él le gusta?- Preguntó.
-No lo sé... Es decir no... Ash.- Hablé tartamudeando, me puso nerviosa su pregunta tan directa. -La verdad es que no lo sé. Aunque eso es lo de menos, no me gustaría estar con alguien sólo porque me gusta, ¿sabe? Espero mucho más, pero también tengo miedo... Jamás me he sentido así con alguien.- Me sinceré, casi olvidándome de que el chico a mi lado era Kilian. Me sentí angustiada.
-Señorita Wenzel, ¿podría mirarme a los ojos un momento?- Pronunció.
Me sorprendió su petición, pero lo hice. Giré mi rostro hacia él y lo miré directamente a los ojos.
Allí estaba yo, de nuevo mirando sus preciosos ojos color jade... Él me veía con intensidad, era tan expresivo.
"¿Por qué cuando veo a Elían no me siento de ésta forma?" Me dije.
"¿Por qué esto sólo ocurre con el señor Barnett?...""Me pregunto qué planeará con pedirme que lo mire a los ojos."
Por unos segundos dejé de pensar y me dediqué a mirarlo; su sonrisa, su mirada, sus peculiares hoyuelos... ¿De verdad era necesario todo eso...?
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romance•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...