58. Ambiente inextricable.

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-¿Qué sucede, Anica? ¿Te arrepientes tan pronto?- Cuestionó al ver que seguía escondiendo mi rostro en su pecho.

Sinceramente me costaba mirarlo a los ojos, acababa de decirle que sí quería casarme con él.
Tontamente me invadió algo de timidez.

-No es eso...- No sabía qué decirle.

-Tienes que saber que el motivo del evento, es esta propuesta.

-¡¿Qué?!- Me sorprendió. Finalmente lo volteé a ver, por fortuna nuestros ojos no se encontraron.

-Te lo pregunté aquí para evitar que te sintieras presionada frente a todos... Debes saber que si cambiaste de opinión no tienes que preocuparte, yo personalmente te ayudaré a salir sin que tengas que hablar con nadie.- Continuó. Lo dijo algo decaído.

-¡No, no es eso! De verdad.- Aseguré.

Sujetó mi rostro, me miró, sonrió y me acercó hacia él.

-¿Te incomoda volver al salón?- Preguntó cariñosamente.

-En absoluto.

Entonces tomó mi mano para dirigirnos allí.

Antes de llegar adentro me detuve, aún sujeta a él.

-Kilian...- Comencé a hablar.

-¿Sucede algo?

-Quiero que sepas que estoy muy conmovida por todo lo que hiciste. La reunión, los invitados, tu atención... De verdad te lo agradezco. Ha sido una noche perfecta.- Me sinceré.

No quería que entrara allí pensando que estaba incómoda cuando en realidad a cada segundo mi corazón parecía estallar de felicidad.

Él era muy alto, me costó alcanzarlo, pero como pude planté un beso en su mejilla.
Me sonrojé por eso.

Él me miró sorprendido e inmediatamente sacó a relucir un gesto de satisfacción.

Los invitados no perdieron tiempo. En cuanto entramos parecieron notar el anillo en mi mano y el semblante de ambos.

Comenzaron a aplaudir y felicitarnos.

Tal como creí, allí se encontraba Gabriel, al parecer Kilian lo invitó al ser uno de mis amigos.

Bailé varias piezas al lado del señor Barnett, la verdad es que disfruté al máximo la noche y a mi parecer no era la única, varias personas más parecían divertirse igualmente.

Cuando todo finalizó regresamos al castillo y fuí a mi habitación.

Me recosté para dormir, sin embargo me costaba mucho conciliar el sueño.

Mi mente no dejaba de trabajar, repetía una y otra vez cada instante de la fiesta, en especial la propuesta de Kilian.

No me extrañaba. Acababa de comprometerme, ¿cómo podría no dar vueltas en mi cabeza ese hecho? No todos los días sucede algo así.

Pensé incontables veces en el señor Barnett, si el día que lo conocí alguien me hubiera dicho que llegaríamos a este momento, sin duda habría creído que era imposible.

Esa noche también me enteré de que Hanna había sido cómplice de Kilian para organizar todo.
Ella conocía mucho de lo que me gustaba, quizá en parte por eso el evento me pareció tan espléndido y bien pensado.

Había sido por eso que aquella vez en el jardín, Elían mencionó que ella no estaría reunida con Kilian si no fuera mi amiga.

Tuvieron qué pasar varias horas para lograr quedarme dormida.
No me molestó eso, después de todo era producto de la emoción que aún sentía, y no me abandonó pronto, cada mañana me costaba creer que fuera real.

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora