10. Un paso más cerca.

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Sentí estar bajo algún extraño efecto que me impedía reaccionar.

El señor Barnett se inclinó hacia mi hombro derecho, su respiración recorrió la parte de mi piel que él había descubierto.

Entonces sentí dolor. Kilian bebió de mi sangre una vez más, en esta ocasión no fue tan doloroso como aquella noche en su habitación.
De nueva cuenta parecía estarlo disfrutando, actuaba con lentitud y me atrevería incluso a decir que con un poco de cuidado.

Terminó de alimentarse con mi sangre, suspiré como intento de recuperar el aire que sentía que me faltaba.

Permaneció muy cerca de mi rostro, me miró a los ojos, logré descifrar que ese brillo en su mirada que noté en diversas situaciones aparecía cuando quería sangre, al menos esa fue mi conclusión.

El señor Barnett era realmente atractivo, pude notarlo más gracias a lo cercano que estaba.

Miró mi rostro de arriba abajo.
De pronto se aproximó más y más... ¡¿VA A BESARME?!

De verdad creí que lo haría pero sólo se detuvo y me sonrió maliciosamente. Se separó de mí, dejé de percibir su aroma y fue como si automáticamente volviera a reaccionar cada uno de mis sentidos.

¿Qué fue eso? Qué confusión. ¿Fue por el alcohol que me sentí así o acaso Kilian influyó como estoy pensando?

A partir de ese momento, decidí tomar distancia con él. Por "prudencia" no le armé un escándalo y la velada transcurrió sin percances.

Bailé un poco con Elían, afortunadamente la incomodidad quedó atrás, volvió a ser amable y servicial como en un principio.

Hanna también parecía divertirse, bailó con ambos chicos e incluso dos que tres más, tenía un encanto natural.

En general, fue una noche muy amena y agradable, hasta ese momento tuve un buen acercamiento para conocer al señor Barnett. Únicamente había algo que llamaba mi atención, una tercia de hombres que parecían mayores, me dieron la impresión de estarme mirando e incluso a veces sentí que nos seguían. Decidí no dar mayor importancia.

Estábamos de vuelta en casa, agradecí por todo y luego me quedé conversando un buen rato con Hanna, creo que estábamos empezando a congeniar, reímos mucho juntas, me gustaba su compañía y que el señor Osmond la tratara como una igual, porque eso es lo que era.

Luego de varias horas nos despedimos y fuimos a dormir. Hacía mucho que no me sentía tan alegre.

Al día siguiente me levanté muy temprano, me dirigí entusiasmada a la cocina dispuesta a ayudar a preparar el desayuno. Conversé con los cocineros, estaban variados entre hombres y mujeres que se dividían las tareas; pero me sorprendió que sólo sirvieran dos platos, para Kilian y para mí.

Al parecer Elían y Hanna habían salido del castillo muy temprano por asuntos de trabajo. No lo negaré sentí un poco de celos de que pudieran inmiscuirse en cosas como esas.

Durante el desayuno intenté no hacer comentarios sobre el mal comportamiento de Kilian. Esa mañana mi ánimo era particularmente bueno y no quería hecharlo a perder.

En el transcurso del día ordené mi habitación como a mí me gustaba: moví muebles, limpie a profundidad, acomodé el armario, etcétera.

Luego bajé a conversar y ayudar a la servidumbre, la mayoría eran amables conmigo, reímos un rato y platicamos vagamente de Kilian.

La noche cayó, estaba un poco desilusionada porque mi plan inicial era convivir más con Hanna, estaba aprendiendo sobre ella y creo que sí que me entendía muy bien.
Pero en fin, habrá más oportunidades.

Pensé en escabullirme a la cocina para buscar algo, más por gusto que por hambre. Así que bajé pero me llamó la atención una tenue luz en la biblioteca.

La puerta estaba semiabierta, alcancé a ver una silueta sentada con elegancia. Me aproximé más pero fuí descubierta.

-Adelante.- Dijo una voz del otro lado de la puerta.

¿Por qué no? Pensé.
Entré y ví a Kilian leyendo atentamente en un sillón.

-Lo siento. Sentí curiosidad. Creí que quizá estaría aquí el señor Elían o Hanna.

-Ellos aún no regresan, lamento decepcionarla. Pero no desespere no deberían tardar ya.- Parecía haber irritación en él por la forma en que habló.

Hubo silencio.
~¡Vamos, Anica, di algo. Hay tanto que quisieras saber sobre él. Lo peor que puede pasar es que te saque de aquí. ~ Me dije a mí misma.

-¿Está muy ocupado?- Me animé a decirle mientras seguía viendo su libro.

-En realidad no, ¿hay algo que quiera decirme?- Creo que me descubrió.

-La verdad es que sí. Creo que debo dejar de hacerme esas preguntas a mí misma, es hora de pedirle respuestas, señor Barnett.- Cualquiera habría creído en mi valentía, pero no era así, lo cierto es que me asustaba en qué terrenos me metía.

-De acuerdo. Tome asiento.- Señaló un sillón frente a él. Accedí. Miré hacia la puerta para asegurarme de que estuviera abierta en caso de necesitarlo.

-Gracias.

-La escucho, señorita.- Toda su atención pareció radicar en mí.

-Verá, mientras viví con mi familia adoptiva, un chico de la servidumbre y amigo mío, me conseguía cuentos para leerlos en mi tiempo libre; por supuesto sin que nadie se enterara. Recuerdo que había un par de historias acerca de...- Hice una pausa y lo miré. Él parecía intrigado. Continué.- ...Acerca de vampiros.

Kilian se acomodó en su asiento pareció complacido por mis palabras finales.

-Pensé que nunca me cuestionaría, señorita.- Sonreía con cinismo.

-Pues ya ve que sí. Señor Barnett necesito saber sobre usted, qué es en realidad y por qué mi padre me envió aquí.

Parecía divertirse.

-¿Me responderá?

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora